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El dictaduro

* Por marcelo Birmajer. "El chavismo es la más vigente forma latinoamericana de asesinar sin culpa, y el kirchnerismo su cómplice".

*Por Marcelo Birmajer (Extraído de Clarín.com)

El pasado jueves a las ocho de la mañana, el piquetero Luis D'Elía anuncia por su emisora, Radio Rebelde, que la República Islámica de Irán está enviando armas y tropas a Venezuela (agrego por mi cuenta: para colaborar con la dictadura de Maduro en el asesinato de civiles indefensos). Sabe de lo que habla. El apoyo de los teócratas de Teherán a las dictaduras de Chávez y Maduro convirtió a Venezuela en un aguantadero del fundamentalismo islámico y el narcotráfico.

El "eje bolivariano" representó la peor amenaza para el progreso de la democracia en Latinoamérica, desde la caída de las dictaduras de los años 70. La dictadura chavista y de Maduro contó incluso con el apoyo internacional de los así llamados movimiento de derechos humanos.

Al menos Bonafini ya aclaró que ella no representa a ningún movimiento de esta naturaleza: es sólo kirchnerista; y Milani, acusado de crímenes de lesa humanidad, su militar favorito. Pero en el año 2013, durante la conmemoración del 24 de marzo como Día de la Memoria, Estela de Carlotto, que sí se propone como líder de un organismo de derechos humanos, alzaba sus brazos desde un balcón frente a Plaza de Mayo y bramaba: "Hugo Chávez, Presente".

Ahora parece que no le resta ni un hilo de voz para susurrar presente por alguno de los más de 100 muertos civiles asesinados por pensar distinto, en las calles de Caracas, por el dictaduro venezolano.

¿Quién pisará las calles nuevamente de lo que fue Caracas ensangrentada? Los deudos de los asesinados venezolanos padecen además la terrible desgracia de ser oprimidos por una dictadura considerada de "izquierda", uno de los motes más insignificantes y bizarros de la contemporaneidad. Pero comprando esta etiqueta el dictador de turno, ya sea Castrito (el hermano menor del fallecido Castro) o Maduro, se garantiza que no recibirá canciones en contra ni de Silvio Rodríguez ni de Milanés, ni de ninguno de los cantautores que me encantan y a los que no tengo fuerzas para mencionar por sus nombres, pero que no moverán un dedo para hacerle saber al mundo que el dictaduro está masacrando a su propio pueblo en las calles de Caracas. ¡Qué rentable es la palabra izquierda!

El glamour imbécil de esa definición neutraliza la aparición de canciones y poemas contra dictadores como Raúl Castro o Maduro. Los hermanos dictadura, Fidel y Raúl, después de las ejecuciones en masa posteriores a la Revolución, se las arreglaron para reprimir constantemente a su pueblo sin tener que salir a asesinar de a cientos por las calles. Cuando mataron en vivo, fungieron un juicio. Pasaron por la guillotina a sus más importantes colaboradores, sospechados de narcotráfico, igual que los propios "hermanos dictadura" Fidel y Raúl: al general Ochoa y a uno de los hermanos de La Guardia (al otro le dieron 30 años de cárcel). De lo que fuera que estuvieran acusados, aquellos juicios resultaron la patética reproducción bananera del aquelarre stalinista. Pero Maduro ni siquiera guarda esas formas: asesina a sus compatriotas a plena luz del día, delante de las cámaras de televisión; los golpea hasta dejarlos convertidos en guiñapos o los aniquila de un balazo en la nuca. Dictador y asesino, pero es de "izquierda".

No se harán recitales por sus víctimas ni los poetas escribirán los epitafios de los resistentes venezolanos asesinados a mansalva. Yo escribí contra Chávez desde fines de los 90; señalé, en este mismo diario, la complicidad de Carlotto con la dictadura chavista en aquel acto de 2013, y ahora quiero repetir que el asesino Maduro y su cohorte de felones no deben quedar impunes.

Cuando los kirchneristas impostaron el logo "dictadura cívico militar", además de buscar implicar a los civiles antikirchneristas, tenían como principal objetivo liberar de culpa a los militares. Especialmente a César Milani: el militar perfecto para llevar a la Argentina directo al chavismo: con pacto de impunidad con la República Islámica de Irán y carnet de los "organismos de derechos humanos" incluido.

Al terminar la dictadura de Videla, los cerebros de "izquierda" declamaron que la represión de la dictadura sólo podía explicarse como método para imponer una plan económico "neo liberal". Nunca aclararon por qué el Buenos Aires Herald de la época, por ejemplo, que era más liberal que los neoliberales, fue uno de los pocos diarios que denunció los inenarrables crímenes del Proceso.

Pero cuando la señora de Kirchner entronizó a Milani como jefe de nuestras Fuerzas Armadas y militar favorito de Bonafini, incluso los cerebros de "izquierda" que no podían tragarse el sapo de un militar acusado de delitos de lesa humanidad como jefe kirchnerista, evitaron explicarnos por qué la señora de Kirchner lo mantenían en el puesto. ¿Ahí no había ningún plan, ninguna infraestructura, ninguna explicación materialista dialéctica? ¿Ninguna causalidad económica y estructural para determinar porque la señora de Kirchner eligió a Milani como principal aliado en armas?. Aparentemente, fue sólo una coincidencia. Quizás no tuvo tiempo de leer los reportes. Eso no fue un chavismo criminal cívico militar. Se le chispoteó.

A los kirchneristas chavistas les gustan los dictadores y los asesinos. Apoyaron a Videla en el 76, a Luder, que ordenó a Videla y sus secuaces reprimir salvajemente en los 70, y trató de garantizarles la amnistía en el 83; apoyaron a Galtieri en el 82. A Castro contra los gays y contra los disidentes. Apoyaron el indulto, y a Chávez y a Maduro. Intentaron destruir la libertad de expresión en la Argentina. No son casualidades, no son errores, no son excesos. Es un proyecto. Es el proyecto chavista y kirchnerista.

Milagro Sala y sus matones, en 2006, golpearon salvajemente a César Arias, enfermo terminal de leucemia, que moriría seis meses después. Era el yerno del Perro Santillán, un enemigo político de Sala. Once años después, la viuda del muchacho destrozado a golpes, que denunció a Sala por lesiones graves en el 2006, declara que hay que liberar a Sala, liberar a la golpeadora que, junto a sus mafiosos, molió a culatazos al marido enfermo terminal. Defiende a capa y espada a la que destrozó a su marido. Lo escribo y no lo puedo creer. El argumento: Sala no lo mató. Murió de leucemia. Sala y sus mafiosos sólo le destrozaron la cara a culatazos y le reventaron la cabeza contra la pared. Pero no murió en esa ocasión; sólo seis meses después, de leucemia. Ni la viuda ni el matutino que la alienta niegan la golpiza: es más, la utilizan como argumento para pedir la libertad de Sala. Kirchnerismo puro. Chavismo cívico militar.

Izquierda y derecha, lo escribí hace ya cuatro años en este mismo diario, son categorías caducas. No definen nada. Ni siquiera a quienes se cubren con su manto inexistente, como el traje del emperador. Pero el chavismo es la más vigente forma latinoamericana de asesinar sin culpa, y el kirchnerismo su cómplice, con las manos empapadas en sangre y los bolsillos repletos de dinero corrupto.