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La fuga del penal de Ezeiza: lo que nadie te contó, paso a paso

Detalles sorprendentes de una conspiración que ni a Hollywood le puede salir mejor. Quién es quién en este escándalo, el papel de los criminales brasileros y los negocios de catering de La Cámpora.

El primer hallazgo sorprendente de los investigadores en la escena exterior del crimen fue una sábana de pasto sintético utilizada para camuflar el lugar donde comenzó a cavarse el pozo que conduciría hasta el calabozo donde esperaban los presos que sabían lo que estaba ocurriendo afuera y bajo sus pies.

Ese tapiz verde confirma el adelanto de DiarioVeloz de hace unas horas –del que se hizo eco Estela de Carlotto en sus declaraciones matutinas-, respecto a que el túnel fue realizado de afuera hacia adentro del penal.

Si el concreto duro y las vigas de hierro subterráneas que hubo que destrozar para abrirse paso son tan fuertes, ¿qué herramientas se utilizaron para lograrlo y no hacer el ruido que uno supone provoca esta perforación?

Los investigadores están seguros de qué se trata. Una amoladora eléctrica grande y portátil que consume gran cantidad de energía y por lo tanto hubo que entrarla y llevarla a cargar muchas veces hasta lograr su cometido. ¿Es silenciosa? Sí, hay un modelo especial que puede romper el concreto y la piedra sin hacer mayores ruidos. ¿Pasa desapercibida? En absoluto, llevarla y hacer el pozo sin que nadie lo vea es imposible .

Y respecto a las vigas de hierro de grosores más grandes que los utilizados en construcciones normales, se pulverizan con un aparato desconocido salvo para los expertos llamado “flecha láser”, algo que nos dicen parece un arma de ciencia ficción y no debe haber muchas en la Argentina, no se venden en las ferreterías ni en casas especializadas. Se les aplica al hierro y lo van fundiendo por calor. Una vez ablandados son fáciles de cortar.

¿Quiénes pueden tener un instrumento sofisticado como la llamada “flecha láser?  “Boqueteros experimentados en trabajos de alta gama”, nos responde el investigador frente a nuestra ignorancia.

Después de sabido cómo se realizó el túnel, la siguiente duda imaginamos la respuesta pero preferimos que nos la den quienes están siguiendo la pesquisa de la fuga. Una vez bajo tierra, ¿cómo saben los topos donde tienen que llegar, porque se dirigieron a un lugar específico? Elemental, contaban con los planos del penal y utilizando rastreadores -GPS- desembocaron justo en el sitio indicado. No cualquier agente del Servicio Penitenciario tiene acceso a los planos del lugar. La conspiración de Ezeiza contó con la participación de una autoridad de alto rango que tuvo acceso a los planos y los operarios –topos- lograron obtener las coordenadas precisas para llegar a la celda que buscaban.

El boquete en la celda, calculan, fue el último bloque roto y ahí comenzó la fuga. Si la excavación hubiera sido desde adentro, hubiera sido imposible realizarlo y cada día volver a taparlo el hoyo inicial para que las inspecciones de rutina no lo detectaran.

Otra pregunta que nos hacemos todos es que el agujero abierto en la pared interior parece demasiado pequeño para ciertas contexturas físicas de hombres robustos que difícil puedan pasar por ese boquete.

La explicación es que fue hecho para que pasaran dos personas específicas, el resto que se quisiera plegar a la fuga lo hizo porque le daba el cuerpo, aunque pudieron haberse lastimado en la salida. Dentro del túnel, el pozo es lo suficientemente ancho para reptar hasta la salida. Una vez que los topos (al menos se calcula que participaron dos excavadores, pero no hay certeza aún) estaban en el túnel, tapaban el agujero con esa carpeta de pasto artificial que cubría la apariencia en el exterior. El tiempo que les pudo haber insumido es desconocido aún, pero fueron varios días. ¿Entraban y salían, vivieron adentro, se aprovisionaron allí e hicieron sus necesidades dentro del túnel? Eso no nos contaron, solo que se especula que al menos para recargar la amoladora eléctrica debieron haber salido un par de ocasiones.

La pregunta del millón es quiénes hicieron semejante inversión, pues conseguir los planos y toda la logística, además de comprar las voluntades de los agentes penitenciarios cómplices, imaginamos salió un dineral.

