La violencia de género aumenta
Un proyecto de modificación del Código Penal busca introducir la figura del femicidio con las penas máximas.
La Cámara de Diputados de la Nación dio dictamen a un proyecto que busca introducir la figura del femicidio al Código Penal. Modifica el artículo 80, en su inciso 1, estipulando que se impondrá reclusión perpetua o prisión perpetua al que matare "a su ascendiente, descendiente, cónyuge, o a la persona con quien mantiene, haya mantenido, o haya infructuosamente pretendido iniciar una relación de pareja, sabiendo que lo son''.
La violencia de género crece, según reflejan los casos conocidos después de la extensa agonía de Wanda Taddei, la ex esposa del baterista de Callejeros, agredida en febrero de 2010. En Argentina, más de 200 mujeres son asesinadas por año, la mayoría apuñaladas o baleadas, y un alto porcentaje quemadas. Sin contar las denuncias registradas en 2012, unas 43 resultaron incineradas por sus parejas o ex parejas.
Para algunos especialistas esta suba en las estadísticas tiene una estrecha relación con la mediatización del tema y la identificación que se origina por parte de un segmento de hombres, con infancias difíciles y miedos a quedarse solos o ser abandonados. En ese panorama complejo, de control y posesión entre la víctima y el victimario, surgen interrogantes en torno a la preferencia del fuego. Desde épocas ancestrales, el fuego se presentó como un elemento "purificador'' o una manera de expiar la culpa y de transformar un objeto.
Se trata de dejar una marca en el más débil. La psiquiatría explica que con esta acción, el hombre siente ser propietario sobre el cuerpo de la mujer; una creencia que lo lleva a disponer de él sin tapujos. El uso del fuego y del alcohol, tienen que ver con la concepción del cuerpo de la mujer como el cuerpo del pecado. Se expresa en quemar el cuerpo como expresión de todo: lo físico, la psiquis, el espíritu. El obstáculo más difícil de sortear para una mujer consciente de la situación de maltrato y que se decide a denunciar, es cómo llevar a cabo el alejamiento.
Es fundamental implementar campañas de difusión que permitan a las mujeres informarse, cómo denunciar y conocer de qué ayudas disponen. Es responsabilidad de quienes ejercen políticas públicas el diseño de campañas de sensibilización y difusión continuas sobre los indicios de la violencia de género y doméstica, así como ofrecer tratamientos acordes y amplios.
La violencia de género crece, según reflejan los casos conocidos después de la extensa agonía de Wanda Taddei, la ex esposa del baterista de Callejeros, agredida en febrero de 2010. En Argentina, más de 200 mujeres son asesinadas por año, la mayoría apuñaladas o baleadas, y un alto porcentaje quemadas. Sin contar las denuncias registradas en 2012, unas 43 resultaron incineradas por sus parejas o ex parejas.
Para algunos especialistas esta suba en las estadísticas tiene una estrecha relación con la mediatización del tema y la identificación que se origina por parte de un segmento de hombres, con infancias difíciles y miedos a quedarse solos o ser abandonados. En ese panorama complejo, de control y posesión entre la víctima y el victimario, surgen interrogantes en torno a la preferencia del fuego. Desde épocas ancestrales, el fuego se presentó como un elemento "purificador'' o una manera de expiar la culpa y de transformar un objeto.
Se trata de dejar una marca en el más débil. La psiquiatría explica que con esta acción, el hombre siente ser propietario sobre el cuerpo de la mujer; una creencia que lo lleva a disponer de él sin tapujos. El uso del fuego y del alcohol, tienen que ver con la concepción del cuerpo de la mujer como el cuerpo del pecado. Se expresa en quemar el cuerpo como expresión de todo: lo físico, la psiquis, el espíritu. El obstáculo más difícil de sortear para una mujer consciente de la situación de maltrato y que se decide a denunciar, es cómo llevar a cabo el alejamiento.
Es fundamental implementar campañas de difusión que permitan a las mujeres informarse, cómo denunciar y conocer de qué ayudas disponen. Es responsabilidad de quienes ejercen políticas públicas el diseño de campañas de sensibilización y difusión continuas sobre los indicios de la violencia de género y doméstica, así como ofrecer tratamientos acordes y amplios.