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El día después

Lo que interesa de las elecciones que se celebran hoy es el escenario futuro. Porque la ciudadanía espera mayor pluralismo, más diálogo y más convivencia civilizada.

Los comicios generales de hoy no se agotan en la opción presidencial, ya que –además de presidente de la República y vice– se elige a 24 senadores y 130 diputados nacionales, ocho gobernadores de provincias y una multiplicidad de intendentes.

De acuerdo a los resultados de las primarias del 14 de agosto, se descuenta que la presidenta Cristina Fernández será ratificada por una cifra que rondaría el 50 por ciento de los votos, según las encuestas previas, de modo que el interés estaría centrado en la futura composición del Congreso Nacional. Sobre todo, de la Cámara de Diputados, ya que una victoria del oficialismo en la mayoría de las provincias que eligen senadores le aseguraría una leve ventaja en la Cámara Alta. Este detalle no es sólo numérico: una mayoría en ambas cámaras le daría al kirchnerismo un control prácticamente absoluto del poder político.

Las miradas están dirigidas otra vez hacia la provincia de Buenos Aires, que agrupa al 37 por ciento del padrón nacional y puede decidir cualquier elección general, como ha ocurrido en las últimas décadas. En ese sentido, hay que decir que no se ha producido una verdadera reforma política y del sistema electoral y que no se ha hecho una nueva distribución de jurisdicciones que evite esa enorme desproporción entre una provincia y el resto del país.

Alguna vez se habló de dividir esa provincia en dos grandes distritos: el Gran Buenos Aires y el resto del territorio bonaerense. Pero nada se hizo al respecto, por lo que las instituciones, en especial la Cámara de Diputados de la Nación, quedan sujetas al predominio de un solo distrito. Otra reforma que no se hizo fue la de terminar con el "voto sábana", ya que una sola boleta arrastra o acopla al resto de las boletas, como se vio de en las recientes elecciones primarias.

En ese sentido, los comicios de "medio término" para renovar legisladores –es decir, los que se hacen dos años después, entre una presidencial y otra– garantizan una representación más genuina de la voluntad ciudadana, ya que no están condicionados por la elección de presidente. Tampoco se implantó la boleta única, que dio buenos resultados en las elecciones provinciales de Santa Fe y Córdoba y constituyó un avance en materia de sistemas electorales.

Hoy lo importante es reclamar que haya un diálogo fluido y civilizado entre gobierno y oposición, cualquiera fuere el veredicto de las urnas. Una de las deformaciones más graves de la democracia es la tendencia al autoritarismo, el control absoluto del poder y la hegemonía de mayorías regimentadas desde el Estado. La Argentina tiene una mala experiencia al respecto, por lo que se espera que en el futuro haya una mejor convivencia de partidos y una mejor cultura política, que garantice el pluralismo y ayude a encontrar las soluciones más adecuadas para los grandes problemas del país.