Y ahí pasamos al capítulo siguiente, los dos brasileños fugados de Ezeiza a quienes creen los investigadores fueron a buscar desde afuera.

Thiago Ximénez (también conocido como Antonio Mateo Batista) y Renato Dutra Pereira (ambos escapados de un penal del Chaco) presentan un historial temerario. Dicen los archivos policiales que ambos se desprendieron de una banda de narcotraficantes brasileros, que conociendo a sus integrantes hicieron varios millones de dólares secuestrando a hijos de jefes narcos y pidiendo rescate por ellos. Esa modalidad les otorgó botines excepcionales hasta que huyeron (no sabemos si de San Pablo o Río), y  se asentaron en la tranquila Curitiba hasta pasar a territorio argentino.

Fueron apresados –ya habían huido de un penal chaqueño- viviendo en un departamento de alquiler temporario en la calle Posadas, en el barrio de Recoleta. Se hacían pasar por turistas de alto poder adquisitivo, y cayeron de casualidad, o no tanto. Cuando se investigaba una conexión del narco mexicano Joaquín Gúzman Londoño (“mi sangre”) aparecieron Ximénez y Dutra Pereira en las escuchas telefónicas intentando comprar cocaína pero condicionando la operación a realizarla en Curitiba, donde se cree tenían depositado el dinero de los secuestros extorsivos.

De esta historia, se desprende la hipótesis de los investigadores que ambos brasileros eran los únicos con suficientes contactos y dinero como para organizar la fuga del penal de Ezeiza.

Por eso, el boquete comenzado en el exterior habría finalizado donde los estaban esperando Ximénez y Dutra Pereira, si ellos pasaban por la abertura última practicada en la pared, finalizaba la obra y se iban. Los otros prófugos se unieron a la huída, y se cree serán capturados pronto pues no tienen ni apoyo ni inteligencia criminal como para mantenerse prófugos sin cometer los errores comunes que delaten su presencia. En cambio, parece más difícil, según los pesquisas, que los dos brasileros sean atrapados tan fácilmente.

 Repetimos que esta es la historia más creíble que pudo recoger DiarioVeloz a horas de la espectacular fuga.

Y el rol de los agentes penitenciarios que fueron cómplices de la conspiración hay que situarlo en la tensa relación que mantuvo el Servicio Penitenciario con su ex titular, Víctor Hortel.

Este “hombre araña” del “Vatayón Militante” tenía un padrino especial en “La Cámpora”, se trata de Axel Kicillof,  su protector infalible hasta hace horas.

De los muchos negocios que se hacen desde la dirección del Servicio Penitenciario, uno de ellos es la contratación del catering, la provisión de las viandas para los presos por las cuales se pagan fortunas sin que nadie controle. Un ejemplo de hace algunos años. Cuando Sergio Schoklender era todavía un hombre fuerte en el gobierno, se encargaba del catering del penal de Marcos Paz. Se nos dijo entonces que sólo la ración del almuerzo (entrada, plato principal y postre) le costaba al Servicio Penitenciario algo así como 300 pesos por persona,  y no era una comida exótica sino lo justo que no podía salir más de 30 pesos la ración.  No tenemos la ficha de los precios actuales, pero con ese dato histórico y teniendo en cuenta la inflación de los últimos años, es de imaginar que Hortel y su gente facturaban fortunas y nada les quedaba –ni las migas-, a los agentes de carrera del Servicio Penitenciario.

Tanto ese negocio como otros similares llegaron a oídos del Ministro de Justicia Julio Alak, que veía venir hace tiempo un conflicto serio en el Servicio Penitenciario. Kicillof era siempre la última palabra que protegía a Hortel.

Alejandro Marambio fue sacado del ostracismo de golpe frente a la escandalosa fuga en Ezeiza, y como ya adelantó este portal, los organismos de derechos humanos no quieren saber nada con él.

Así es, en síntesis, la historia de la escandalosa fuga de Ezeiza. No agregamos nada, sólo es lo que recogimos en fuentes confiables de la investigación.

La cadena de complicidades con que se contó para el gran escape será tema de un próximo informe.

“Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”, una vez más el Nano Serrat nos da letra para finalizar una investigación que hubiéramos preferido nunca escribir.