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Historia de dos hermanas

Paula Siero -actriz, ex modelo, ahora directora y guionista- cuenta con sinceridad la génesis de la historia de El agua del fin del mundo , su primera película, que se estrenó ayer.

La historia surge a raíz de una experiencia personal. Mi manera de elaborar algunas cosas es escribiendo. Empecé a escribir no pensando que iba a ser un guión, empecé a ‘escaletear’ diálogos. Decidí que era interesante escribir sobre algo que yo conociera mucho pero ficcionando la situación. Nada de lo que sucede en la película me sucedió, pero sí conozco esa situación muy bien. Entonces hice como una alquimia".

Paula Siero -actriz, ex modelo, ahora directora y guionista- cuenta con sinceridad la génesis de la historia de El agua del fin del mundo , su primera película, que se estrenó ayer.

Protagonizada por Guadalupe Docampo, Diana Lamas y Facundo Arana, cuenta la historia de dos hermanas que planean un viaje al sur para atravesar juntas la enfermedad de una de ellas, pero conocen a un hombre que las enfrenta entre sí. ¿Cuál fue la experiencia personal que la llevó a imaginar esa historia? "La película es una homenaje a mi hermana, claramente", resume la actriz.

Siero trabajó el guión con Nora Mazzitelli ( Tiempo final ) y ganó una mención especial como guión inédito en el Festival de La Habana. Con el premio bajo el brazo, empezó el vía crucis de buscar un productor.

¿La idea siempre fue que lo ibas a dirigir vos? No, se fue dando. En un momento pensé que era posible, me sentí capacitada, empecé a soñar con la idea, empecé a ver de qué manera podía ser y finalmente encontré al productor que le interesó el proyecto (Juan Pablo Gugliotta).
¿Tuviste nervios? Tengo que confesar que el día anterior tenía un ejército de monstruos en mi cabeza que venía avanzando, aterrorizándome. Eso fue la noche anterior. Empecé a rodar y fue todo muy fácil, pese a las dificultades de todo rodaje independiente. Conseguí un grupo, tanto de técnica como de artística, muy a favor del proyecto. Se pusieron la historia al hombro.
¿Cómo conseguiste a Facundo Arana, que nunca había trabajado en una película independiente? Leyó el guión hace mucho, le gustó mucho y quería participar. Yo sentía que el personaje había vivido cosas que Facundo había vivido en su vida. Y a mí me parece que cuando uno conoce lo que está interpretando se pone más linda la interpretación, tenés un lugar de dónde agarrarte muy original, muy personal. Con Guadalupe, Diana y Facundo estuvimos ensayando cinco meses.

¿Por qué tanto ensayo? Empieza la película y tiene que existir una relación de hermanas muy compleja. Ya para generar ese vínculo necesitábamos tiempo. Ellas no se conocían. No ensayábamos las escenas del libro. Yo lo pensaba todo desde mí como actriz, si ensayamos mucho algo, se te empieza a automatizar y yo sabía que en esta película quería primeros planos y en los primeros planos tenés que tener mucha verdad, el automático no me servía. Entonces lo que hicimos fue ensayar las situaciones de la película, hablar de las situaciones, cómo cada uno lo veía y probábamos. La verdad que fue como un laboratorio de actuación, yo aprendí un montón, más de una vez me quería tirar a actuar.

¿Pensaste en actuar? Muy al principio. Después me di cuenta de que dirigir era un montón, que tenía muchas ganas de hacerlo y que iba a padecer actuar y dirigir. No era un rol simple, era importante y necesitaba una mirada de afuera. Les di paso a ellas dos y fue genial también para mí ver eso. Aprendí como actriz.