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El tío Calígula, Julio de Vido y el karma de vivir sin luz

Me da algo de pudor escribir sobre las inclemencias que me produce la falta de suministro eléctrico ya sea por cortes totales o parciales. Es que hay gente que la pasa mal en serio con luz, y sin ella aún peor. En nombre de esas multitudes me atrevo a hacer este informe.

Por Jorge D. Boimvaser

@boimvaser

info@boimvaser.com.ar

"Calor feroz, brujerías..." (To beef or not to beef, Indio Solari)

Si el Ministro de Planificación tuviera un gesto más modesto y menos arrogante frente a los apagones que azotan en medio de temperaturas desérticas, quizás todo fuera más tolerante y comprensivo. El país donde se tiraba al aire el gas sobrante (para que la acumulación del fluido no se convirtiera en una bomba de tiempo) en el 2013 importará 2.400 millones de dólares en importarlo. Algo funciona mal en el modelo, y ventear el video hot de Florencia Peña puede servir unos días como cortinas de humo, pero el calor sofocante aterra a la gente más vulnerable que es mucha en la Argentina.

Mis padeceres son moco de pavo. Llegar de noche algo borrachín y subir ocho pisos en escaleras, o dormir en el palier porque la escalera me pide un dosaje de sangre, quedarme sin internet y tener que ir a un cyber o perderme mis adicciones a los documentales del Discovery Channel, el NatGeo o el History Channel no son nada al lado de lo que le ocurre a gente desposeída en serio.

La gente a la que se le pudre las pocas provisiones que atesora en la heladera, y tiene que consumirlas igual aunque estén en estado de intoxicación total, no aparece todos los días en los canales de noticias. Algunos se registran en las salas de guardia de los hospitales por causas relacionadas con intoxicaciones alimentarias, y como nunca ameritan informes en los canales de noticias pasan desapercibidas. Pero cualquier médico o enfermero que atiende esos padecimientos te dan cuenta de la multitud de casos que atienden en los momentos más álgidos del verano (y del invierno también, no hay que ser excluyente con las estaciones climáticas).

Una de esas noches sin aire acondicionado -¿miserias de la clase media?, según el relato oficial- creí vivir una pesadilla. Un grupo de personas cantando "la marcha peronista" en plena madrugada y con la zona del Palermo Soho a oscuras es digno de un film de terror clase C. Dos versiones circulaban en la zona a la mañana siguiente. Unos manifestantes venían de festejar la expropiación del Predio de la Sociedad Rural, otra decía que se había inaugurado "Los Oktubres", el restó temático que Juan Carlos "Canca" Dante Gullo abre por estos días en Thames y Costa Rica, en cuyas vidrieras se ofrece la parafernalia de souvenir propios del cotillón peronista.

Mi vecino trosko Jorge Altamira me cuenta que un militante de la ex Juventud Peronista lo invitó a la inauguración. Altamira también lleva su edad a cuesta y subir las escaleras no le hace nada de gracia, así que desechó el convite casi por pura cortesía, con ciertos gestos de amabilidad leninista. "George, este es un barrio zurdo, si nos copan los peronistas vamos a pasarla mal", le digo con gesto de... "hay que volarlo por las aires".

Pero el calor y la falta de luz también hace estragos en el humor y no le cae en gracia mi ocurrencia.

Lo cierto es que no fue un delirio nocturno el canto de la marchita en plena crisis eléctrica. Sucedió y parece que fueron los extraterrestres, porque en el Universo K. no existen los padecimientos ni las necesidades.

Que Ricardo Etchegaray tenga luz mientras sus vecinos padecen los cortes, es una broma de mal gusto.

El combustible que preciso para subir los ocho pisos en escalera es un recordatorio a los gritos de todo el clan De Vido. Hasta soy capaz de vociferar un "Aguante Kicillof" a sabiendas que ese grito de guerra lo enfurecería más que cualquier otro insulto.

¿Pinchar con alfileres un muñequito que representa su figura como hacían los pueblos más primitivos de la historia? ¿O hacer algunos rituales chamánicos para retribuirle con creces lo que nos provoca los cortes de luz?

Ganas no faltan, pero no es cosa de terminar con los caníbales comiéndoselos.

En el vecindario tenemos los "trapitos" (cuida coches) mas maravillosos del Planeta. Hay un místico tarotista que te cuenta sus encuentros con E.T. Otros chicos más jóvenes sus experiencias en las misas del Indio Solari. De pronto no te piden monedas, sí algo de comida y bebida mientras hacen su actividad dignamente. ¿Qué le decís? "Andá a pedírselo a De Vido". Es una falta de respeto, entonces preparás una vianda y una botella de agua natural –porque no tenés refrigerador- y subís y bajás solo impulsado por una conciencia social que no puede arrancarte ningún corte de luz.

Esa ventaja no la tienen los desheredados del sistema de quienes nadie se acuerda.

¿Y qué tiene que ver el Tío Calígula con esta historia? Fue el emperador romano y quizás el estratega de la guerra más grande la historia, pero un sátrapa en todo sentido de la palabra. Amaba mortificar a su gente más próxima y hasta a la misma ciudadanía de Roma. ¿Vas entendiendo la comparación? Sí, lo suyo era la arrogancia y prepotencia de quienes ostentando el poder se sienten inmortales y eternos.

Calígula reunía a su gabinete y senadores, y cuando estaban todos juntos mandaba traer a sus esposas a las habitaciones contiguas del Palacio. Las sometía sexualmente y retornaba a la reunión a contarles a sus ministros y senadores lo que acababa de hacer. Después terminaba las reuniones gozoso de sus tropelías.

Calígula desconocía que por sobre la voluntad humana existe en el Universo una voluntad divina, el karma, madre de todas las leyes que rigen el equilibrio en el Cosmos. Hasta que un 24 de enero del año 41, transitando por túneles que había enviado construir bajo Roma, fue apuñalado por desconocidos víctimas del ultraje al pudor que había cosechado.

Fue la ley del karma, todo lo que va vuelve tres veces, dicen las brujas Wiccas, herederas de la mitología celta, algunas de las cuáles uno ha tenido la suerte de conocer.

No hay que confiarse Don Julio en la presunción de inmortalidad. Y no subestimar a las víctimas de los cortes de luz, el ejemplo del Tío Calígula acecha desde el fondo de la historia.