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La rebelión árabe

*Por Lucio Garzón Maceda. La sublevación insurreccional antigobierno en diferentes países despierta emociones y variadas interpretaciones

La sublevación insurreccional antigobierno en diferentes países despierta emociones y variadas interpretaciones.

Mi querido amigo Francisco Delich, en un artículo publicado en este diario, considera que la rebelión es una Nueva Primavera –una revolución– en pos de la democracia occidental (1). Con reminiscencias de los 60’ (2), la sublevación popular estaría, pues, orientada en esa búsqueda.

Algunos extranjeros creen que estamos frente a una segunda caída del Muro de Berlín; otros se remontan a Francia en 1789.

Si de buscar símiles se trata, tendría un paralelo con las revoluciones en los años 1848 en Europa y con la Comuna de París en 1870. Se trataría de intentos de consolidación de un desarrollo burgués-popular, con variaciones nacionales.

En cuanto a objetivos "occidemocráticos", recuerda la que pretendió introducir, ya acosado, el Sha de Irán en los ‘70 –burguesía, empleo, libertad, más... Israel y occidentalización–, frustrada por la revolución de los ayatolas, con la intervención desde la CIA hasta el PCUS.

No creo que sea la democracia occidental el objetivo, ni que haya identidades válidas, con un mayor respeto a la originalidad de las muchedumbres árabe-musulmanas.

 Un caso único. Debemos recordar la única occidentalización musulmana triunfante, adoptada por Selim III en 1789, precursor de la revolución turca de 1908, a través de la adaptación del armamento occidental para pelear, llegado el caso, justamente contra el propio Occidente.

Después, el déspota Abd-al-Hamid (1876-1908), que al decir de Toynbee "aseguró que el liberalismo occidental no levantara cabeza (...) suprimiendo todas las formas de pensamiento peligroso". Si se intentara ahora, tan solo una segunda occidentalización, como pretenden Europa, Estados Unidos, Israel y, aparentemente, mi amigo, no le arriendo permanencia a los gobernantes emergentes...

Lograda ya la occidentalización de las armas, hoy sería el turno de nuevas armas occidentales: las notebooks y las redes Facebook, Twitter, etc.

Para los países árabe-musulmanes, no hay apuro ni peligro de disolución; son grandes comunidades con una sola lengua religiosa, unidas también por necesidades y por el destino de la Palestina.

Los analistas, para hacer sus predicciones, debieran observar también a Turquía, que desde hace muchos años hace los deberes y sin embargo Occidente le niega un lugar. ¿Por qué Occidente les daría lugar ahora a los pequeños árabes? ¿Porque los árabes abrazarían a Occidente que siempre los rechaza? La gran nación árabe, ¿por qué seguirá aceptando la segmentación occidental? ¿No peca mi amigo y otros analistas de idealismo y de voluntarismo?

Muy pocas veces se escuchó mencionar en las plazas la palabra "democracia".

Lo que buscan. En realidad, las rebeliones serían, lo digo con el mayor de los respetos, el resultado de previos cambios económicos, tecnológicos, demográficos, enfrentados con el poder omnímodo de gobiernos corruptos, benefactores de sus amigos y opresores de sus adversarios. Se agrega la rivalidad de tribus y el antagonismo de chiítas contra sunitas.

En definitiva, sería el deseo de mejorar la calidad de vida de tribus y masas medias, con menos corrupción. No es mucho, pero es bastante, si a todo ello unimos Palestina.

Arabia Saudita lo comprendió enseguida con muchos miles de millones de dólares en sueldos... y represión.

Hay que evitar caer en la petulancia occidental de calificar, con nuestros designios, los deseos de las multitudes que han sorprendido y que han dado una lección a los expertos, desmitificando las reaccionarias predicciones sobre la incapacidad árabe-musulmana para vivir mejor... a su manera.

Todos debemos aprender a respetar al Islam y a los árabes en general.

Los árabes, desde siempre, pese a sus querellas, son capaces de elegir su destino; de eso y de mucho más. Los efectos reales de estas insurrecciones se verificarán quizás dentro de 10 a 20 años.

La Democracia, la primavera occidental postulada por mi querido amigo como objetivo, estaría lejos, bastante atrás.

El poder del cambio. Debemos, eso sí, rendirnos ante la sorprendente voluntad de cambiar y ante la demostración por trocar valores, algunos propios de otras latitudes.

Aceptemos humildemente que el posible reclamo por una democracia occidental plebiscitaria no sea lo principal.

Hay autoritarismo en todos, pero son distintos los diferentes modelos de desarrollo económico-social, a la sombra del petróleo y de los negocios de Estados Unidos, Inglaterra, Italia, Francia, Alemania, Rusia.

El concepto de régimen nacional autoritario es una sistematización occidental no demasiado compartida todavía por los árabes, según las enseñanzas del libro sagrado y la experiencia. Molestan las desigualdades, la corrupción, las violaciones, las divisiones y que se haya abandonado a los palestinos. Piensan que ellos pueden correr igual suerte...

Creo que no se plantean obtener la democracia a la manera occidental, sino un nuevo gobierno, sin preguntar demasiado a Europa o a Estados Unidos, o incluso a Israel.

Disgusta y divide a los pueblos que un gobierno corrupto favorezca a determinados grupos y abandone a otros. Preocupa a estadounidenses y europeos el precio del barril de petróleo si los enfrentamientos se prolongaran.

Sería una petulancia pretender que los árabes, para "occidemocratizarse", copiaran, como ayer, los uniformes militares de las grandes potencias imperiales. Hasta ahora, a estas rebeliones las vienen ganando los iranianos.

Mientras tanto, en Francia, Marine Le Pen lidera ya las encuestas presidenciales y los republicanos estadounidenses piden aplicar la doctrina Reagan-Bush.

Lo que se juega es también, un poco, la suerte del imperio. Se juega Irán, Irak, Israel y obviamente Palestina, no sólo una versión de la democracia plebiscitaria. Está en juego mucho más...

(1) Dejo de lado la crítica literaria hacia el marxismo, y su predilección por Kant abandonando a Hegel, porque ellas tienen más apariencias de broma intelecto-gálica que de planteo teórico; aunque si lo fuera sería interesante abrir un debate con el respeto a la prolongadísima amistad y a las pertenencias ideológicas de cada uno.