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El presupuesto, los negocios y la falta de control

El sistema está en crisis. Las fugas son cada vez más. El dinero que se va en contrataciones directas. Un problema que alimenta la inseguridad.

El preso que se escapó cuando fue llevado al Hospital Vélez Sarsfield utilizó un método tan viejo como las fugas mismas. Ellos saben que la seguridad en un centro de salud, que no está preparado para este tipo de paciente, no es ni por asomo la misma que dentro de un penal. Pero pese a ser un método que tiene decenas de antecedentes a lo largo de la historia penal argentina, aunque parezca increíble sigue siendo efectivo.

En este último caso, el grupo comando que actuó para rescatar al detenido Fernando Moreno, un asaltante de 30 años que se habría provocado una lesión para ser llevado al hospital, puso en riesgo la vida de decenas de pacientes y personal del Vélez Sarsfield. Se vivieron momentos de terror.

Ahora deberán, y de hecho lo hacen, investigar si tuvo ayuda del personal penitenciario o, por el contrario, si se trató de un plan llevado a cabo a la perfección por los delincuentes, sin ningún tipo de complicidad.

Pero más allá del último hecho, el 2013 será recordado como el año con mayor cantidad de fugas de las cárceles del país. Algunas con connivencia penitenciaria, otras por falta de control. Pero todas son cruzadas por un mismo problema: la crisis que se vive tanto en el Servicio Penitenciario Federal como en las cárceles provinciales.

Históricamente cajas negras para la recaudación ilegal, las cárceles son un negocio para muchos funcionarios, que detrás de las contrataciones directas para compras de alimentos, medicamentos e insumos varios, hacen ganar millones mensualmente a empresas "amigas".

Ese "negocio" ilegal le roba día a día plata al sistema, que está cada vez más destruido por la falta de presupuesto, con agentes que cobran poco y con penitenciarías que presentan problemas graves de mantenimiento.

El sistema en general está en crisis. Y si las cárceles no cumplen su función y no son seguras, lo que genera es una realimentación de la inseguridad. El problema termina siendo de todos.