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El gaucho que hizo "charqui" con su víctima

Fue condenado a muerte y lo perdonaron. La tumba de "Almita" Visitación Sivila en Jujuy es visitada todos los años por cientos de creyentes y fieles que le piden y agradecen milagros.

Tenía unos 30 años cuando la encontró la muerte, la tarde del primero de junio de 1908. Franqueaba el monte a caballo por la banda izquierda del río Grande, a unos ocho kilómetros de la ciudad de Jujuy. Salió a hacer unas compras al pueblo y nunca más regresó.

Es probable que al ver aproximarse a Leonardo Condorí en su bayo de regular estatura y sin herrajes, no haya imaginado que ese rostro cortado y feo sería la cara de su asesino. Pero probablemente, "Almita" Visitación Sivila haya sentido "el mítico terror que subyace en cada campesina solitaria, en cada regreso entre penumbras, en cada permanecer en soledad", como describe Antonio Paleari en su fascinante Diccionario Mágico Jujeño.

La muerte de Visitación la transformó en leyenda y en Jujuy dicen que su alma hace favores y milagrosas. Esta es su historia trágica, escribió Robustiano Pinedo, para el Tribuno de Salta.

A Julián Medrano le llamo la atención ver llegar solo al caballo de Visitación, su concubina. El animal se estacionó agitado en el palenque, pero estaba desensillado.

El subcomisario Onofre Pérez ordenó a los vecinos Francisco Rivero y Genaro Burgos acompañar a Medrano en la búsqueda de Visitación. Pero el gaucho Condorí ya había mostrado su costado más sanguinario y bestial para cuando se emprendió la búsqueda.

"Leonardo Condorí jamás tuvo mujer. Y no fue porque era feo, torpe, pobre e ignorante", describe el escritor Paleari.

Esa imposibilidad de despertar atractivo en las mujeres le fue socavando una suerte de exasperación sexual, según cuentan los doctores en el juicio que le hicieron en Jujuy.

Para conseguir lo que buscaba, Leandro Condorí tenía que arrebatarlo y tomarlo por la fuerza. Tenía dos cicatrices enormes, una que le surcaba la cara y la otra el cuello. Se las hizo peleando por mujeres. "Él se quedaba con las cicatrices; los demás con las mujeres".

Condorí ya había matado a Francisca Machaca un año antes. La estranguló en el monte, por la zona de Santo Domingo.

"Solo había querido tomarla y tocarla; morderla y copularla, pero nada más. Y esa niña muda, pequeña, delgada, quinceañera desnutrida, que no hablaba palabra, le sobró voz para gritar cuando Leonardo la arrastraba a la espesura", describe Pelari.

A Condorí lo invadían las imágenes cuando la vio acercarse a Visitación. Se excitó hasta la ceguera y pensó en arrastrarla de inmediato al monte como lo hizo con Francisca, que tuvo que cortar en trozos para que entrara en el pequeño pozo que hizo a desgano.

En ese momento, Leonardo Condorí llevaba cuatro años sin recibir favores sexuales de ninguna señorita. Tenía tan solo 24 años cuando la visión perturbadora de Visitación avanzando al trote liviano, como en cámara lenta, le conquistó la mente, aturdida de deseo y maldad. No sabía leer ni escribir, pero contaba hasta 100. Como hizo con Francisca primero pidió permiso para tener relaciones a cambio de dinero. Esa vez ofreció cincuenta centavos de la época, como consta en el juicio sumario.

El día anterior Condorí había estado en una yerra en la finca Los Corralitos. Comió asado y pialó en el corral como el resto de los gauchos. Durmió una hora y cuando la encontró a Visitación pensaba comprar una petaca de agua ardiente. Tenía un apero sencillo, usado, con guardamontes, carona de suela y sobrepellón de cuero de chancho.

Pelari lo describe con "frente aplastada, ojos pequeños y hundidos, orejas grandes, voladoras y una sonrisa malvada, desdentada, negra".

