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El taxidermista que hizo sapo

Un hombre que creaba criaturas fantásticas con animales disecados ahora está preso por contrabando de especies exóticas. ¿Zafará?

El artista Enrique Gómez de Molina, residente en Miami, EE.UU., tenía algunos problemas para conseguir el material para crear sus obras, híbridos entre diferentes especies, y acabó contrabandeando animales exóticos. Las cosas no se hubieran puesto graves si algunos de los animales que necesitaba Gómez de Molina no hubiesen estado en peligro de extinción.

Ahora podría pasar hasta cinco años en prisión y tendría que pagar una multa de 250 mil dólares.

Se lo acusa de entrar ilegalmente a los Estados Unidos cobras, orangutanes y babirusas, un ratón venado y un ave de paraíso. Trajo partes de estos animales de países como Bali, Indonesia, Tailandia, Filipinas y China. Por cierto, ya se ha declarado culpable de estos cargos; lo que aún está sujeto a discusión es si Gómez de Molina –como él alega- hizo lo que hizo "sin saber" que traer a estos animales era ilegal.

El arte de Gómez de Molina pretende "reflexionar sobre la destrucción que el ser humano ha causado sobre el medio ambiente y los peligros de la ingeniería genética", lo cual explica a la ardilla-cangrejo y el gallo-cabra, algunas de sus creaciones.

Dos de sus piezas llegaron a venderse en 100 mil dólares, mientras que en su página web el artista llega a pedir 80 mil por alguna de sus obras. Ahora, sus carísimas criaturas, que también forman parte de una mitología personal, le podrían costar a él su libertad.