Informe único: Cuento chino, el misterioso argentino embajador de Taiwán en Panamá
Por Jorge Boimvaser. Norberto Feldman alguna vez fue constructor, pero nada más se sabe de él en el terreno de los negocios. Amasó una fortuna, y es un lobbysta de influencia tan poderosa que fue quien le hizo creer a Néstor Kirchner que China invertiría 20 mil millones de dólares en la Argentina.
Por Jorge D. Boimvaser
@Boimvaser
info@boimvaser.com.ar
Que un argentino sea el embajador de China en Panamá es ciertamente extraño. No tiene un rango inferior, ni es agregado comercial, ni cónsul. Ni virtual embajador, es directamente el representante del tigre asiático en Panamá y desde allí maneja negocios de Taiwán para toda América. Y cuando regresa a Buenos Aires y toma contacto con el gobierno o con intendentes como Daniel Scioli y Sergio Massa, algunos funcionarios de carrera del Palacio San Martín tiemblan. Presumen estar frente a otro blooper como el que hizo Néstor Kirchner cuando anunció fallida e ingenuamente inversiones chinas en la Argentina por aquellos 20 mil millones de dólares que nunca llegaron.
Después de aquel chasco, el fallecido Presidente averiguó tardíamente quién era ese extraño hombrecito que se coló en su agenda de contactos hasta hacerle meter la pata en un asunto que fue el hazmerreír de todos.
Otra vez Julio de Vido anunció la reposición de material ferroviario que se lo puede llegar a adquirir –si se llega a comprar, pues no hay dólares ni créditos para hacerlo- como nuevo, siendo que es una especie de outlet o material en desuso que se reacondiciona para venderlo a países de bajos recursos como el nuestro.
Franco Macri es el hombre oficial de negocios de China para América Latina. Y cuando escucha hablar de Norberto Feldman prefiere responder con un "no sabe/no contesta". Prefiere eludir la respuesta antes que dar su opinión o contar las andanzas de este extraño personaje.
Hace 45 años el dictador Juan Carlos Onganía ya sucumbía frente a este personaje de influencia en el mundo diplomático siendo aún joven. Ser dueño de una constructora era una pantalla, Feldman jamás fue un Donald Trump ni se recuerda alguna obra suya digna de mención. Todo es especulación y rumores sobre su enorme influencia en los gobiernos y su predicamento en el mundo diplomático.
¿Un agente encubierto de alguna potencia? Poco probable, si así fuera sus movimientos serían menos sospechosos de lo que son.
¿Un parlanchín con ínfulas de aparentar? Negativo, sus fiestas carísimas en la quinta Santa Silvia donde cuenta con un tren y varios vagones que dan vueltitas en el predio es ya un clásico en las opulentas reuniones que allí se organizan desde hace décadas.
Aún en medio de las sangrientas dictaduras que asolaron a la Argentina, Norberto Feldman reunía en esos ágapes costosos a civiles y militares junto a funcionarios del Partido Comunista Chino que visitaban la Argentina. Y militares con rango de coronel y sus equivalencias en las demás fuerzas para arriba, nunca menos que eso.
Se tiene alguna referencia que el General Ramón Camps y su temible jefe de policía Etchecolaz (recodar la desaparición de Julio López cuando debía volver a declarar en su contra) tuvieron expresa orden del Presidente Videla de no hacer ninguna operación militar contra los invitados especiales de Norberto Feldman, aunque tuvieran vínculos con organizaciones comunistas chinas o cubanas. De las contadas ocasiones en que Camps obedeció a Videla, ésta fue una de ellas. Nota al pié: Massera se opuso al secuestro-desaparición de Jacobo Timerman e igual Camps se cortó por las suyas.
Un hijo suyo había nacido con problemas graves, y de allí que Feldman organizara una fundación genética que nunca se supo bien de qué se trataba. El mito urbano –inconsistente como todos los de este tipo- le atribuía a Feldman negocios oscuros con los trasplantes de órganos. Cuánto más improbable era saber de donde provenían sus ingresos y su enorme influencia, más crecían los rumores que le atribuían innumerables proveniencias "non sanctas".
Hasta se le creyó relacionado a ese mundo extraño de las "sociedades secretas", desde la masonería a los "Skull and Bones" (Calavera y Hueso) con sede en la Universidad de Yale. Si bien suena fascinante a las teorías conspirativas asimilar a Norberto Feldman con una de esas organizaciones del oscurantismo, su vínculo estrecho con China y con los miembros del Partido Comunista lo alejan de la posibilidad que represente o sea lobbysta de dichas sociedades secretas.
Y si además de su vínculo con los jefes comunistas de Taiwán es también un hombre de estrechos lazos con el Vaticano, se hace casi imposible detectar un código genético en común en su rompecabezas de relaciones.
