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La inflación y las empresas

*Por José M Porto. Cómo que tiene órdenes de cobrar antes, sino no puede bajar la mercadería del camión? ¡Y, además un 7% más caro! ¡Hace dos meses ya habían aumentado el 3%! No, no recibí ningún nuevo listado de precios, ni por mail ni por fax ni por paloma mensajeraà -le contesta alterado el comprador al repartidor, e inmediatamente trata de comunicarse con el vendedor con el que había pactado la compra-.

Mientras lo hace, piensa que esa mercadería ya la tiene vendida considerando el costo anterior y que tampoco cuenta con disponibilidad para el pago y por lo bajo repite frases similares a las pronunciadas en una tribuna disconforme con el fallo del arbitro.

Esta situación pasa a ser casi cotidiana, cuando el sistema económico se ve afectado por la inflación.

En economías estables, los precios se mantienen fijos durante largos periodos, solo hay reacomodamientos relativos de algún ítem. Pero, cuando la expectativa de inflación supera el 20% anual, los precios -ya en forma generalizada- cambian en lapsos cada vez más cortos. Ante un peligro de hiperinflación, estas variaciones son tan inmediatas, que terminan perturbando las relaciones comerciales mas afianzadas.

En búsqueda de recuperar la relación costo / beneficio, previa al periodo inflacionario, las empresas analizan y/o disponen algunas medidas:

-Trasladar los aumentos de costos al precio de los productos o servicios. Esto será posible solo en determinadas escenarios. En otros casos -si hay control de precios, o si la competencia no realiza modificaciones y/o si la inflación redujo la capacidad de compra de sus clientes-, tendrá que asumir parte de ese costo, con pérdida de rentabilidad.

-Limitar los plazos o suspender las ventas con tarjeta y/o vender sólo al contado; lo que ocasionará en la mayoría de los casos, la pérdida de clientes.

-Aumentar los niveles de stock. Un mayor acopio, aunque sea transitorio, posibilitará una mejor defensa ante la inflación, pero tendrá como contrapartida un mayor riesgo de insolvencia o un mayor costo financiero para obtener liquidez (la tasa del crédito está compuesta por el porcentaje de inflación esperado, mas el costo real por el alquiler del dinero).

-Buscar nuevos proveedores, con mejores precios o un plazo de pago mayor. Muchas veces los cambios suelen ser transitorios: el nuevo proveedor, que en principio es más conveniente, y también afectado por la inflación, aumenta precios y/o restringe los plazos de pago.

-Algunas empresas pasan a planificar solo a corto plazo. Otras, en particular las pymes, dejan de hacerlo, muchas veces por no contar con personal capacitado para presupuestar en contextos inflacionarios.

-Ante un aumento importante en el costo de los Recursos Humanos, se producen despidos. Cuando tiempo después, la misma inflación erosiona este costo, se contrata mano de obra en forma precaria o se mantiene la nómina reducida, hasta que la situación económica sea más estable.

Así, la inflación altera todas las ecuaciones tradicionales: se pierden clientes otrora fieles; proveedores que nos vendían en cuenta corriente, pasan a vender solo contado; se reducen las líneas de crédito y las existentes son a tasas muy elevadas; se limita o suspende la operatoria con tarjeta de crédito afectando las ventas y compras corporativas.

La competencia ya no es el único problema, la generación de un resultado negativo puede originarse en cualquiera de todas las variables alteradas del negocio.