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La fiebre consumista de "Los cara de nene", la banda que robó US$ 2 millones

En un mes compraron un departamento y diez autos. Guardaban la plata en una caja de seguridad.

"¿Y qué es hurto?". Esa fue la pregunta que le surgió a Franco Toral cuando su papá le contó que la Justicia investigaba los movimientos de su caja de seguridad. El escaso conocimiento del Código Penal no le impidió desarrollar una sorprendente carrera delictiva: lo acusan de haber cometido estafas contra jubilados por 2 millones de dólares.

La banda, conocida como los "cara de nene", gastaba con el mismo ritmo frenético con el que robaba. Leandro Roa (19), detenido hace tres semanas junto a Toral, pasó de caminar por las postergadas calles de Virreyes Oeste a moverse en un Mercedes Benz Sport valuado en más de 50 mil dólares. Lo tenía a nombre de un familiar y circulaba con cédula azul.
A los dos les gustaban las actividades náuticas, las cenas en restoranes exclusivos y los viajes. Vacacionaron juntos a Cuba y ya tenían planeada una visita a la ciudad española de Ibiza.

Una vida similar llevaba Federico Ferriol Laffouillere, detenido esta semana en Puerto Madero. Tenía una camioneta Land Rover Evoque, valuada en un millón y medio de pesos, y pagaba casi 4.000 dólares entre alquiler y expensas. Además tenía una casa en el complejo de propiedades Villa Nueva, lindero a Villa La Ñata, en Tigre, donde organizaban fiestas.
Sus lujos se extendieron sin problemas hasta mediados de este año, cuando dieron el paso en falso que marcaría su final.
Fue el 21 de junio. Según determinaron los investigadores, encabezados por el fiscal Patricio Ferrari, ese día llamaron a una casa de San Isidro y recrearon el "cuento del tío" que tantos resultados les dio. Se hicieron pasar por empleados de un banco y le dijeron a su víctima que se acercaba una corrida cambiara o que había que cambiar los billetes porque quedaban fuera de circulación. "No viste la tele, se vencen ya", solían repetir.

El engaño resultó y el jubilado entregó 6.000 dólares. Cámaras de seguridad registraron el momento en el que el cobrador le arrebató la plata a la víctima. Esas imágenes sirvieron para que la Policía identificara a Toral y Roa, y para que la Agencia Federal de Inteligencia comenzara a seguir sus pasos.
Así, los investigadores descubrieron que siempre elegían a víctimas de más de 70 años, generalmente en barrios de alto poder adquisitivo en la zona norte del Conurbano. Para sus llamadas usaban al menos dos celulares que cambiaban todos los días. Tiraban el chip y también se deshacían de los equipos.

Una vez que lograban comunicarse con los jubilados, a quienes identificaban a través de sistemas de informes comerciales, empleaban todas sus armas de engaño. Cuando lo convencían de que la catástrofe financiera era inminente, anunciaban la visita de un empleado que retiraría el dinero.

"Los identificamos como 'cara de nenes' porque justamente era eso lo que terminaba de darle confianza a la víctima. Los veían y no imaginaban que estaban frente a delincuentes", explica un investigador que entrevistó a los estafados.
El Mercedes Benz en el que se movía Roa. Lo tenía a nombre de un familiar.
Según el expediente que tramita el fiscal Ferrari, en jurisdicción del Departamento Judicial de San Isidro los "cara de nene" cometieron al menos 20 estafas. "En un año recaudaron 2 millones de dólares. Tan solo en uno de los hechos se llevaron 300 mil", detallaron fuentes del caso.

Durante el seguimiento a la banda, descubrieron que Isidro Toral, padre de uno de los "cara de nene", tenía una caja de seguridad a su nombre en la sucursal del Banco Santander Río de San Fernando. La visitaba una vez cada 48 horas, con una llamativa regularidad.

Cuando los investigadores enviaron un oficio a la entidad bancaria para conocer sobre los movimientos de la caja de seguridad, hubo otra sorpresa. El 30 de julio, un empleado de seguridad le envío una foto del documento al titular de la cuenta, alertándolo sobre la información que
"¿Viste eso que te mandé? Eso es lo que me pasó el del banco. Dicen que me están investigando a mí los movimientos del banco, caratulada hurto", le cuenta Toral a su hijo, todavía shockeado por la noticia. "¿Y qué es hurto? ¿Por una rueda?", le pregunta el joven. "No sé, mañana le voy a mandar al abogado al juzgado para que averigüe", cierra su papá.

La reacción fue rápida. Los acusados vaciaron la caja de seguridad y compraron dos camionetas Toyota Hilux cero kilómetro, valuadas en 1,5 millones de pesos cada una.

No era una modalidad nueva. Según la investigación, en el último mes la banda adquirió otros ocho autos nuevos, entre ellos un Ford Kinetic y un Toyota Corolla, y un departamento valuado en 120 mil dólares. En esa propiedad, ubicada en San Fernando, detuvieron la semana pasada a Roa y Toral.
Días más tarde cayó Isidro, señalado como el encargado de comprar bienes con el dinero de las estafas. Le encontraron 340 mil pesos y 10 mil dólares.

También recuperaron los 120 mil dólares que pagaron por el departamento, ya que aún no se había finalizado la escritura. "El vendedor devolvió el dinero para que se puede restituir a las víctimas", explicaron los investigadores.

Esta semana fue detenido Ferriol Laffouillere en una torre ubicada en avenida Juana Manso al 590 del barrio de Puerto Madero. Lo ubicaron gracias al rastreo satelital de su camioneta. La fachada del acusado era la reparación de relojes y joyas.

Con su detención ya son cuatro los imputados arrestados y acusados de integrar una asociación ilícita. Hay otros dos sospechosos prófugos. Uno de ellos, identificado como Gustavo "Pichón" Mateo , está señalado como jefe de la banda.