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El relato del horror: una víctima contó los abusos que sufrió en un orfanato católico en Dublín

Ocurrió en la década del 60, pero las denuncias proliferaron en los últimos años. Las víctimas aún sufren por ello.

"Irene Kelly" es el nombre que escogió la víctima para contar en una entrevista los abusos que sufrió cuando era una niña de apenas 6 años en un orfanato católico de Dublín, Irlanda. Según su estremecedor relato, las monjas encargadas de cuidarla la sometieron a las mayores crueldades inimaginables.

"Yo iba de hogar de cuidado en hogar de cuidado. Fue una niñez muy dura, pero cuando llegué al orfanato vi crueldad más allá de lo que podía imaginar", recuerda la mujer que vivió entre todo ese horror entre sus 6 y 11 años, en la década del 60.

Irene cuenta que fue víctima de maltrato, abandono, desamor, abusos sexuales y millones de vejaciones más. Su sufrimiento fue tan grande, que aún siendo una niña intentó suicidarse metiendo los dedos en el enchufe. "Lo único que recuerdo es que desperté y estaba un doctor al lado de mi cama. Cuando me preguntó por qué lo había hecho y yo empecé a contestar, una monja me interrumpió y le dijo: 'Se lo dije, esa niña es un demonio, tiene el diablo dentro'".

El relato del horror empieza el día mismo de su llegada. Recuerda que apenas llegó junto a un grupo de niñas las desnudaron para revisarlas y las untaron de pies a cabeza con una especie de líquido blanco para matar piojos y otros parásitos. Luego las llevaron a desayunar, pero ella empezó a sentirse mal al comer la avena que les daban. Vomitó. Una monja se le acercó por detrás, le golpeó la cabeza y le gritó: "¡Cometela toda!".

Su opinión de la Iglesia católica quedó marcada por esos eventos. Según ella, deberían estar avergonzados como institución de "haberle arruinado la vida a tantas generaciones de niños". Dice que nunca había querido formar una familia, porque el mundo le parecía un lugar horrible.

Sin embargo, eso cambió cuando quedó embarazada. "El sentimiento de ese bebé me cambió. Me pregunté cómo alguien podía abusar de un ser tan pequeño que depende de ti para todo", contó emocionada.

Cerca del 2000 la historia pareció dar un vuelco. El gobierno irlandés empezó a recibir una oleada de denuncias de esta misma índole, por lo que estableció una comisión especial para tratar estos casos. Sin embargo, la gloria duró poco: el reconocimiento tardío a las víctimas consistió sólo en una compensación económica, a cambio de que no hablaran públicamente de lo que había ocurrido.

Irene vio en esto una falta enorme de respeto. "Me enfurecí tanto que dije en la última reunión (del comité): 'No estoy aquí por dinero. No quiero su maldito dinero. Lo único que quiero es una disculpa'", relata.

Esa disculpa no llegó hasta el día de hoy. La BBC, encargada de realizar la nota, intentó comunicarse con representantes de la Iglesia irlandesa, pero la única respuesta que recibió es que si la víctima había utilizado un pseudónimo, no podrían hacerse cargo de sus acusaciones. Y el diálogo terminó allí.

Sin embargo, Irene, con ayuda de su hija, aprende a vivir y convivir todos los días con su pasado y su realidad, e intenta ser feliz con ello. "Aún estoy aprendiendo a vivir con lo que pasó. Dios ha estado conmigo. Y tengo apoyo de consejeros. Todos los días tengo que vivir con esos recuerdos", concluye.