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La exclusión del progreso

Aunque en el resto de América latina y el Caribe crecen las inversiones extranjeras directas, nuestro país exhibe grandes falencias políticas e infraestructurales que las desalientan.

En mayo de 2011, la Comisión Económica para la América Latina y el Caribe (Cepal), de las Naciones Unidas, distribuyó un análisis del flujo de inversiones extranjeras directas en la región, que reveló el firme avance registrado en 2010 en materia de inversiones extranjeras directas (IED) en el área.

Se produjo en ese año un excepcional incremento del 40 por ciento en relación con 2009 y la cifra llegó a 113 mil millones de dólares. "La recuperación de la IED en la región se enmarca en un contexto en que los países en desarrollo han aumentado su participación en los flujos de IED, tanto en calidad de receptores como de emisores", fue la positiva conclusión del informe.

Es posible que el excelente comportamiento de 2010 haya quedado superado en 2011, no sólo por el estancamiento de la Unión Europa, que amenaza con desembocar en una recesión que nunca es un escenario que estimula las inversiones productivas, sino también porque, en contra de todas las pesimistas previsiones, los Estados Unidos se recuperan con mayor rapidez que lo pensado.

En ese contexto, tradicionalmente, la superpotencia invierte más en el continente. Ahora debería hacerlo con mayor razón, porque las radicaciones de capitales chinos crecen de año en año, en detrimento de las corporaciones estadounidenses, que estuvieron sumidas en una virtual parálisis desde 2008.

De todos modos, aunque las cifras de IED sean bastante auspiciosas, para la Cepal resultan aún insuficientes. En la apertura de las sesiones del Seminario Regional de Política Fiscal, que se realizó en Santiago de Chile entre el 24 y el 26 de este mes, Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva del organismo económico interamericano, advirtió que "el coeficiente de inversión es insuficiente en América latina y el Caribe para sostener las altas tasas actuales de crecimiento. Tenemos principalmente rezagos en infraestructura. Lamentablemente, la inversión ha sido una variable de ajustes en crisis pasadas".

Pese a la encrucijada europea actual, hay cambios auspiciosos en relación con las crisis anteriores. En este sentido, se destacó el control de las finanzas públicas en la mayoría de los países latinoamericanos y la sustentabilidad del endeudamiento externo. La virtual exclusión de nuestro país de este marco debe explicarse no sólo por lo errático de su política macroeconómica (que es reactiva e improvisada), sino también por la falta de atractivo que suponen para los inversores sus deplorables infraestructuras.

La Argentina está considerablemente rezagada en transportes, pasa por penurias constantes en el suministro de energía eléctrica y gas en las estaciones de su máximo consumo, y muestra un alto costo relativo de los salarios, por la sobrevaluación del peso. En esas condiciones, se explica por qué retrocede sin cesar en las estadísticas regionales de recepción de IED.