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Golpe en Turquía: el valor estratégico de un país que quedó en la mira de ISIS

Aunque fue fallido, el intento de desestabilizar al gobierno turco escondió intereses para los extremistas.

El intento de golpe de Estado que sacudió a Turquía el viernes, que vino a sumarse a los atentados sufridos hace menos de un mes en el aeropuerto de Estambul, levantan las sospechas sobre la importancia estratégica que tiene este país y, más importante aún, sobre a quién le interesa tenerlo bajo control. Como suele ocurrir en oriente, las respuestas están, en parte, centradas en los yihadistas o el grupo ISIS.

Turquía se convirtió en la "ruta yihadista" entre Europa y Siria, dada la extensa frontera que comparte con este segundo país, por la que ofrece un paso fácil para todo tipo de grupos salafistas, entre los que cuentan Al Qaeda y el Estado Islámico.

Además de esta extensa y permeable frontera, los grupos extremistas encuentran otra clara ventaja en Turquía, y es que cuentan con el amparo político del Partido Justicia y Desarrollo (AKP, por sus siglas en inglés). Así, las pequeñas células que logran operar desde el país tienen la posibilidad de atacar a la misma Turquía y, desde allí, a otros países europeos. En suma, el suelo turco se transformó en una especie de puerta de entrada perfecta para los extremistas, que también cuentan con refugio y protección.

A esta situación, se suma la presunta vulnerabilidad de su presidente Recep Tayyip Erdogan, que ya no cuenta con el mismo apoyo de la sociedad con el que contaba otrora. Ante esta suma de cosas, el territorio turco se convirtió poco a poco en un lugar de máxima estrategia para los grupos extremistas.