Llevaba botas de potro oscuras y era de muy baja estatura. Tenía un sombrero negro con cinta marrón, saco a rayas, chaleco y camisa blanca; pantalón de brin blanco, pero sucio y un poncho a rayas coloradas y atezadas.

Cuando Visitación rechazó su propuesta indecente sin siquiera mirarlo, Condorí aumentó la apuesta 20 centavos y volvió a ser su existencia ignorada por la mujer aturdida del pánico. Sin embargo, el tacaño reservaba en su bolsillo otros veinte centavos para la ginebra.

Antes de una tercera negativa, Condorí desmontó rápidamente y tomó las riendas del caballo de Visitación, para que no pudiera escaparse.

Según la reconstrucción de Pelari, Visitación era tímida y callada. "Cuando alguien buscaba sus ojos, sus ojos buscaban el suelo. Creía en Dios y también en las cosas simples: el amor de un hombre por vez, el trabajo y vivir sin hacer daño".

Arrastró de las riendas al caballo y cuando llegó a un claro en el monte. La agarró del brazo y la bajó bruscamente; la volteó e intentó violarla sin éxito porque sus fuerzas no alcanzaron para vencer a Visitación.

Condorí tomó de su montura un tiento cuando la campesina logró zafar de sus brazos y después de un forcejeo quedó nuevamente sobre su víctima.

"Dominado por el deseo de hacer uso de ella y viendo la insistencia de sus negativas" puso el tiento sobre su cuello y luego el cuchillo "con la intención de atemorizarla", dice el expediente.

"El declarante notó que la mujer se iba muriendo y que su cuerpo se estremecía sin pronunciar ninguna palabra". Así murió Visitación Sivila como cuenta el histórico documento del juicio, que está en el museo de la Policía de Jujuy. Tomó el tiento que estaba enroscado en el cuello de la finada y lo ató a la presilla de su cincha. Arrastró a su víctima hasta debajo de una tipa amarilla.

Visitación Sivila murió defendiendo su dignidad, solo muerta pudo el asesino abusar de ella. La locura y la maldad habían trepado a la superficie.

No existen en el país antecedentes como el asesinato de Visitación. Condorí desprendió del muslo de la víctima pedazos de carne que envolvió en su camisa, para llevarlos en su alforja. Cuando la encontraron tapada de ramas estaba desnuda, con la cara tapada, medias y botines puestos. Su ropa estaba dentro de su estómago.

Visitación mutó en ese preciso momento a la categoría de santa popular. Su pueblo la bautizó "Almita" Sivila.

Días después la Policía entró en la casa de Condorí que vivía con su hermano. Encontraron un atado de cigarrillos marca "Villagrán", coca, fideos finos y unas alforjas rosadas, todas pertenencias de "Almita". Durante el juicio le preguntaron por el "pedazo de carne charqueada, varios pedacitos de grasa amarilla". Dijo que eran de Visitación, que saló primero y secó después al sol la carne de Visitación. "Por curiosidad".

Antonio Paleari define al caso del asesinato de "Almita" Visitación Sivila como "uno de los más horripilantes casos de antropofagia que registra la historia de la criminología".

La antropofagia es el acto de incluir carnes o cualquier otro tejido humano, a excepción de sangre, en la dieta. Puede ocurrir por depredación, cuando el hombre es cazado por el animal depredador, o por carroña, si es devorado después de morir por cualquier causa ajena al animal que se lo come. También puede ser comido por otro hombre. En ese caso es canibalismo.

A días del asesinato Leonardo Condorí confesó los hechos y fue condenado a muerte. El 13 de agosto de 1919 el Poder Ejecutivo jujeño le perdonó la vida y a cambio, lo condenó a prisión perpetua en la cárcel de Ushuaia. La tumba de "Almita" Visitación Sivila en Jujuy es visitada todos los años por cientos de creyentes y fieles que le piden y agradecen milagros.


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