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Gilberto "el monstruo de Machala"

Durante cinco años aterrorizó la región de Machala en Ecuador. Cuando lo atraparon contó en detalle su marca característica de cada crimen.

Gilberto Antonio Chamba Jaramillo, conocido como "el monstruo de Machala", formó parte de la vida de su Ecuador natal hasta el 2000, año en que tras salir de la cárcel se mudó a España.

En Ecuador formó parte del ejército, y fue allí donde aprendió a matar. La muerte la llevaría consigo por el resto de su vida aunque en los últimos años la convirtió en su marca personal.

El 1993 cuando dejó el ejército, Gilberto empezó a manejar un taxi por las calles de Machala. Ese vehículo le servía además de cómo bien de subsistencia, cómo objeto de persecución y captura de sus víctimas.

El objetivo del monstruo eran las mujeres jóvenes, estudiantes y que habitualmente andaban solas.

Su primera víctima se llamaba Cecilia. Gilberto la había cortejado y en un día de calor la invitó a comer sandía. Después, le ofreció una cadena de oro y dinero para tener relaciones sexuales pero la mujer se negó. Entonces el monstruo tomó un vidrio roto y se lo clavó en el cuello matándola en pocos minutos. Una vez que estaba muerta, Gilberto la violó.

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Tras el crimen, "El monstruo de Machala" acudió al velorio y les dio el pésame a sus familiares. Esa costumbre la repitió en todos los crímenes que cometió.

A Cecilia la siguieron otras siete víctimas fatales. Todas fueron violadas y asesinadas, según la justicia con una mecánica criminal idéntica. El asesino les tapaba la boca con una mano y las ahorcaba con la otra. Para asegurarse, las colgaba de una cuerda o un alambre. Después se deshacía del cuerpo en baldíos o terrenos al costado de los caminos. En el lugar dejaba como firma un hilo amarillo

Entre las víctimas fatales de Gilberto hubo dos menores. Dos chicas, una de 14 y otra de 16. La última mujer atacada fue una prostituta. La mujer era corpulenta y pudo escapar del crimen. Después de huir denunció como fue que la capturaron y a donde la llevaron y gracias a su descripción lograron detener a Gilberto.

El monstruo de Machala tardó cuatro días en confesar tras ser detenido. Su declaración dejó a los investigadores absolutamente sorprendidos. "Las violaba después de muertas. Esa es mi satisfacción personal" dijo Gilberto ante los policías. Además, confesó que cuando no podía violarlas les introducía en la vagina una especie de bastón que se había hecho hacer sólo con ese fin.

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Tras la confesión y en medio de una gran investigación, los policías y el fiscal llevaron a Gilberto a donde aparecieron los cuerpos. Para saber si él era el asesino más de una vez lo llevaron a escenarios que nada tenían que ver con la investigación, pero Gilberto los corregía y los llevaba al lugar exacto.

En uno de los allanamientos encontraron lo que se dio en llamar la casa del horror. Una vieja casa en la ciudad de Machala adonde Gilberto llevaba a sus víctimas. Allí atacó a más de una pero dejó el registro de todas. Una vez que mataba, escribía el nombre de su víctima en la pared. La lista fue casi como una confesión para la policía.

Jaramillo fue condenado por sus crímenes en 1993 a 16 años de prisión. En una actitud polémica fue beneficiado por el 2 x 1 y por buena conducta redujo esos años a la mitad. En el 2000, ya en libertad, se fue a vivir a España con su mujer y sus hijos.

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Su nuevo destino fue Madrid. En esa ciudad Gilberto tenía dos hermanas. Allí se radicó y empezó a trabajar de albañil y de portero hasta que consiguió un trabajo fijo en la localidad de Lleida y se mudó. Su nuevo trabajo estaba en un estacionamiento cercano a la Universidad de abogacía. Sería su última actividad en libertad. Corría el año 2004.

María Isabel Bascuñana era una joven estudiante de abogacía que guardaba su auto en el estacionamiento cercano a la universidad, donde trabajaba Jaramillo. La muchacha desapareció el 23 de noviembre y su cuerpo fue encontrado dos días más tarde. La habían violado, asesinado y envuelto en una bolsa de basura.

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En principio los investigadores creyeron que se trataba de un crimen pasional, pero fueron las amigas de la víctima quienes dieron la pista clave. Denunciaron que Gilberto acosaba a María Isabel y además también perseguía a varias de ellas que guardaban su auto en el lugar donde el hombre trabajaba.

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Gilberto fue detenido y la pericia de ADN determinó que era el asesino de María Isabel. En todo momento, y aún hoy, Gilberto asegura que se trató de un complot de la policía española. Sin embargo, la justicia comprobó que Gilberto mentía, ya que había dicho que no tenía antecedentes y el informe desde Ecuador fue determinante.

Finalmente, en 2006, fue condenado a 45 años de prisión. Los jueces determinaron que Gilberto presentaba un "perfil de psicopatía con falta de empatía hacia sus víctimas y una desviación sexual consistente en unir la satisfacción por actos violentos de muerte".

Ahora, en España, Gilberto Antonio Chamba Jaramillo cumple con la pena que Ecuador no le supo mantener.