DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Es tiempo de la política

*Por Raúl Cima. Los gobiernos de "políticos profesionales" son verdaderas dictaduras, que cambian las charreteras por el uso del traje y la corbata.

Es tiempo de elecciones y es bueno reflexionar para definirse. Comencemos aclarando qué significa política.

Este nombre no es una ocurrencia, sino que tiene su origen en la palabra griega polis , que se usaba para denominar a la "ciudad", y se refiere a la vida de la sociedad. O sea que todo lo que uno hace a nivel individual, privado, responde a la responsabilidad de cada uno y no es cuestionable, pero cuando se trata de dos o más personas con las que se debe compartir una convivencia, hay que intercambiar opiniones, para que sea llevadera en beneficio de todos. Y a eso se refiere la política: se trata, pues, de la vida social.

De ello se desprende, entonces, que los ciudadanos, además de nuestra vida individual, somos todos seres políticos. Y, como tales, todos tenemos el "derecho incuestionable" de participar de manera activa, con nuestra opinión, en la construcción de las pautas de funcionamiento o del orden social que nos rija, para alcanzar una convivencia en armonía, paz y bienestar para todos.

Un ejemplo: si organizamos una fiesta, no decide uno solo, sino que dialogamos sobre el lugar adonde concurrir, hora, comida, música, etcétera. Y si uno propone, el resto tiene la libertad de aceptar o no, según su decisión personal.

¿Y cómo se da esto en la realidad social? Al ser grande el número de personas que interviene para llegar a los acuerdos, se debe tratar de unificar criterios sobre las maneras diversas de vida y necesidades, por lo que debieran participar todos, dando su opinión, pues todos tienen los mismos derechos.

Luego, ante la dificultad de moverse en masa, se deben buscar las coincidencias mediante "delegados" que representen con claridad esas posiciones, los que deberán respetar el mandato otorgado por su grupo sin modificarlo, con la obligación de rendir cuentas a sus mandantes sobre los acuerdos logrados y cuyo cargo no implica una estabilidad ni la cesión de un "poder" estable para hacer lo que quiera y puede ser renovado cuando así lo decida la mayoría. De funcionar así en armonía, estaremos hablando de una verdadera organización democrática, es decir, decisión y gobierno del pueblo.

Falsa democracia electoral. Pero como la humanidad ha sido copada y organizada según el criterio de una minoría que se apoderó de las riquezas, para mantener esos privilegios ha ideado una forma política que no responde a aquellos criterios, sino que ha impuesto a la población una "falsa democracia electoral", en la que no es el pueblo el que decide, sino que sólo elige mediante elecciones a sus delegados o representantes, quienes, en lugar de "re-pre-sen-tar" al pueblo, se convierten en gobernantes y son ellos los que deciden qué es lo que se hará y las necesidades que se van a satisfacer, sin rendirle cuentas.

Con ello, le quitan al pueblo sus derechos políticos a decidir y le dejan sólo el de la elección, asumiendo ellos las decisiones. Pasan así a ser "políticos profesionales", pues hacen de esa vida una profesión, por cierto que con inmensos privilegios que no comparten con la población. Por todo esto, se puede afirmar sin temor que los gobiernos de "políticos profesionales" son verdaderas dictaduras, que cambian las charreteras por el uso del traje y la corbata. El mejor ejemplo lo tenemos viendo a los políticos cuando hacen el nuevo Centro Cívico destruyendo la Casa de las Tejas, cuando deciden la fecha de elecciones o la marcha del país según sus intereses, y etcétera.

Si por acuerdo o desacuerdo con estas reflexiones motivo a los lectores, habré cumplido con mi intención.