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¿Es posible "leer el pensamiento"? (IV)

La respuesta es afirmativa y todos somos potenciales "lectores del pensamiento". Descubra algunas modalidades de esta curiosa condición humana.

El artículo de George Romanes en Nature (ver parte III) provocó otras dos derivaciones en cadena y en la misma revista. Por un lado William Carpenter, el reconocido fisiólogo británico que había sido mencionado al comienzo del informe como que habría ejercido cierta influencia para que se le preste atención a los prodigios de Bishop, aclaró su posición y vínculo relatando una experiencia anterior en la que fue sorprendido por un truco de naipes que le realizó el mentalista [Carpenter, W. B. (1881) Re W. I. Bishop. Nature 24, June 30, Letters to the Editor, pp. 188-189]. Acto seguido vinieron las disculpas del psicólogo al fisiólogo [Romanes, G. J. (1881) Dr. W. B. Carpenter and Mr. W. I. Bishop. Nature 24, July 7, Letters to the Editor, p. 211], y una crítica por el juego de naipes [Whyte, T. (1881) Re W. I. Bishop. Nature 24, July 7, Letters to the Editor, pp. 211-212].

Lectura de la Mente versus Lectura Muscular

Con este título también intervino el crédulo William F. Barrett (1844-1925), haciendo un replanteo del tema y pidiendo que se suspenda el juicio sobre esta cuestión porque existía una gran cantidad de hechos residuales que no se ajustaban a la teoría del discernimiento y acción muscular inconsciente del Dr. Carpenter. Según Barrett: "Estos hechos apuntan en la dirección de la existencia ya sea de un órgano sensorial hasta ahora no reconocido, o de la acción directa de la mente en la mente sin la intervención de alguna impresión sensorial" [Barrett, W. F. (1881) Mind-Reading versus Muscle-Reading. Nature 24, July 7, Letters to the Editor, p. 212].

Barrett se estaba refiriendo a lo que un año después llamarían "telepatía", término acuñado por su compañero Frederic W.H. Myers (1843-1901), ambos fundadores de la histórica Society for Psychical Research (SPR).

Para sostener su postura, Barrett tuvo la mala idea de comentar su experiencia con una familia de Derbyshire (Inglaterra), cuyo caso luego sería muy célebre entre los fraudes paranormales infantiles que pasarían a la historia como el de "las hermanas Creery".

El ingenuo "investigador" había quedado embelesado por un juego popular ("The Willing Game") que solían realizar los hijos (Mary, Alice, Maud, Kathleen y Emily) del Reverendo A. M. Creery, y cuyas edades oscilaban entre 9 y 14 años.

Consistía en que uno de los niños salía de la habitación y Barrett escribía en un papel el nombre de un objeto que luego mostraba al resto de los hermanitos. El ausente ingresaba a la habitación (a veces con los ojos vendados) y, "sin el contacto de las manos o cualquier comunicación", nombraba correctamente el objeto elegido en cuestión de segundos.

Según Barrett, los cinco hermanitos ―cuatro niñas y un niño― eran exitosos por igual en estas pruebas. Pero también le sorprendió que "la mucama era igualmente sensitiva". Con igual rapidez y precisión le adivinaron letras, nombres de lugares, de personas y naipes.

Estas experiencias personales de Barrett fueron las que le alentaron a seguir en esa línea de investigación y creyendo que la telepatía era una realidad. Pero poco después, dos hermanas Creery fueron descubiertas engañando mediante un código de señales y una tercera confesó el fraude [Gurney, E. (1888) Note relating to some of the published experiments in thought-transference. Proceedings of the Society for Psychical Research, Vol.5, July, pp. 269-270].

Efecto ideomotor

No es casual que, en la propuesta pseudocientífica de la carta de Barrett, se mencionara al Dr. Carpenter. Fue éste, precisamente, quien había acuñado ―casi treinta años antes― el término "ideomotor" (idea = representación mental y motor = acción muscular) o acción ideomotriz para describir aquellos movimientos musculares provocados por la mente independientemente de la voluntad o las emociones y aún cuando no seamos conscientes de ello [Carpenter, W. B. (1952) On the influence of suggestion in modifying and directing muscular movement, independently of volition. Proceedings of the Royal Institution of Great Britain, (1), pp. 147-153].

La teoría del Dr. Carpenter, también confirmada por Michael Faraday (1791-1867), no sólo explicaba algunos fenómenos asociados al mesmerismo y espiritismo (como las "mesas giratorias" o parlantes), sino que, además, estaba íntimamente relacionada con la teoría de "lectura muscular" propuesta en 1874 por el Dr. George Beard (ver parte II). O sea, los mismos movimientos ideomotores inconscientes eran los que surgían del espectador y que servían de guía a los mentalistas (Randall, Bishop, etc.) para encontrar un objeto oculto.

