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Intuición y sentido común

* Por Daniel Muchnik. Algunas décadas de especialización en el periodismo económico me han hecho comprender que la verdad siempre está a mitad de camino.

Algunas décadas de especialización en el periodismo económico me han hecho comprender que la verdad siempre está a mitad de camino. Con tantas crisis intempestivas y, en algunos casos, nunca imaginables, los libros se fueron quemando y lo que ha quedado erige a la intuición y al sentido común como paradigmas para el trabajo. Quiero decir: la vida es imprevisible, el país es imprevisible, el mundo no se puede aferrar en un férreo pronóstico. El futuro económico mismo es mucho más complejo de lo que creen los optimistas (que son la mayoría) y menos dramático de aquello que consideran los escépticos consagrados. Y no existe evaluación certera de lo que le deparan los años próximos a la Argentina sino evaluamos que está pasando en el mundo.

Por ejemplo, es una verdad que el eje del poder del mundo está pasando de Occidente al Este Asiático. Pero para que se concrete el desplazamiento faltarían superar numerosos inconvenientes.

Es un hecho que la crisis financiera y los costosísimos programas que fueron necesarios para equilibrar la economía en los Estados Unidos ahora se traducen en impuestos más altos y han dañado seriamente las posibilidades de crecimiento de producción en ese país. En Estados Unidos hay mucha deuda, mucha desazón y crecen los bolsones de miseria y de extrema desigualdad social. Pero el país, a los tropezones, mantiene su supremacía económica y militar.

En Europa, el pedido de ayuda de Portugal por 80.000 millones de euros para mantenerse a flote y no apelar a una devaluación (con lo que tendría que abandonar la Comunidad Europea) muestra que todos los países en peligro, como lo fueron Grecia, España y hasta la misma Italia tienen este año y los que vienen que superar una deflación erosiva. Los que tomaron deuda (Grecia, Irlanda y ahora Portugal) a tasas de interés que no son generosas tienen una amenaza social política de envergadura, más perturbaciones económicas de distinto tipo y financieras.
Se insiste en que es Alemania la locomotora de Europa, el islote de prosperidad que no ha sufrido mella. ¿Pero podrá sostener esa posibilidad en una Europa que no sabe por donde caminar sin caerse, ni qué hacer?. Fueron bancos alemanes (y franceses) los que entraron en colapso en los países del continente semi-quebrados y sus casas centrales no han sabido reaccionar con rapidez frente al desastre. Esos bancos dependen de un sistema financiero continental, de reglas del juego que no se han venido cumpliendo.Tendrán que ordenarse , pero ¿con qué fondos, a cargo de quién?.

Se dijo que China apostó al Euro y tiene un interés especial en salvar a Europa. Pero Europa no estará esperando ese tipo de salvatajes. Todavía desea seguir pesando. Es exportadora neta de bienes de capital, de maquinaria de precisión y de alta tecnología en todos los sectores productivos. Hará sentir ese peso, inexorablemente.

En China, -dice Barry Eichengreen, profesor de la Universidad de Berkeley, en California-donde se encierran tantos interrogantes no hay perspectivas de crecimiento rápido y sostenido. Hay constantes presiones salariales de los trabajadores y pronto la fuerza laboral comenzará a crecer más lentamente pero la herencia histórica de aquella política de Estado de sólo un hijo. En el 2030 la población china en edad económicamente activa será de apenas 10 millones más de personas que hoy. Y con la desaceleración del crecimiento de la fuerza laboral se desacelerá, también, el crecimiento de la producción. Y la tasa de inversión puede bajar del 45 al 35 por ciento. Si se juntan todos esos factores se obtiene una tasa anual de crecimiento bastante menor que las del 10 y hasta 11 por ciento de los últimos años.

Eichengreen tiene cifras esperanzas en la India, más pobre que China, Porque posee margen para la productividad y la eficiencia tendiendo en cuenta que debe mejorar y ensanchar su infraestructura. Y la obra de mano subocupada, que puede trasladarse de la agricultura a las ciudades es varias veces superior a los índices de China.