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Holocausto y memoria

*Por Yohana Cortez. La Asamblea General de las Naciones Unidas en su sexagésimo período de sesiones decidió designar cada 27 de enero como el Día Internacional de Conmemoración anual en Memoria de las víctimas del Holocausto.

La Shoá, que en hebreo bíblico significa "catástrofe'' o "devastación'', es la irracional y sistemática masacre de un pueblo. El genocidio y pretendida aniquilación de los judíos que todavía hoy levanta clamores de protesta y gritos de repulsa en una humanidad horrorizada ante la matanza de 6 millones de víctimas inocentes.

La palabra "Holocausto'' proviene del griego "holo'' que significa total y "kaio'' que es quemar, es un término que originalmente hacía referencia a un rito religioso en el que se incineraba una ofrenda, pero que en la actualidad remite a cualquier desastre humano de gran magnitud, y especialmente, cuando se emplea como nombre propio, se refiere a la política de exterminio de los judíos residentes en Europa llevada a cabo por la Alemania gobernada por el nacionalsocialismo entre 1933 y 1945. Cuando el régimen nazi alcanzó el poder en Alemania en enero de 1933, adoptó de inmediato medidas sistemáticas contra los judíos, considerados ajenos a la raza aria.

Las deportaciones que se llevaron a cabo en toda la Europa ocupada por los alemanes generaron multitud de conflictos políticos y administrativos. Dentro de la propia Alemania se produjo un fuerte debate sobre el destino de los deportados. El transporte de víctimas a los campos de la muerte solía hacerse por ferrocarril, y la policía tenía que abonar al sistema ferroviario alemán el precio de un billete de ida de tercera clase por cada deportado. Cuando se había cargado a mil personas en un tren, se aplicaba una tarifa de grupo por la cual sólo era preciso pagar la mitad del importe.

Los puntos de destino en Polonia eran Kulmhof, Belzec, Sobibor, Treblinka, Lublin y Auschwitz. Este último, próximo a Cracovia, fue el mayor campo de exterminio. El gas empleado, cianuro de hidrógeno, producía una muerte rápida. Las víctimas de Auschwitz procedían de toda Europa. Una gran parte de los presos, incluso aquéllos que no eran judíos, fueron empleados como mano de obra en industrias, algunos prisioneros fueron sometidos a experimentos médicos, sobre todo a esterilizaciones. El número de víctimas de Auschwitz fue superior a un millón.

Con motivo del 50º aniversario del comienzo de la Segunda Guerra Mundial el Papa Juan Pablo II recordaba la historia en su mensaje, de manera particular el Sumo Pontífice denunciaba unos hechos que no dudó en calificar de "vergüenza para la humanidad''.

Entre los hijos de Israel que fueron sometidos mencionamos a la santa filósofa alemana Edith Stein, quien coronara su vida con el martirio "supremo testimonio de la verdad de la fe''.

El tema que nos convoca, tiene que ver con la memoria y se encuentra asociada al profundo dolor y al espanto que nos produce el recuerdo de esta tragedia, que muestra hasta dónde puede llegar el ser humano en su capacidad de provocar el mal. Sin embargo, fortalecer la memoria no tiene que ver solamente con el pasado. También implica un compromiso con el futuro, porque no queremos que vuelvan el fundamentalismo autoritario, la xenofobia, la violencia y la intolerancia con el supuestamente diferente. No se trata sólo de evitar el horror, muy importante de por sí, sino de promover entusiasmo y adhesión por los valores de respeto del diferente, del diálogo como forma de resolver el conflicto, del fortalecimiento de lo propio como camino para conocer lo ajeno. Enseñar el Holocausto es un componente fundamental de una educación que permita a las nuevas generaciones aprender a querer vivir juntos. Educar en los valores éticos de la justicia y de la democracia significa ser capaz de evaluar contenidos y representaciones y de decir no.

No hay espacios ya para ninguna "guerra santa'', más bien hemos de favorecer el diálogo constructivo entre las religiones, bajo el común esfuerzo de luchar por la justicia y la paz. Es este uno de los motivos por los cuales la Shoá, no es ni debe ser un tema que ocupe a un grupo étnico o religioso, sino a la humanidad toda. El intento del nazismo por aniquilar al diferente fue un ataque perpetrado contra la dignidad del Hombre en cuanto tal, y por lo tanto debe concernir a todas las personas sin distinción. El Holocausto será siempre una advertencia para todo el mundo de los peligros del odio, el fanatismo, el racismo y los prejuicios.

También nos obliga a replantearnos nuestra humanidad y el rumbo de la historia, aunque también nos abre el camino para nuevas maneras de hacer filosofía, y a su vez también para repensar y reflexionar un nuevo concepto de hombre. En este contexto surgen innovadoras formas de concebir el arte, la literatura, la filosofía y también de hacer nuevos pactos entre los hombres de manera que podamos acuñar un nuevo imperativo categórico para nuestro tiempo, imperativo que ya había sugerido Theodor Adorno. Se trata de alzar todos juntos las voces sin distinción de sexo, raza, o religión, y decir "Nunca más Auschwitz''.