Científico pionero

El primer científico que investigó el "efecto ideomotor" fue Michel Eugène Chevreul (1786-1889). El químico francés era un enemigo declarado del charlatanismo en todas sus formas, y totalmente escéptico acerca del espiritismo y las investigaciones psíquicas de esos tiempos.

En 1812, comenzó a experimentar sobre los prodigios atribuidos a la "varilla adivinatoria" y el "péndulo explorador" de los rabdomantes. La creencia popular era que estos elementos ―utilizados para hallar metales, minerales o aguas subterráneas― se movían por acción de alguna "fuerza misteriosa" o "satánica" y en forma totalmente independiente del operador o zahorí.

El resultado de sus primeras experiencias con el péndulo, recién se hicieron públicas en una carta histórica que dirigió al físico francés André-Marie Ampère (1775-1836). En la misma dejó constancia sobre su verificación de que la oscilación del péndulo no era ajena a la "disposición o tendencia al movimiento" muscular del brazo. Y concluía: "Hay pues una estrecha e íntima conexión establecida entre la ejecución de ciertos movimientos y el acto del pensamiento en relación con los mismos, aunque este pensamiento no sea todavía de ninguna manera la voluntad que gobierna a los órganos musculares"; y "prueban cuán fácil es el tomar las ilusiones por realidades, siempre que nos ocupamos de un fenómeno en el que nuestros órganos tienen cierta participación..." [Chevreul, E. (1833) Lettre à M. Ampère sur une certain classe de mouvemens musculaires. Revue des Deux Mondes, T. 2, p. 258-266].

Dos décadas después, el longevo Chevreul proponía el término "principio del péndulo explorador" para designar esta acción muscular involuntaria producto del pensamiento y haciéndolo extensivo a los fenómenos de las mesas giratorias y parlantes [Chevreul, M. E. (1854) De la baguette divinatoire, du pendule dit explorateur et des tables tournantes, au point de vue de l'histoire de la critique et de la méthode expérimentale. Ed. Mallet-Bachelier, Paris].

En 2001, para ilustrar este "principio chevreuliano", presenté una pseudo lectura de la mente en el programa "Memoria" que conducía Chiche Gelblung.

Respaldo mágico a los científicos

La polémica desatada por la capacidad del mentalista Irving Bishop quedó casi zanjada con la aparición en escena de su colega inglés Stuart Cumberland (1857-1922).

Cumberland había sido asistente de Bishop y, tras aprender el arte de la lectura muscular, se transformó en el "lector de la mente" más famoso de Europa deslumbrando a miembros de la realeza y aristocracia de diferentes países. Era sumamente habilidoso para localizar personas y objetos ocultos tan pequeños como un alfiler; reproducir imágenes pensadas; determinar palabras secretas y aunque no fueran en su idioma; indicar el número de serie de un billete oculto; anunciar números pensados, y el clásico "crimen imaginario" descrito en la primera parte.

Tenía la particularidad de ser uno de los pocos mentalistas que nunca afirmó tener poderes psíquicos reales y admitía abiertamente que su talento era sólo producto de la lectura muscular. Para los científicos era como obtener el "reconocimiento oficial" de sus teorías. Además, fue un activo desmitificador de los psíquicos y espiritistas, e incluso entró en conflicto con miembros de la SPR que creían en la telepatía. Hasta el propio Harry Houdini lo admiraba y reconocía que era "infinitamente superior" a él en ese tipo de investigaciones [Houdini, H. (1924) A Magician Among the Spirits. Ed. Harper & Brothers, p. 147; Moses, A. (2007) Houdini Speaks Out: "I Am Houdini! And You are a Fraud!". Ed. Xlibris Corp., USA, p. 58].

Su importancia fue de tal magnitud que, actualmente en la comunidad mágica, el acto de lectura muscular lleva su sello y prevalece la identificación como "cumberlandismo".

Sin diferencia de género

Miss Lucy de Gentry fue la mujer más destacada en este tipo de presentaciones. Originaria de Rusia, causó sensación en Europa realizando las mismas experiencias de Bishop y Cumberland, pero con mayor rapidez y brillo según cuentan los historiadores.

A diferencia del nerviosismo que solían manifestar los mentalistas masculinos, Lucy se distinguía por su tranquilidad y el contacto físico indirecto. Solía utilizar una regla, un alambre, o un pañuelo que ataba a su muñeca mientras el espectador tomaba el otro extremo y, con los ojos vendados, se guiaba hasta encontrar un objeto oculto [Burlingame, H. J. (1891) Modern magicians and their works. Ed. Donohue, Henneberry & Co., Chicago, pp. 124-125].

Aun cuando se afianzó la explicación científica de la lectura muscular y los movimientos ideomotores, el tema no quedó cerrado.