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El sangriento motín en que los presos comieron empanadas de carne humana

En 1996, la historia de "los 12 apóstoles" conmovió al país. El sangriento intento de fuga durante Semana Santa estuvo plagado de miedo, sangre y muerte.

La historia arrancó el 30 de marzo, durante las primeras horas de la Semana Santa. Ese día, la banda de presos liderada por Marcelo Brandán y Jorge Pedraza intentó escapar de Sierra Chica, el penal ubicado a 15 kilómetros de Olavarría. En total eran 13 reclusos, se enfrentaron con los guardias y uno terminó muerto.

El plan empezó a ejecutarse con una pelea entre dos bandas en la cancha de fútbol de la prisión. Todo era una treta para cubrir el intento de fuga más sangriento de la historia.

Los 12 reclusos que quedaron vivos de la banda empezaron una violenta toma, tomaron de rehenes a los guardias y coparon la sala de control de la prisión. Allí capturaron al jefe del penal, Juan Martínez Gómez.

Desde el pabellón 8, la banda llevó a los rehenes al área de Sanidad. Allí también terminaron cautivos el médico Carlos Stuart y más tarde se sumó la Jueza María Mercedes Malére y su secretario, Carlos Torrens.

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Pasaron las horas, creció la tensión y el sábado se convirtió en domingo. Era el primer día del mes de abril cuando estallaron las peleas internas en el propio penal. Con los guardias secuestrados, toda la historia fue de sangre y muerte.

Adentro de Sierra Chica, los presos peleaban a muerte. En los pabellones 5 y 10, los evangelistas y homosexuales se encerraron para defenderse de los ataques. A los rehenes, se sumaron dos pastores evangélicos que estaban en el lugar al momento de la toma.

La policía rodeaba la prisión y los grupos especiales diseñaban una táctica para poner fin a la toma.

 

Llegó el lunes. Iban casi 48 horas de tensión. La banda, que pasó a llamarse "los 12 apóstoles" amenazó con matar a los rehenes después de que fracasara un intento de arreglo. Cuando el grupo GEO intentó entrar al penal y poner fin al motín empezó la masacre.

Los 12 apóstoles tenían una banda rival y habían jurado venganza. Agapito Lencinas, el líder de esa banda fue asesinado. También mataron a otros 7 reclusos.

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Los cuerpos fueron descuartizados. Hicieron empanadas de carne humana para alimentar al resto de los presos. Las cabezas las usaron como pelota para jugar al fútbol y los restos fueron cremados en la panadería del penal.

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En la desesperación, los evangelistas y homosexuales escaparon corriendo y se refugiaron en la capilla. Entre los "refugiados" estaba Carlos Alberto Robledo Puch, el asesino serial más importante de la historia argentina.

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Mientras la policía diseñaba un nuevo operativo para terminar con el motín, un grupo de presos empezó a cavar un túnel detrás del pabellón 7, por donde pensaban escapar.

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Llegó el miércoles. La toma del penal seguía y ya se hablaba de motines en varias cárceles nacionales en apoyo a Sierra Chica. La justicia permitió que los familiares de los presos pudieran entrar a la zona de visitas para que los presos vuelvan a negociar la entrega y la finalización del motín.

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Recién al sexto día de toma, el jueves, el entonces Gobernador bonaerense Eduardo Duhalde convocó a Rubén Citara, Ministro de Gobierno, para que intervenga en la negociación. Puertas adentro, el plan criminal de los 12 apóstoles seguía, como también seguía la obra para cavar el túnel que los haría libres.

 

En medio de la obra del túnel los presos se encontraron con grandes piedras y no pudieron seguir. El túnel fue abandonado a casi una semana del comienzo de la sangrienta toma de Sierra Chica.

Finalmente el sábado 7 de Abril, una semana después del comienzo, los 12 apóstoles se rindieron y abandonaron el motín. El arreglo principal fue la promesa de ser trasladados a la cárcel de Caseros. El arreglo fue ese mismo sábado, pero los cabecillas de los 2 apóstoles se entregaron  el domingo.

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Ya en el penal de Caseros, los 12 apóstoles intentaron otra revuelta y fuga. Fue el 25 de Mayo de 1999. En noviembre del mismo año, los 12 apóstoles fueron condenados a penas de entre 7 y 10 años de prisión, pero el salvaje motín de Sierra Chica llegó a juicio en el 2000.

Por la peligrosidad de los presos, para el juicio por Sierra Chica fueron trasladados al penal de máxima seguridad de Melchor Romero. El juicio a los 12 apóstoles fue el primero en donde se utilizó un sistema de audio y video. Los presos, encerrados en celdas a 200 metros de donde los jueces tomaban declaraciones, veían y escuchaban todo lo que pasaba. Alrededor de 100 guardias custodiaban todo.

 

Los cargos iban desde homicidio simple pasando por privación ilegítima de la libertad hasta tentativa de evasión y tenencia de arma.

El juicio llegó a su fin el 10 de abril cuando Jorge Pedraza, Juan Murguia, Marcelo Brandán, Miguel Acevedo, Víctor Esquivel y Miguel Angel Ruiz Dávalos fueron condenados a reclusión perpetua. Ariel Acuña, Héctor Galarza, Leonardo Salazar, Oscar Olivera, Mario Troncoso, Héctor Cóccaro, Jaime Pérez y Carlos Gorosito Ibáñez recibieron 15 años de prisión. Mientras que para Daniel Ocanto y Lucio Bricka la sentencia fue de 12 años. Guillermo López Blanco computó los seis meses de pena con el tiempo que pasó en prisión preventiva y Alejandro Ramírez fue absuelto