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Hay que mejorar el gasto en la universidad

* Por Alieto Guadagni. Es positivo que se haya incrementado el gasto universitario que es financiado por el presupuesto nacional, que ya supera los $13.000 millones, pero aún queda mucho territorio por recorrer para mejorar la eficacia y la equidad de este importante gasto.

Consideraremos únicamente su eficacia, a pesar que la equidad no existe ya que el principal potencial distributivo del gasto educacional esta hoy en el nivel primario y secundario, pues son muy pocos los estudiantes universitarios provenientes de la mitad de la población que corresponde al 50% más pobre de la sociedad.

Mientras se gradúa en las universidades el 40% de quienes pasaron por las escuelas primarias privadas, apenas se gradúan 5 de cada 100 niños que ingresan a una escuela primaria estatal.

Para considerar los avances en la formación de los recursos humanos hay que prestar atención a la evolución de la Universidad, ya que es en este nivel superior donde se juega el futuro.

Las estadísticas universitarias correspondientes al 2009 nos dicen que se graduaron en las universidades estatales 69.452 estudiantes, de los cuales apenas 1597 egresaron de carreras orientadas a las “ciencias agropecuarias y del suelo” (es decir 2,3% del total).

Por su parte las Universidades privadas graduaron 28.677 estudiantes, de los cuales escasamente 192 corresponden a ciencias agropecuarias y del suelo (es decir apenas 0,7% del total). No parece lo más conveniente para nuestro futuro que por cada 21 graduados en ciencias sociales en las universidades estatales haya apenas un graduado en ciencias agropecuarias, y que esta desmesurada proporción trepe a nada menos que 83 por uno en el caso de las universidades privadas. Es reducida la graduación en carreras importantes para los avances científicos y tecnológicos, como, física, biología, matemática y química.

Además, existen importantes universidades ubicadas geográficamente en el interior del país en áreas de potencial productivo agropecuario, sin embargo la matrícula universitaria no apunta en el sentido de fortalecer una oferta tecnológicamente capacitada para afrontar los desafíos del mundo globalizado y aprovechar plenamente sus oportunidades.

En las universidades estatales se gradúan por cada ingeniero 2 abogados, pero en las privadas se gradúa cada 14 abogados apenas 1 ingeniero. Es urgente reorientar efectivamente la matrícula universitaria hacia el futuro de este nuevo siglo, por eso carece de sentido negarle recursos a la expansión de las carreras que son vitales para aprovechar las oportunidades del mundo globalizado, el presupuesto debe dejar de estar anclado en el siglo XIX. Además, es grave observar que nuestro gasto universitario, financiado por la inmensa mayoría de la población que no llegara nunca a un diploma universitario porque no concluye el ciclo secundario, está muy lejos de ser eficaz.

Tenemos muy pocos graduados, ya que apenas se gradúan 23 profesionales cada 100 ingresantes a las universidades estatales (atención: en Chile y Brasil se gradúan más de 60).

Esto hace que cada graduado universitario le cueste al Tesoro una suma hoy equivalente a u$s 40, pero atención, este promedio disimula la enorme diferencia entre universidades con aceptables niveles de graduación como Córdoba y Rosario (gradúan algo más del 40% de sus ingresantes), y muchas otras universidades con muy escasa graduación. Por ejemplo en el año 2009 la Universidad Nacional de Salta graduó apenas el 3% de los ingresantes, la Universidad Nacional de Jujuy escasamente graduó el 7% y la de Formosa 8%, (es decir escasamente entre la vigésima y la octava parte de lo que gradúan Chile y Brasil).

La explicación a este pésimo resultado lamentablemente es muy simple: la inmensa mayoría de los alumnos no estudia para rendir las materias, es así como en Salta después de haber estado un año en la universidad apenas el 39% aprobó más de una materia.

Existen evidencias estadísticas que son los estudiantes que no trabajan los que tienen peor rendimiento. Todo esto tiene un considerable costo fiscal: un graduado salteño le costó al Tesoro u$s 350.000, ya que con 5000 ingresantes la Universidad Nacional de Salta logro apenas 133 graduados.

La autonomía universitaria fue una gran conquista de la Reforma Universitaria de 1918, pero esta autonomía no significa dejar de lado la responsabilidad de utilizar los recursos de los contribuyentes de la mejor manera posible. No nos olvidemos que la mayoría de la población, cuyos hijos particularmente en provincias del NOA y del NEA con características feudales, nunca pisarán una Universidad es quien hoy hace el esfuerzo tributario de aportar los impuestos para que tengamos instituciones educativas gratuitas y de alto nivel.

Quienes administran recursos públicos están obligados a hacerlo con responsabilidad para poder así rendir cuentas a la sociedad, esto es esencial en una República. La Universidad es autónoma frente al poder político pero responsable ante la sociedad.