La increíble historia de la mujer que fue narcotraficante en Río de Janeiro y se convirtió en escritora
"Maté gente, era el trabajo", contó. A los 11 años tuvo su primera arma, después se casó con un capo narco, lo dejó y contó su historia en un libro.
La historia de Raquel de Oliveira es realmente increíble: a los 11 años tuvo en sus manos su primera arma, a los 15 se cobró su primera víctima, se casó con uno de los jefes del narcotráfico de la mítica Río de Janeiro, dejó toda esa vida atrás y se animó a contar su historia en un libro.
La mujer que hoy tiene 54 años poco tiene que ver con aquella joven de 25 que se casó con Naldo, el amor de su vida. Pero la historia empieza mucho antes, cuando su abuela (que era adicta al juego) la vendió a quien luego sería su "padrino". Ella tenía 9 años, y llevaba tres drogándose.
Era la hija de una empleada doméstica y de un "pedófilo", como ella misma lo describe. Un día se escapó por una ventana de su casa, y descubrió el mundo de Rosinha, la favela más grande de todo Río. También las drogas. Todo eso se animó a contar en una entrevista exclusiva con la BBC mundo.
Cuando la vendieron, empezó a trabajar en un centro umbanda, una religión afrobrasileña. Se salvó de la prostitución porque su "padrino" la adoptó y trató como a una hija. A los 11 años le regaló su primera arma, una Colt .45. "Era muy grande, me la ponía acá (en la cintura, en el lado trasero). Su caño me pegaba allá, en mi tutú", cuenta con una risa algo tierna.
A los 15 años se cobró su primera víctima, cuando ya llevaba un tiempo trabajando en el ambiente del narcotráfico. Había ido a llevarle un pedido importante de marihuana a un cliente. Cuando llegó, el dinero estaba sobre la mesa, pero el hombre cerró la puerta y no la dejó salir. Empezaron a fumar, un cigarrillo de cannabis tras otro. "Quería dejarme tonta para abusar de mí", pero ella era una experta en drogas, así que el hombre no logró su cometido. Cuando quiso abusarla, tomó un cuchillo y lo acuchilló ahí mismo. El crimen nunca se resolvió.
A los 25 años conoció al gran amor de su vida Ednaldo de Souza, "Naldo". Se casaron, ella en segundas nupcias con dos hijos de su matrimonio anterior. Al poco tiempo él se convirtió en el líder narco más importante de Rosinha, pero la gloria duró poco: murió al tiempo en un operativo policial.
El dolor fue tanto para Raquel que se sumió más y más en el mundo del consumo. Empezó a aspirar cada vez más cocaína, "para sobrellevar el dolor", según cuenta. A veces salía de trabajar y sin siquiera llegar a su casa salía de fiesta y volvía a los tres días, luego de haber gastado absolutamente todo su dinero en droga.
Rondaban los años '80. En esa misma época, empezó a encumbrarse como "la patrona" del mundo narco de la favela. Llegó a tener varios hombres a su cargo, en un mundo machista y hostil. Su trabajo era tomar decisiones y ejecutar a los impertinentes. El mundo narco había instituido sus propias leyes en Rosinha, y la pena de muerte era moneda corriente. "Claro que maté gente, era el trabajo", cuenta Raquel.
Aquel estilo de vida le duró hasta 1997. Fue duro, muy duro salir de él. Primero delegó su liderazgo en el mundo narco, se quedó sin trabajo, perdió las casas que le había dejado Naldo, los autos, las joyas. Todo se fue por las alcantarillas de la coca.
Finalmente, fueron la escritura y la terapia las que la ayudaron a salir del pozo. Así llegó a escribir "La número uno", su última novela, mitad autobiografía, mitad ficción. Además terminó el secundario y la universidad, en la carrera de Psicopedagogía. "La literatura me liberó y me salvó de la locura", cuenta Raquel.
Su libro fue presentado en la Fiesta Literaria de las Periferias, que se celebró en la favela Babilonia. Allí recibió Raquel a la BBC, donde contó que teme que su historia dé la imagen equivocada de apología al narcotráfico.
Raquel sigue viviendo en Rosinha, y la gente de allí la sigue respetando. "A veces me llaman reliquia", confiesa entre risas. También entre risas, se anima a aventurar: "Si en mis épocas hubiesen sabido que hoy iba a escribir un libro contando mis andanzas a la prensa... arriesgaba llevarme un tiro en el pie".