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Las decisiones de las empresas en un año electoral

*Por Daniel Tristezza. Existen dos herramientas de management que son muy útiles para quienes tienen la responsabilidad de administrar y dirigir una empresa: el análisis de escenarios y la planificación de contingencias.

La primera sirve para crear diferentes escenarios a los efectos de evaluar amenazas y oportunidades que provienen del micro y el macro ambiente donde se desempeñan las empresas. La segunda nos permite imaginar posibles hechos futuros internos o externos, que pueden tener un fuerte impacto en términos de resultados.

Argentina está viviendo el proceso preelectoral y luego de octubre se develará quien tomará la conducción del destino del país. Esto no es un hecho menor para los directores de empresas, cuyos negocios se verán afectados por las decisiones políticas y, fundamentalmente, económicas en la transición y en el 2012.

Si bien cada sector tiene problemas puntuales que no son comunes a otros, como las restricciones a las importaciones que sufren algunas empresas automotrices y de electrodomésticos, aparentemente a nivel macro ambiente y de acuerdo a las opiniones de los analistas políticos y economistas, el 2011 transitará sin grandes sobresaltos, siendo quizás la inflación el principal problema por lo que ésta implica: presión por el aumento de salarios y de vuelta el impacto en los precios. Esta película la hemos visto varias veces en la historia económica argentina.

Frente a esta situación, las empresas tienen que tomar decisiones estratégicas, que se toman hoy pero cuyos efectos se verán en el mediano plazo y que implican comprometer importantes recursos físicos y monetarios, desde ampliar una planta, hasta abrir más sucursales, desarrollar nuevos productos etc. Ahí se presenta el dilema para el ejecutivo, ante la incertidumbre de quién puede ser el ganador de las elecciones de octubre y qué medidas macroeconómicas se aplicarán.
Un director podría confeccionar al menos dos escenarios, de acuerdo a si gana el oficialismo o la oposición. Para cada escenario y en base a lo que expresan los propios candidatos, analistas políticos y economistas, podría realizar una descripción sobre el desempeño de algunas variables macroeconómicas (déficit fiscal, inflación, tipo de cambio, tasa de interés, salarios, consumo, inversión, importaciones, exportaciones y presión impositiva), cómo las mismas pueden afectar al micro sector y empresa; y cuáles serían los planes de acción para neutralizar posibles amenazas o aprovechar oportunidades.

Para muchos, la inflación es un problema prioritario a resolver y sea quien fuese que le toque la responsabilidad de gobernar, tendrá que atacarla, antes que sus efectos sean más devastadores.
La planificación de contingencias consiste en formularse la siguiente pregunta ¿Qué pasa si...? Por ejemplo, ¿Qué pasa si en el 2012, hay una devaluación?, ¿cómo afectará a mi rentabilidad, a mi crecimiento, a la sustentabilidad de la empresa? Luego, el directivo debe pensar qué planes pondría en marcha si esa contingencia se produce.

Un ejemplo, en 2001 conocí a un empresario que importaba y comercializaba electrodomésticos. Todos los productos de la empresa eran importados. Le pregunté que pasaría si hubiera una devaluación y me contestó ‘nosotros estamos seguros de que Cavallo dolariza la economía‘. Ellos pensaban solamente en un escenario posible. No hace falta decir que sucedió después. A mediados de 2002 encontré a este ejecutivo, le pregunté como andaba: naturalmente, estaba mal, analizando tardíamente alternativas, como instalar una planta en Tierra del Fuego, abrir sucursales en Latinoamérica, que debía haber tenido preparadas, en lugar de tener que considerarlas tardía y apresuradamente.

El beneficio más importante de la planificación de contingencias es que si éstas suceden, no toma a los directivos por sorpresa, ni tienen que pensar soluciones dentro un contexto de crisis y caos, porque ya las pensaron antes.