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Eutanasia del ahorrista

*Por: Teófilo Gomila. La famosa frase acuñada por John Maynard Keynes como ícono para resolver la crisis de 1929 merece ser recordada en estos días, en los que subsisten aun los efectos de la crisis "sub prime" o "de las hipotecas" en Estados Unidos.

A diferencia de la gran depresión del siglo pasado, el impacto de la de nuestro siglo parece no haberse globalizado o al menos no ha afectado tan gravemente a gran parte de los "países emergentes", que no sólo han vadeado sus efectos, sino que además han seguido creciendo a tasas chinas. A ellos -China, India y Brasil- podemos agregar Argentina que, por motivos diferentes, ha sabido superar la conmoción y completar un período de seis años consecutivos de altas tasas de crecimiento. La razón que parece explicar mejor este disímil comportamiento es que la crisis, al centrarse en el desmoronamiento de los sectores financieros centrales, Estados Unidos y la Unión Europea, ha afectado indirectamente a la economía real. Aquellas economías más alejadas de los centros financieros occidentales y menos dependientes de ellos, no sólo han sido menos afectadas sino que se han visto estimuladas por el ingreso de capitales globales que huyendo de los grandes mercados tienden a radicarse en los países emergentes. El caso más claro parece ser Brasil, que como consecuencia de ello, ha visto revaluarse al real hasta niveles que podrían afectar seriamente su competitividad internacional.

EL GRAN ACREEDOR
En tanto China, el gran acreedor global, parece defenderse mejor de las presiones revaluacionistas de Estados Unidos y muy a pesar de ellas se obstina en no usar el tipo de cambio para defender su competitividad. Es probable que detrás de esta decisión este influyendo su fenomenal posición de reservas en dólares y títulos norteamericanos expuestos a una significativa perdida de capital ante la creciente desconfianza en el dólar de la comunidad financiera internacional. Capítulo aparte merece la Unión Europea, donde la crisis financiera comenzada en Grecia y trasladada a Irlanda ya golpea cruelmente a España y Portugal y sus efectos están determinando decisiones de ajustes fiscales que tiñen el horizonte de negros nubarrones o, en el mejor de los casos, de perspectivas de prolongados estancamientos y altos niveles de desempleo que exceden nítidamente el corto plazo.

EL CASO ARGENTINO
Argentina, confirmando el apotegma de que "existen tres tipos de economías en el mundo: las desarrolladas; las subdesarrolladas y la argentina", alejada de los mercados financieros internacionales luego del default y con un sistema financiero muy pequeño en términos relativos, se ha mantenido inalterada frente a la crisis, hecho atribuible no sólo a los "vientos de cola" (precios de soja y otros comodities) como sostienen algunos.

La solidez de su sector externo y el equilibrio presupuestario (fiscal) de los últimos tiempos ha sido la condición necesaria que dio fortaleza al modelo, pero a ambas se debe agregar la firme decisión política, quizás al costo de un escalón inflacionario más alto y sacrificar el ahorro interno, de estimular el consumo mediante políticas salariales, previsionales y sociales expansivas y contracíclicas cuyo resultado ha sido la recuperación de puestos de trabajo y crecimiento del ingreso nacional que contrastan claramente con la coyuntura de los países centrales.

Las recientes afirmaciones del premio Nobel de economía Paul Krugman acerca de su despreocupación por los efectos de la crisis en nuestro país abonan aquella tesis. Aun así, debe quedar claro que las políticas expansivas deben ser coyunturales y un delicado equilibrio debe sostenerse a riesgo que la escalada inflacionaria desborde y consuma los ingresos reales de la población sumergiendo los niveles de actividad y empleo.