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El romance, con variaciones

*Por Emanuel Respighi. Telefe pareció tomar nota de percances recientes y arrancó su nueva ficción poniendo el acento en la pareja protagónica de Pablo Echarri y Paola Krum. Pero en el plano estético pudo apreciarse una apuesta a otras formas de narrativa televisiva.

Clásica y moderna. Esa podría ser la definición que mejor le cabe a El elegido, la telenovela que Telefe estrenó esta semana y que emite diariamente a las 22.30. La historia protagonizada por Pablo Echarri y Paola Krum toma ribetes clásicos cuando centra la atención de la trama en Andrés y Mariana, dos abogados totalmente opuestos a los que el destino cruza para comenzar a transitar una relación amorosa que trascenderá sus diferencias... no sin antes superar todo tipo de obstáculos que el tiempo irá colocando en el camino. La ficción producida por El árbol y Telefe se presenta como una propuesta moderna cuando el relato, lejos de la estructura del culebrón tradicional, prefiere sugerir más que mostrar, apelando a un trabajo de realización en la que la posproducción juega un papel protagónico, incluso mayor al de los actores. La síntesis de estos dos conceptos se encuentra en el aspecto estético de la telenovela, donde también el clasicismo del vestuario y la escenografía se conjuga con una puesta visual ecléctica.

Quien haya sintonizado los primeros episodios de la telenovela con la que Telefe pretende adueñarse del prime time habrá advertido que El elegido sigue la línea que en los últimos años la emisora consolidó para sus ficciones diarias. La constante búsqueda de innovaciones a nivel estético, combinada por historias de amor que además intentan abordar alguna temática social, podrían definir las ficciones made in Telefe. Sin embargo, en esta propuesta –tal vez asimilando los tropiezos de los últimos tiempos– el inicio de la historia está marcado por una concentración preponderante de la cámara en la pareja protagónica. El nacimiento del amor entre Andrés y Mariana, sus encuentros y desencuentros en tierras españolas, se llevó buena parte del tiempo de los primeros episodios. La "pata social" de la ficción escrita por Adriana Lorenzón (Los Roldán, Montecristo) quedó esbozada con la problemática del autismo y la compleja situación de los pueblos originarios ante la indiscriminada compra de tierras en la Patagonia argentina por empresarios y multinacionales, pero sin dejar de ocupar un lugar secundario. Desde este punto de vista, entonces, la de El elegido parece ser una historia más romántica que pretendidamente comprometida.

La ficción, para la que Echarri y Martín Seefeld abrieron su propia productora, cuenta la historia de Andrés, ambicioso y soberbio abogado al que sólo le interesa el dinero y poder asociarse a Oscar Nevares Sosa (Lito Cruz), dueño del estudio para el que trabaja. Andrés está casado con Verónica (Leticia Brédice), mujer de la alta sociedad que sufre de bipolaridad, y es padre de una niña autista a la que no sabe cómo ayudar. Por haber ganado un juicio, a Andrés lo premian con un viaje a España para que cierre unos contratos millonarios con Alejandro Logroñese, un misterioso empresario que está muy interesado por las tierras patagónicas. El viaje, sin embargo, cambiará la vida de Andrés para siempre. En primer lugar, porque se topa con Mariana (Krum), una abogada idealista con la que había tenido un percance y hacia la que, al conocerla, comenzará a sentir una atracción tan irresistible como peligrosa. Mariana, que busca saber por qué murió su padre semanas atrás, será la que le cambie a Andrés su vida sentimental.

Ese no será el único cambio que sufrirá Andrés en tierras españolas. Su ambición de poder lo llevará hasta un extraño lugar, el Monasterio de las Almas, donde vivirá una experiencia espiritual única con el líder de una supuesta Logia Masónica que persigue la verdad. "¿Qué nos queda si nos despojamos de la personalidad que hemos construido con el tiempo?", pregunta Logroñese (Daniel Fanego). "La verdad de nosotros", responde Andrés. "Busque la suya", le dirá el líder de la extraña organización a la que pertenece su jefe en Buenos Aires. Ese encuentro, místico, también hará mella en la personalidad de Andrés, que a partir de ese momento comienza a tener extrañas alucinaciones. La repetitiva utilización de La mesa de los pecados capitales, la obra que El Bosco realizó a finales del siglo XV como una crítica a los vicios de la época en los Países Bajos, fue un interesante recurso para describir las personalidades de cada uno de los personajes, además de haber sido la pista para que los amantes se hayan encontrado.

Según se desprendió de los episodios iniciales, la fortaleza de El elegido parece regir en la manera en que está estructurado su relato. Producto de una imagen bien trabajada, que no ahorra en recursos de montaje (esfumados, pantalla dividida, blanco y negro, superposición de imágenes, aceleración y desaceleración), la trama avanza a partir de una exquisita combinación de ritmos, que le aporta un atractivo único a la historia. Esa agilidad de la propuesta, sumada a paisajes naturales y arquitectónicos de diferentes lugares de España, convirtieron al inicio de la ficción en una producción superlativa para la media local. Ese relato variable permite, además, jugar con la acción, sin que ello quite momentos en los que la musicalización y el andar de sus protagonistas bastan para transmitir estados de ánimo sin necesidad de palabras.

La impecable realización y la solidez de una historia que apela a metáforas (un ojo que todo lo ve) y deja sutiles interrogantes sin responder, se complementa con un elenco sólido y variopinto. Con las limitaciones o vicios que cada uno puede tener, Echarri y Krum lograron transmitir el sex appeal de dos extraños en proceso de enamoramiento. El conocimiento previo entre ambos actores –protagonizaron Montecristo en 2006– pareció jugarles a favor. El resto del elenco, con Lito Cruz, Leticia Brédice, Leonor Manso, Patricio Contreras, Mónica Antonópulos, Jorge Suárez y Daniel Fanego a la cabeza, también acompañó la propuesta sin desentonar, protagonizando diferentes líneas de historias que crean expectativa. La combinación de una trama misteriosa, un elenco confiable y una realización impecable y ecléctica convierten a El elegido en una opción que, además, eleva la calidad televisiva.