DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Hambre y especulación

El hambre está movilizando a centenares de millones de personas, condenadas por la especulación inhumana que crea burbujas efímeras, con fuerte impacto en los puestos de trabajo.

Ciertos analistas occidentales de la crisis que aún estremece al mundo árabe sólo focalizan sus trabajos sobre la lucha contra regímenes autoritarios, pero soslayan un aspecto fundamental: el hambre, no de votos sino de alimentos. Y es casi perversamente lógico que así sea, porque la mayoría de las hambrunas no es causada por factores naturales adversos, sino por la inhumana especulación financiera.

En 2007, según estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), 963 millones de personas padecían hambre en el mundo. El 65 por ciento vivía en la India, China, el Congo, Bangladesh, Indonesia, Pakistán y Etiopía; y en el África subsahariana, una de cada tres personas –unos 240 millones– sufría de desnutrición crónica.

Por cierto que subieron los precios de los alimentos, pero el ingreso per cápita de esos millones de seres famélicos apenas superaba 1,25 dólar por día, con lo cual no podían acceder a los alimentos básicos. Esto ya sucedió en 1989 en la llamada "guerra del pan", iniciada en Túnez, que se propagó con rapidez a Jordania y, desde allí, a la mayoría de los países de Asia, detalle que olvidan o prefieren ignorar los prolijos analistas contemporáneos.

Durante las movilizaciones que terminaron con el gobierno de Hosni Mubarak, uno de los principales medios de El Cairo afirmaba, sin dejar margen para la discusión: "Hay hombres y mujeres en Túnez o Egipto que no esperan ni una democracia de fachada ni mucho menos una política económica dictada por la Unión Europea y las instituciones financieras internacionales. Tienen claro que la orientación neoliberal de Europa conducirá a más desempleo y miseria".

La sobrevaluación actual de las commodities (materias primas) determinó que el índice para los precios de los alimentos, que releva la FAO, batiera un nuevo récord en enero de 2011. Por primera vez se situó en 231 puntos de promedio, cuando antes de 2007 nunca rebasó los 120. Además de una mayor demanda que puede impulsar la suba, significa también mayor especulación financiera, mayor riesgo de estallido de la burbuja y, sobre todo, mayor hambre.

Una nueva debacle no mejorará la situación de los pueblos hambreados; al contrario, serán ellos los primeros en pagar las consecuencias de ese derrumbe, porque no hay voluntad ni, al parecer, capacidad para contener la inhumana voracidad de las corporaciones especulativas.

En su informe "Tendencias mundiales del trabajo", la Organización Internacional del Trabajo (OIT) advierte que la presunta reactivación global carece de impacto en el empleo. El informe recuerda "la existencia de alrededor de 40 millones de personas trabajadoras pobres en el extremo nivel de 1,25 dólar diario en 2009, más de las que se habrían esperado en ausencia de una crisis económica mundial", que se desató ese año.