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Fraticelli, hoy

El suicidio de su ex mujer lo volvió a colocar en el centro de la escena.

Fraticelli, quien estuvo preso casi seis años acusado del homicidio de su hija, permanece en su Rufino natal. Con nuevo look sale poco de su casa, se ejercita con la bicicleta, da clases de Derecho y prefiere no hablar del tema.

Nadie sabe qué pasa por la mente de Carlos Fraticelli (59) cuando sale montado en bicicleta, ataviado con mochila, gorra y anteojos, a la misma hora en que Rufino se sumerge en una profunda siesta. Religiosa siesta.

Son las 14:57 del sábado 11 de abril en este pueblo de 18.500 habitantes, al sur de la provincia de Santa Fe. Pago chico, intrigas grandes. Y silencio omnipresente, mientras el sol pega fuerte sobre las calles de polvo.

El nombre del ex juez penal vuelve por estos días a ser el más comentado de la localidad.

Acá, los vecinos se conocen todos. Y el centro es un puñado de manzanas irregulares, donde en cada esquina surge un trascendido. El suicidio de Graciela Dieser (56), la ex esposa de Fraticelli, volvió a poner a esta familia disfuncional en el centro de la escena. Hagamos memoria: ambos fueron condenados por la muerte de su hija Natalia, ocurrida el 20 de mayo de 2000, a pocas cuadras del actual domicilio del otrora juez. La adolescente de quince años apareció muerta en su habitación, con síntomas de asfixia, producto de un estrangulamiento. Fraticelli aportó su coartada: al momento del crimen habría estado en un albergue transitorio con su amante de entonces, Mirta Elguero, y tomando whisky. Los padres, finalmente, fueron condenados por homicidio: él pasó cinco años y diez meses preso; ella, seis años y cuatro meses. Pero en noviembre de 2009, un tribunal de Venado Tuerto los absolvió, las dudas sobre el caso todavía persisten... Cuando el miércoles 11 se conoció la noticia del suicidio de Dieser, quien murió tras la ingesta de alguna sustancia en la bañera de su casa, el caso retornó a los medios. Y, después de mucho tiempo, Fraticelli volvió a sentirse observado Sale a caminar muy temprano, a eso de las siete de la mañana, casi todos los días. Parte desde su casa, en la calle Colón, y se va internando hacia el parque, camino a la Ruta 7. El aire puro es un eficaz aliciente.

También puede hacerlo en bicicleta, vehículo que utiliza con frecuencia. Así despeja la mente el ex juez, en otro momento tormentoso de su vida.

Ahora cultiva el bajo perfil. Sale poco de su casa y hasta sorprendió con un cambio de look: dejó atrás la larga cabellera, para lucir casi rapado. Sus actividades laborales no variaron: sigue dando clases de Derecho Público en el Colegio Nacional N° 50 de Rufino. Allí, en su lugar natal, Fraticelli siempre dijo sentirse cómodo y respetado. Cuando salió de la cárcel no dudó en regresar al mismo barrio donde ocurrió el hecho que marcó su vida. Lo que sí alteró su rutina en estos días fue el renovado interés de los periodistas. Alertado, su domicilio permaneció cerrado durante el jueves y el viernes, cuando la muerte de Dieser copaba diarios y espacios televisivos."Déjenlo en paz al hombre. Si siguen viniendo los periodistas los vecinos los van a sacar a patadas", lo defendió un comerciante que vive muy cerca. Para resguardarse de las miradas y los flashes molestos, Fraticelli eligió pasar la tarde noche del viernes en la casa de unos familiares, a dos cuadras de su vivienda. Mientras, su actual pareja y ex terapeuta, Norma Tejedor, se ocupó de comprar pizza en un local cercano, para la cena de aquella noche.
El sábado, Fraticelli decidió aprovechar el espléndido día de sol. Después de almorzar, salió con la bicicleta y se perdió en campos sembrados y bosques frondosos durante casi tres horas. Su mujer, mientras tanto, había dejado la casa a bordo del Volkswagen Gol color rojo que ambos manejan.

Cuando retornó de su periplo y advirtió la presencia de los enviados de esta revista, inmediatamente le cambió la cara. No quiso bajarse de la bici y se alejó sin intención de hablar. Por ahora, el ex juez prefiere el silencio.

Trascendió que Dieser, quien se fue a vivir a Rafaela luego de salir de prisión, dejó cuatro cartas: una, dirigida al juez Carlos Stegmayer; otra, a su actual pareja (Daniel Aguilar); una tercera a su hijo Franco (29, adoptado por ella y Fraticelli) y la última para su hermano Pedro. En una de ellas afirmaba que Natalia la "visitaba todas las noches" y que la mujer no "aguantaba más y quería matarse, para reencontrarse con su hija". Franco expresó en sintonía: "Ahora, mi mamá y mi hermana están juntas", dijo el joven, quien fue el primero en encontrar a su madre sumergida en la bañera, en su departamento de Sarmiento 244, Rafaela, "listaba muy triste por lo de Natalia. Muchas Veces me dijo que la extrañaba y que la quería ver", agregó Franco. Después de dos muertes, aquella foto de portarretrato, de familia tipo, sonriente y presuntamente feliz, cada vez se borronea más.