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La responsabilidad de los elegidos por las urnas

El soberano se ha expresado plenamente el domingo pasado. Ahora les corresponde a los elegidos por el pueblo saber ubicarse a la altura de sus representados. Y, en particular, para los votados por los mendocinos, recuperar lo mejor de Mendoza para ponerla nuevamente a la vanguardia de las transformaciones nacionales.

Es constructivo para todos que quienes han sido consagrados por la ciudadanía para dirigir los destinos nacionales, provinciales y municipales, se sientan y se proclamen parte activa en la construcción de una estrategia nacional que no se oponga ni deje de lado una propuesta republicana y federal surgida desde la base de nuestros propios intereses provinciales.

Tal objetivo será posible si nuestros representantes provinciales se suman a la construcción de un país integrado, con el marco de las instituciones que la República se da para el equilibrio de los poderes y el control ciudadano permanente.

Lo será si esta participación en el proyecto de Nación se da en un contexto de respeto a la autonomía provincial -que es anterior al acuerdo que en el siglo XIX gestó la Nación- de diálogo y apertura real, aun hacia quienes no piensan exactamente como las autoridades nacionales que han sido legítima y ampliamente elegidas.

Será útil para todos si esa elaboración nacional facilita el debate y la construcción colectiva de la estrategia para todo el país.

Será constructiva si esa participación eslabona a todos los mendocinos en la elaboración de la estrategia nacional, al amparo de las instituciones acordadas constitucionalmente y desde el análisis de los problemas e intereses públicos de cada provincia y de cada región.

Las nuevas autoridades que la ciudadanía eligió tienen esa enorme responsabilidad: construir para Mendoza en esa mesa de participación y diálogo, en ese marco de instituciones respetadas y en la concepción de que la provincia no puede ser un mero "partenaire" de un modelo digitado entre pocos, ni puede postergar la solución de sus problemas al servicio del centralismo político y de la discrecionalidad en la justa distribución de los recursos que genera todo el país con su esfuerzo.

Si Francisco Pérez, Carlos Ciurca, nuestros representantes al Congreso Nacional y a la Legislatura provincial, los intendentes y sus concejales que gestionarán en cada departamento, administran el Estado y transforman la realidad dentro de estos principios, habrán respetado el designio de la gente el domingo pasado: pensar cada rincón de nuestra provincia, asociados a una concepción de Nación y con riguroso respeto al contexto institucional y de control ciudadano que imaginaron y forjaron nuestros antecesores políticos.

Si, por el contrario, se priorizan intereses sectarios, faccionales o de grupo, si se imponen criterios desconociendo el rol protagónico que las provincias tienen en el andamiaje del país o si la concepción partidaria impera por sobre el diálogo constructivo entre todos los partícipes de la vida nacional, entonces entrarán los elegidos y también los que elegimos, en el riesgoso camino del desencuentro o la imposición destructiva.

Porque no se trata de erigir a Mendoza en una ínsula aislada y desconectada del contexto regional, nacional e internacional. Nuestra provincia pretende crecer dinámica, justa e integrada a un proyecto de Nación, en cuya construcción sea protagonista, no convidada de piedra. Sin mesías, con instituciones. Con estado de derecho, constitucional, y con seguridad jurídica que imponga el respeto a la ley acordada.

Se trata de prevenir la dependencia pasiva y obediente a un modelo político, a un grupo o a una manera de disponer de los recursos centralizada y discrecionalmente. Eso sería no haber entendido el dictamen de la gente en la jornada del 23, aun de los que contundentemente ratificaron a la Presidenta y de los que con moderación eligieron a nuestras autoridades provinciales y municipales.

Sería no haber entendido el mensaje enaltecedor de la ciudadanía que acudió con entusiasmo a las urnas. Ni el de quienes advertimos o pedimos correcciones con la sola pretensión de contribuir al debate por la construcción del destino común.