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El ejército brasileño ataca a los narcos en las favelas

Centenares de policías apoyados por tropas del Ejército y helicópteros artillados iniciaron este domingo el asalto a un gigantesco conjunto de favelas en el que habitan 400.000 personas al norte de Rio de Janeiro.

Centenares de policías apoyados por tropas del Ejército y helicópteros artillados iniciaron este domingo el asalto a un gigantesco conjunto de favelas en el que habitan 400.000 personas al norte de Rio de Janeiro, bastión de la principal organización delictiva de la ciudad que albergará los Juegos Olímpicos 2016.

Un helicóptero de la Policía Militar en vuelo rasante en una de las entradas de la favela da Grota, una de las 15 que componen el Complexo do Alemao que está siendo invadido por la policía, marcó el comienzo a las 08H00 locales (10H00 GMT) de este operativo sin precedentes en esta ciudad, que será subsede del Mundial de fútbol de 2014, conocida por su belleza y la violencia endémica.

La policía busca acabar con el control que la organización delictiva Comando Vermelho mantiene desde hace dos décadas sobre ese complejo, uno de los dos bastiones del narcotráfico en Rio de Janeiro junto con la Rocinha, la favela más grande de la ciudad.

Las primeros en ingresar a la zona fueron tropas de choque de la Policía Militar; algunos de sus integrantes llevaban la cara cubierta con pasamontañas, constataron periodistas de la AFP en el lugar.

La avanzada tendrá lugar sobre todo a pie a través de las estrechas callejuelas de estos barrios pobres.

El operativo recibe el apoyo de las fuerzas armadas, que pusieron a disposición de la policía decenas de blindados y 800 efectivos que participan en el cerco al conjunto de favelas, que quedó establecido el sábado de madrugada.

Uno de esos blindados logró penetrar en la favela da Grota a media mañana hasta una altura imposible de divisar desde las calles de acceso.

"Este es nuestro día D", afirmó el portavoz de la Policía Militar de Rio de Janeiro, coronel Lima Castro, minutos después de iniciada la ofensiva contra este búnker de narcotraficantes.

"Estamos yendo a reconquistar para Rio de Janeiro esta comunidad", enfatizó el portavoz en declaraciones a la televisión local.

"Hace mucho tiempo que está todo pronto", señaló, que fue el encargado el sábado de dar un ultimátum a los delincuentes para que se rindieran para evitar la invasión y un "baño de sangre".

La invasión es el punto culminante de una ofensiva policial desatada en la última semana tras una ola de ataques a puestos policiales e incendios de vehículos a manos de narcotraficantes, con un saldo hasta el momento de 35 muertos.

El comandante de la Policía Civil, Paulo Henrique, uno de los responsables tácticos del operativo, dijo a la televisión que luego del ingreso al lugar las fuerzas del orden intentarán asegurar el terreno.

"Somos policía, trabajamos con órdenes, y la orden es de prisión (a los delincuentes). A partir del momento en que no cumplen esa orden, entonces hay enfrentamiento", añadió.

Consultado por la AFP, el policía dijo que hasta el momento han registrado muy poca resistencia al avance de las fuerzas del orden.

Decenas de habitantes quedaron fuera de la favela da Grota por donde se inició el operativo, luego de que salieran para hacer compras o acudieran a misa, constató un periodista de la AFP.

En las ventanas de las casas, pañuelos blancos y carteles que piden "paz", son claramente distinguibles.

Más temprano, los criminales dispararon intensas ráfagas desde lo alto de las favelas del complejo, que fueron repelidos por la policía.

El Complexo do Alemao es un conjunto de favelas  y su topografía y alta densidad de población hacen extremadamente peligroso el operativo iniciado por las autoridades, que buscaron sin éxito la rendición de los delincuentes.

La organización Comando Vermelho que controla el lugar es la mayor y más antigua facción del narcotráfico de Rio de Janeiro. Nació de una unión de presos políticos del último gobierno militar (1964-85) con reclusos comunes en una aislada prisión local y hoy lucha por sobrevivir tras sangrientas esciciones y luchas internas.