Exhibe fotos que casi nadie puede atesorar. Desde Frondizi hasta Kirchner, con todos los Presidentes, civiles y militares. Desde Pio Laghi hasta Juan Pablo II, con cuanta autoridad de la Santa Sede se te ocurra. Nunca en fotos con "pichis", lo de Feldman siempre fueron las ligas mayores de los personajes del mundo.
Abrazado junto a Fidel Castro en una placa, y con Silvio Berlusconi en otra. Con Lula en un cuadro y Zapatero en el otro.
Su latiguillo periodístico cada vez que apareció en revistas como "Caras", fue siempre "mi vida está dedicada a cultivar amistades". Se mostraba con novias nuevas a quienes ofrecía contratos pre matrimonial con cláusulas de recesión millonarias. Más de una vez pareció bordear el incesto, por la casi niñez de sus acompañantes. Hoy Feldman ronda los 80 años, viste siempre de blanco y está casado con una bella panameña varios años menor. Tiene un chico alrededor de los 10 años, que siempre muestra orgulloso en su cuadro familiar.
Su "constructora" estaba ubicada (era una casa particular de varias plantas) en lo más lujoso de Belgrano residencial, sobre Avenida de los Incas. A mediados de los 80, Feldman tuvo problemas de efectivo y en un trámite fugaz le vendió la residencia al gobierno de Raúl Alfonsín, que se la entregó a la SIDE y desde entonces figura como una de las bases más conocidas del espionaje local. Fueron varios millones de dólares –algo por encima de la tasación real se dijo en su momento- que el alfonsinismo le entregó en varias valijas para hacerse de Avenida de los Incas.
En su predio de Santa Silvia este periodista le preguntó a fines de los 80: "Además de cultivar amistades, ¿me puede contar para los lectores de La Prensa a qué se dedica comercialmente?"
No le gustó la pregunta, y en segundos me vi rodeado por un par de guardaespaldas vestidos en lo más top de la Avenida Alvear. No hubo apriete, sino lo contrario, me llevaron a un salón VIP con excentricidades gastronómicas de otra galaxia. La cuestión era no molestar con preguntas fuera de lugar al fino anfitrión.
Hoy Norberto Feldman viaja de Panamá a Buenos Aires tratando de cerrar negocios con Scioli y Mazza para venderles maquinaria de China que convierte basura en energía. Y a Julio De Vida le intenta vender trenes y rieles ya en desuso en su país, como si fueran cero kilómetro.
Ser embajador de Taiwán en Panamá es otro eslabón de misterios en su insondable vida.
@Boimvaser
info@boimvaser.com.ar
Que un argentino sea el embajador de China en Panamá es ciertamente extraño. No tiene un rango inferior, ni es agregado comercial, ni cónsul. Ni virtual embajador, es directamente el representante del tigre asiático en Panamá y desde allí maneja negocios de Taiwán para toda América. Y cuando regresa a Buenos Aires y toma contacto con el gobierno o con intendentes como Daniel Scioli y Sergio Massa, algunos funcionarios de carrera del Palacio San Martín tiemblan. Presumen estar frente a otro blooper como el que hizo Néstor Kirchner cuando anunció fallida e ingenuamente inversiones chinas en la Argentina por aquellos 20 mil millones de dólares que nunca llegaron.
Después de aquel chasco, el fallecido Presidente averiguó tardíamente quién era ese extraño hombrecito que se coló en su agenda de contactos hasta hacerle meter la pata en un asunto que fue el hazmerreír de todos.
Otra vez Julio de Vido anunció la reposición de material ferroviario que se lo puede llegar a adquirir –si se llega a comprar, pues no hay dólares ni créditos para hacerlo- como nuevo, siendo que es una especie de outlet o material en desuso que se reacondiciona para venderlo a países de bajos recursos como el nuestro.
Franco Macri es el hombre oficial de negocios de China para América Latina. Y cuando escucha hablar de Norberto Feldman prefiere responder con un "no sabe/no contesta". Prefiere eludir la respuesta antes que dar su opinión o contar las andanzas de este extraño personaje.
Hace 45 años el dictador Juan Carlos Onganía ya sucumbía frente a este personaje de influencia en el mundo diplomático siendo aún joven. Ser dueño de una constructora era una pantalla, Feldman jamás fue un Donald Trump ni se recuerda alguna obra suya digna de mención. Todo es especulación y rumores sobre su enorme influencia en los gobiernos y su predicamento en el mundo diplomático.
¿Un agente encubierto de alguna potencia? Poco probable, si así fuera sus movimientos serían menos sospechosos de lo que son.
