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El oficialismo es productivo, la oposición no

*Por Ricardo Rouvier. Una gran parte de la opinión pública argentina ha girado significativamente desde el fallecimiento de Néstor Kirchner a la fecha. Este movimiento se ha montado sobre la comprensión humana respecto a un hecho tan trágico como inesperado, y a la situación personal de la Presidenta.

Otro de los carriles sobre los cuales viró, fue la observación asombrada de una ciudadanía que vio las multitudinarias exequias de quien era el foco de la negatividad nacional desde el conflicto con el campo. La percepción de tanto afecto por un lado y tanta entereza presidencial por el otro, reconvirtieron en horas el humor colectivo y la mirada sobre el oficialismo.

Es verdad que la situación de la oposición ayuda mucho al oficialismo, ya que no había figuras de suficiente peso como para evitar el drenaje en el giro; para evitar hundirla más en lo que hasta ahora es un fracaso.

Esto no vuelve inútil el porvenir electoral, sino que replantea las estrategias a desarrollar por parte de la oposición. Mientras antes el gobierno trataba de superar el fatalismo de la segunda vuelta, ahora es la oposición que debe evitar que el kirchnerismo se alce con un triunfo sin necesidad de balotaje.

Todas las agencias de medición, sin distinción marcan esto si las elecciones fueran por estos días. El reacomodamiento supone incertidumbres varias y cambio de planes. La crisis del peronismo federal que venía desde hace tiempo, se aceleró con una salida estratégica de Carlos Reutemann, y una candidatura de Duhalde que no levanta. Solá y Das Neves buscan nuevo destino, con la ventaja del segundo de contar con territorio.

El PRO está en el dilema de si debe desdoblar las elecciones -esto es lo que más le conviene -de la Ciudad, desenganchándola de las nacionales o no. La incertidumbre alcanza al propio Macri; que no sabe si continuará con su aspiración presidencial o intentará la reelección en la Ciudad.

La competitiva candidatura de De Narváez en la provincia de Bs.As. navega en soledad buscando un candidato a presidente que sostenga la boleta. Y Pino Solanas, pierde votos por izquierda que vuelven al kirchnerismo.

Parecería que la UCR, si logra mantenerse unida, podría constituirse en la segunda fuerza política nacional con la candidatura de Ricardo Alfonsín, aprovechando lo que otros no tienen: un discurso moderado y estructuras locales y provinciales en todo el país. Pero, por el momento y como siempre el radicalismo atravesará una interna complicada.

Los acontecimientos escandalosos que tuvieron lugar en la Cámara de Diputados estos últimos días son un efecto de percepciones derrotistas. El accionar de Carrió contra el operativo de extorsión a diputados, pareció más un gesto emocional que el cálculo frío de la inteligencia política.

La dirigente de la C.C. se siente defraudada, tanto de la sociedad que le va retaceando el apoyo, como de la corporación política que no la soporta. El carácter transitivo de su posición de ser opositora, también de los opositores, concluye con un resultado favorable al oficialismo.

Hay un problema de eficacia en las fuerzas políticas opositoras, comparado con un oficialismo que nunca abandonó el centro del escenario, ni siquiera en sus peores momentos. Hay un elemento al que se le presta poca atención en la versión cuantitativa de los sondeos: para la población el gobierno gobierna con un nivel de decisión que podrá ser satisfactorio o insatisfactorio, pero que produce acciones todo el tiempo. El oficialismo es productivo, la oposición no.

La Presidente tiene por delante una oportunidad histórica que surgió, paradojalmente, de una irreparable pérdida. Sobre el trasfondo de una economía vigorosa, la gestión es lo que le permite y permitirá al gobierno convertir esa comprensión colectiva en adhesión efectiva.

Debemos agregar, como condición imprescindible también, una resuelta conducción de las propias fuerzas y organizaciones sociales afines, que marchan a una interna fragorosa. Depende exclusivamente de ella que la victoria se confirme.