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La triste realidad de Diego Lagomarsino: adelgazó seis kilos, duerme poco y casi no sale a la calle

Hoy es el único imputado en el caso que investiga la muerte del fiscal general del caso AMIA por haberle entregado la pistola Bersa calibre 22 que acabó con su vida.

Diego Lagomarsino, el hombre que le entregó el arma al fallecido fiscal Nisman, adelgazó seis kilos, duerme poco y casi no sale a la calle. En cuanto se enteró de la muerte de su jefe, entró en una crisis de nervios: "No soy ningún estafador, no maté a nadie, no hice ninguna cosa rara, pero a veces parece que tenés que convencer a los demás", explicó el técnico informático que cobraba 41 mil pesos de los fondos reservados de la Unidad Fiscal de Investigación del caso AMIA pero casi nunca pasaba por la oficina.

Lagomarsino hoy es el único imputado en el caso que investiga la muerte del fiscal general del caso AMIA por haberle entregado la pistola Bersa calibre 22 que acabó con su vida.

Reconoció, sin embargo, que la opinión pública puede tener motivos para imaginar las teorías más alocadas en torno de él: "El flaco labura con un fiscal que lleva la causa más grosa del país, no va a la fiscalía, trabaja a requerimiento, cobra 40 lucas -aunque en realidad me quedaban menos de 30, restando los impuestos-, es experto en informática... Doña Rosa se debe imaginar que yo trabajaba con satélites de la NASA. Algo raro hay ahí, ¿no? O se lo garcha, o le hace inteligencia, o no sé qué".

En el extenso reportaje que concedió a la revista Rolling Stone, Lagomarsino admitió que familiares, amigos y hasta sus propios abogados a veces le cuestionan las decisiones que tomó en las últimas horas que Nisman estuvo vivo: "Muchas veces me dicen: '¡¿Pero cómo hiciste eso?! Hagamos una cosa: te doy mis 41 lucas y media, esos 41 y medio gastados, andá ese sábado a lo de Nisman y fijate vos qué hacés. Hay que ponerse en los zapatos del otro. Casi todos hubieran hecho lo mismo que yo".

"Alberto me dijo que el arma era para cuidar a sus hijas. Mi error fue decir que sí pero, sabés qué, hoy dudo que haya sido un error. Estoy diciendo una estupidez, pero ¿qué pasaba si con esa pistola evitaba que le pegaran un palazo, o que les hicieran pasar un mal momento a sus hijas? Es algo que me planteé 20 mil veces por noche", argumentó.