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Hay que hacerse amigo del juez

*Por Ricardo Roa. Más que la justicia exprés de la que se queja la Presidenta, hay una injusticia eterna: la que investiga la corrupción.

La mayoría de los causas queda impune.

Los jueces no pueden soportar que el poder político signifique tanto para ellos pero viven con la intranquilidad de conciencia de no hacer nada. O casi.

Si hay un ejemplo emblemático es Skanska. Empezó hace ya casi 6 años y la propia empresa sueca reconoció que pagó "comisiones indebidas" , un eufemismo de coimas, se presume a funcionarios. Pocas veces fue tan claro que, a confesión de partes, relevo de pruebas.

Pero el expediente cayó en manos de Oyarbide. Y hoy las coimas confesadas siguen sin condena.
Skanska desnudó la primera historia de corrupción del poder kirchnerista , que se disparó del modo menos pensado, sin soplones ni denuncias de la oposición. Paradójicamente, fue la AFIP que allí descubrió, por rutina, facturas truchas. Un juez en lo económico, López Biscayart, metió luego el cuchillo a fondo: comprobó la evasión y cómo se había montado la estafa. Mandó a prisión a sus responsables y uno de ellos apuntó directamente al súper ministro De Vido.

Pero llegó Oyarbide. Debutó anulando las indagatorias que había realizado Montenegro, quien había investigado en paralelo a López Biscayart. Entre paréntesis: a este juez el Gobierno intentó echarlo.

Todo volvió a fojas cero.

Para despegarse, Kirchner pretendió que si hubo corrupción había sido "entre privados" aunque el juicio se llevó puestos a dos funcionarios involucrados: Madaro y Ulloa. La Cámara apuró a Oyarbide a definir la situación de ambos: el juez terminó por procesarlos más de dos años después de haberlos indagado.

Se tomó su tiempo.

Finalizada una licencia para trabajar con Scioli, el fiscal Stornelli volvió a la causa. Y acaba de pedir que procese a un tercero: el secretario de Energía, Daniel Cameron, que está con los Kirchner desde el 91 y fue ministro en Santa Cruz (ver Skanska: la situación judicial de Cameron, aún sin definición) ¿Cuánto se tomará esta vez Oyarbide para decidir?