¿Un parlanchín con ínfulas de aparentar? Negativo, sus fiestas carísimas en la quinta Santa Silvia donde cuenta con un tren y varios vagones que dan vueltitas en el predio es ya un clásico en las opulentas reuniones que allí se organizan desde hace décadas.
Aún en medio de las sangrientas dictaduras que asolaron a la Argentina, Norberto Feldman reunía en esos ágapes costosos a civiles y militares junto a funcionarios del Partido Comunista Chino que visitaban la Argentina. Y militares con rango de coronel y sus equivalencias en las demás fuerzas para arriba, nunca menos que eso.
Se tiene alguna referencia que el General Ramón Camps y su temible jefe de policía Etchecolaz (recodar la desaparición de Julio López cuando debía volver a declarar en su contra) tuvieron expresa orden del Presidente Videla de no hacer ninguna operación militar contra los invitados especiales de Norberto Feldman, aunque tuvieran vínculos con organizaciones comunistas chinas o cubanas. De las contadas ocasiones en que Camps obedeció a Videla, ésta fue una de ellas. Nota al pié: Massera se opuso al secuestro-desaparición de Jacobo Timerman e igual Camps se cortó por las suyas.
Un hijo suyo había nacido con problemas graves, y de allí que Feldman organizara una fundación genética que nunca se supo bien de qué se trataba. El mito urbano –inconsistente como todos los de este tipo- le atribuía a Feldman negocios oscuros con los trasplantes de órganos. Cuánto más improbable era saber de donde provenían sus ingresos y su enorme influencia, más crecían los rumores que le atribuían innumerables proveniencias "non sanctas".
Hasta se le creyó relacionado a ese mundo extraño de las "sociedades secretas", desde la masonería a los "Skull and Bones" (Calavera y Hueso) con sede en la Universidad de Yale. Si bien suena fascinante a las teorías conspirativas asimilar a Norberto Feldman con una de esas organizaciones del oscurantismo, su vínculo estrecho con China y con los miembros del Partido Comunista lo alejan de la posibilidad que represente o sea lobbysta de dichas sociedades secretas.
Y si además de su vínculo con los jefes comunistas de Taiwán es también un hombre de estrechos lazos con el Vaticano, se hace casi imposible detectar un código genético en común en su rompecabezas de relaciones.
Exhibe fotos que casi nadie puede atesorar. Desde Frondizi hasta Kirchner, con todos los Presidentes, civiles y militares. Desde Pio Laghi hasta Juan Pablo II, con cuanta autoridad de la Santa Sede se te ocurra. Nunca en fotos con "pichis", lo de Feldman siempre fueron las ligas mayores de los personajes del mundo.
Abrazado junto a Fidel Castro en una placa, y con Silvio Berlusconi en otra. Con Lula en un cuadro y Zapatero en el otro.
Su latiguillo periodístico cada vez que apareció en revistas como "Caras", fue siempre "mi vida está dedicada a cultivar amistades". Se mostraba con novias nuevas a quienes ofrecía contratos pre matrimonial con cláusulas de recesión millonarias. Más de una vez pareció bordear el incesto, por la casi niñez de sus acompañantes. Hoy Feldman ronda los 80 años, viste siempre de blanco y está casado con una bella panameña varios años menor. Tiene un chico alrededor de los 10 años, que siempre muestra orgulloso en su cuadro familiar.
Su "constructora" estaba ubicada (era una casa particular de varias plantas) en lo más lujoso de Belgrano residencial, sobre Avenida de los Incas. A mediados de los 80, Feldman tuvo problemas de efectivo y en un trámite fugaz le vendió la residencia al gobierno de Raúl Alfonsín, que se la entregó a la SIDE y desde entonces figura como una de las bases más conocidas del espionaje local. Fueron varios millones de dólares –algo por encima de la tasación real se dijo en su momento- que el alfonsinismo le entregó en varias valijas para hacerse de Avenida de los Incas.
En su predio de Santa Silvia este periodista le preguntó a fines de los 80: "Además de cultivar amistades, ¿me puede contar para los lectores de La Prensa a qué se dedica comercialmente?"
No le gustó la pregunta, y en segundos me vi rodeado por un par de guardaespaldas vestidos en lo más top de la Avenida Alvear. No hubo apriete, sino lo contrario, me llevaron a un salón VIP con excentricidades gastronómicas de otra galaxia. La cuestión era no molestar con preguntas fuera de lugar al fino anfitrión.
Hoy Norberto Feldman viaja de Panamá a Buenos Aires tratando de cerrar negocios con Scioli y Mazza para venderles maquinaria de China que convierte basura en energía. Y a Julio De Vida le intenta vender trenes y rieles ya en desuso en su país, como si fueran cero kilómetro.
Ser embajador de Taiwán en Panamá es otro eslabón de misterios en su insondable vida.