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La estabilidad financiera

La crisis económica internacional y la volatilidad de los mercados, generan temores en el sistema financiero global y motivan prevenciones en nuestro país.

Frente al nuevo escenario de volatilidad de los mercados internacionales, diversos analistas económicos señalan que el país intentará repetir la estrategia que permitió atravesar con menor impacto la primera fase de la crisis a partir de 2007, consistente en potenciar el mercado interno, estimulando el gasto público y privado, intentando, asimismo administrar el tipo de cambio, avanzar en una diversificación de sus ventas externas y evitar endeudarse para cumplir con los pagos de la deuda. En la anterior fase crítica atravesada por las finanzas mundiales, Argentina consiguió mantenerse bastante preservada, aún pese al notorio derrumbe en los mercados de materias primas agropecuarias, combinado con una caída de nuestra producción agropecuaria.

Ese buen desempeño se debió a las políticas dirigidas a sostener la demanda interna. Esta vía de la política económica se ha convertido en un objetivo central para la estrategia de largo plazo, como el Gobierno ha explicitado reiteradamente. No obstante, los cambios de paradigmas que se dieron en el sector financiero como consecuencia de la crisis de los mercados en Estados Unidos, anticipan un rol menos preponderante del dólar como principal moneda internacional a futuro, ganando terreno otras como el yuan y el real, además de la permanencia del euro y del yen. En tal caso, será necesaria una coordinación efectiva, tanto de la política monetaria como de la política fiscal de las principales naciones del planeta, para consolidar una nueva etapa de recuperación económica y, por lo tanto, evitar una eventual recaída de la demanda agregada mundial. El sistema financiero argentino parece preparado para una nueva etapa, protegiendo la estabilidad monetaria y financiera, junto a la previsibilidad cambiaría desde la autoridad monetaria.

El modelo, no obstante, asume un renovado desafío frente a la era de incertidumbre. Se trata, junto a una visión estratégica, de enfatizar valores que hagan al sentido de responsabilidad social y políticas públicas como ejes del desarrollo, en especial en una sociedad que ha tenido grandes dificultades para identificar cuál es su propio interés frente al de los países centrales, así como para identificar intereses comunes por sobre los sectoriales. Esto implica profundizar los activos y las posibilidades de un país que produzca con mayor valor agregado, distribuya mejor su riqueza y sepa configurar un consenso estratégico respecto al riesgo de aumentar la exclusión o sólo asistir a los pobres. Esto es lo que está en juego en la Argentina y en la región ante la nueva crisis. La oportunidad de proponer un modelo de desarrollo productivo e inclusivo como síntesis del bien común, superando las tensiones existentes y las expectativas en el marco de la renovación institucional.