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La verdad de la muerte de su hija según Fraticelli

El ex juez de Rufino, absuelto en 2009 por el crimen de su hija, cuenta en un libro los detalles de su prisión y el dolor por haber perdido a Natalia.

Ocho años atrás el ex juez Carlos Fraticelli fue condenado a prisión perpetua, acusado de haber planeado en complicidad con su esposa, el asesinato de su hija Natalia, de entonces de 15 años.

Después de que en diciembre de 2009 la Justicia desandara sus pasos absolviendo a Fraticelli de culpa y cargo, el hombre que quedó estigmatizado como "el asesino de su propia hija", volvió a vivir en Rufino, Santa Fe, con su nueva pareja, Norma Tejedor, dicta clases en una escuela media y en un terciario y sueña con recuperar su cargo en la Justicia.

A diez años del hecho, escribió un libro en el que revela los tortuosos recuerdos de su vida en la cárcel, defiende la relación con su hija, tantas veces puesta en duda, y acusa a miembros del Poder Judicial y de la Policía de haber convertido su condena en una verdadera pesadilla. "Ahora me doy el derecho de contar mi verdad", asegura.

La trama familiar. Uno de los argumentos más fuertes de la fiscalía para acusar a Fraticelli y su ex esposa Graciela Dieser fue la convicción de que Natalia, que sufría de "inmadurez mental", era para sus padres "un estorbo en la vida familiar" y que ese podría haber sido el móvil del crimen.

"Nati participaba de las actividades de la familia, invito a cualquier persona de Rufino y del mundo que haya observado alguna conducta agresiva de mi persona hacia mi hija, que ofrezca las pruebas y lo denuncie. (...) En el capítulo final se adjuntan algunos testimonios que acreditan que mi querida hija Natalia no era un estorbo en la vida familiar, ni un fracaso personal de sus padres", asegura Carlos Fraticelli en su libro "Divina Justicia", el cielo lo sabía.

El ex juez también revela detalles íntimos de la madrugada del 20 de mayo de 2000, con los que intenta desarmar el escenario planteado por el juez Jorge Vidal en su acusación: "Su razonamiento no se comparece con toda la actividad que realicé el 19 de mayo (...) dictando clases durante dos horas, manteniendo relaciones sexuales durante cuatro horas en un motel en una relación extraconyugal, bebiendo media botella de champagne, regresando a mi casa a la 1.30 de la madrugada y tomando un ansiolítico de 1 miligramo, que se potencia en sus efectos con el alcohol".

Fraticelli se defiende: "Si se aplica la sana crítica (...), indica sin lugar a dudas que la circunstancia de que haya tenido esa noche una relación extramatrimonial, de ninguna manera implica un motivo para llegar a mi hogar y matar a mi hija, o presenciar cómo la mataban sin hacer nada para evitar su muerte".

Su vida en "la morgue". Fraticelli también desmenuza los años que pasó en prisión, a los que define como "una tortura". "La habitación de azulejos negros –que años atrás, según nos comentaron, había sido utilizada como morgue–, con olor intoxicante a pintura, me provocaba naúseas y sensación de ahogo", es la primera descripción que hace de su celda, "pequeña e incómoda".

El ex juez repasa los maltratos recibidos dentro de la cárcel, ya que asegura que había una especial animosidad en su contra y recuerda los problemas de salud que debió afrontar. "Se terminaban las salidas al patio y las visitas –dice al recordar el día en que fue condenado–. De inmediato me retiraron los cordones de los zapatos, me sacaron los cubiertos y me dijeron que, hasta nueva orden, debía comer con las manos".

"Un paliativo importante para sobrellevar los desolados días fue ver por televisión, a partir del 9 de junio, las alternativas del Mundial de Fútbol de Alemania, lo que le permitió distraerse durante un mes", agrega Tejedor, coautora del libro.

Seguro de haber sido condenado sin pruebas contundentes por la presión de los medios y por el ensañamiento de la fiscal Graciela Mastrocesare, Fraticelli apunta contra la prensa que, él considera, montó una campaña injusta.

"El periodista Enrique Sdrech (...) decía que estaba alojado en una celda VIP, incluso tomaba clases con una profesora de gimnasia en forma particular", recuerda, para luego agregar: "Resultaba increíble la mentira que habían instalado algunos periodistas en la sociedad, llegando a confundir una morguera con una celda VIP".

"Se avecinaban días muy difíciles: el 20 de mayo se cumplirían tres años del fallecimiento de Natalia y ya iban llegando los fotógrafos y periodistas que merodeaban la Alcaidía. Se habían ubicado de manera estratégica en el techo de un comedor situado enfrente de la prisión. Era la morada perfecta para captar cada movimiento que hiciese Carlos dentro de ese recinto", recuerda Norma en otro fragmento, intentando ilustrar el "acoso" al que eran sometidos.

Natalia sin Natalia. En varios fragmentos el ex juez Fraticelli rescata los momentos en prisión en los que el recuerdo de su hija lo asaltaba. "La muerte por suicidio fue una cuestión que me costó asumir, ya que amé y amo sin límites a mi hija, a la que acompañé durante toda la vida, tratando que fuese feliz", relata.

El recuerdo de la hija muerta aparece una y otra vez, y se acrecienta en el momento en que recupera su libertad: "La Corte Suprema de la Nación, por unanimidad hizo lugar al recurso de queja, declarando la nulidad de la sentencia de Cámara (...). Se fue corriendo a la celda y se puso a llorar con una foto de Natalia sobre su pecho".