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Las últimas 48 horas de vida de Alberto Nisman: claves del misterio

Las horas finales del fiscal especial se vieron marcadas por el trabajo intenso y un llamativo interés por las armas de fuego.

Las dudas siguen reinando en torno a la muerte del fiscal Alberto Nisman. A raíz de las versiones antagónicas que surgen constantemente para dar respuesta al crimen o suicidio y que generan cierta confusión, los datos de  los últimos movimientos del fiscal resultan esclarecedores. Según se conoció, Nisman dio órdenes a sus colaboradores hasta sus últimos momentos.

Tras presentar la polémica denuncia en contra de la presidente Cristina Kirchner y el canciller Héctor Timerman, el fiscal se preparaba para presentarse a defender en el Congreso las causas de las duras acusaciones. El lunes de la verdad, el fiscal perdió la vida, hecho que convulsionó a la República. Según trascendió, las últimas 48 horas del funcionario se vieron marcadas por el trabajo intenso en colaboración con sus ayudantes.

Según los datos recopilados y publicados por el diario La Nación, el viernes 16 de enero, al mediodía, el fiscal almorzó en el restaurante Itamae de Puerto Madero, barrio donde vivía. Allí era considerado un cliente asiduo. Durante la tarde de ese viernes, Soledad Castro, secretaria de Nisman, lo visitó en su departamento de la torre Le Parc alrededor de las 14.00 h, para llevarle papeles que utilizaría el día lunes durante la presentación.

En el mismo momento en que la secretaria llegaba a la casa del fiscal, el abogado Claudio Rabinovich, que había sido contratado por Nisman, llegó a la vivienda y se quedó hasta tiempo después de la partida de la secretaria. Según reconstruyó La Nación, el hombre a cargo de la Unidad Fiscal Especial, trabajó con las cortinas cerradas y por momentos apagó su celular: buscaría aislarse para poder concentrarse plenamente en la denuncia.

Ese mismo día, fueron doce las llamadas que recibió su celular. Entre esas comunicaciones figura registrada la del abogado Carlos Stornelli, quien le ofreció guardarle la documentación de la denuncia en un lugar propio.

Ya durante el día sábado, Nisman hizo el primer contacto con uno de sus custodios, Rubén Benítez, quien, se presupone, sería el hombre de seguridad que mayor confianza le inspiraba. Aquel contacto no fue intrascendente: tras invitarlo a ingresar a su departamento, le pidió que lo aconsejara porque estaba pensando en comprarse un arma.

La vinculación con el Licenciado en Informática Diego Lagomarsino, el único imputado en la investigación, se produjo a las 14:25 h de ese sábado. El fiscal llamó a través del celular a su colaborador y le pidió que se dirigiera a su departamento en de Puerto Madero. Fue una vez que  su colaborador estaba allí que le preguntó si tenía un arma en su poder.

Durante esa tarde, el fiscal intercambió mensajes por whatsapp con diversos periodistas y con la diputada Patricia Bullrich, aunque no ha trascendido qué fue lo que se decía en esos mensajes.

El vicepresidente de la DAIA, Waldo Wolff, le envió un mensaje de texto preguntándole qué se encontraba haciendo. En ese momento Nisma le respondió a las 18.27 h con una foto en la que se ven papeles sobre los que trabaja; documentos relacionados a la denuncia  contra la Presidente.

A la 19.02 h, Nisman volvió a contactar a Lagomarsino, quien en ese momento se encontraba en su casa. A través de una llamada producida desde su celular, el fiscal le preguntó a su colaborador: "¿Encontraste eso (el arma)?".

A raíz de esa llamada, Lagomarsino arribó nuevamente al departamento del fiscal cera de las 20.00 h y le entregó un arma Bersa calibre 22. A su vez, según declaró el Licenciado en Informática, en el momento en que llegó a la puerta del ascensor, un custodio se acercó al fiscal y recibió un sobre de su parte.