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El conmovedor relato de la mamá del presidente de AMIA sobre el Holocausto

Cecilia de Borger, la mamá del presidente de la mutual judía, manifestó su experiencia durante la Segunda Guerra Mundial.

Cecilia de Borger, la mamá del presidente de la AMIA, contó su experiencia  durante el Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial. Además, habló de cómo vivió en los campos de concentración, el dolor postguerra y el acuerdo entre Irán y la Argentina.

"Cuando tenía 13 años vinieron los alemanes, ocuparon Polonia. Estaba prohibido que hubiera judíos. Cuando terminé el primario me fui, volví a Cracovia y entré al colegio secundario, ahí prohibieron que estudiáramos", sostuvo Borger en el programa radial "El oro y el Moro".

Acerca de cómo la detuvieron, la madre del titular de la mutual judía afirmó: "Los alemanes en Cracovia hicieron todas las maldades a los judíos, debimos vender las casas e ir con las valijas a los guetos, nos fuimos con toda mi familia, en el viaje, eran malo, en vagones de animales, nos metían como 200 en cada vagón, no nos daban comida ni bebida, muchos morían allí, yo sobreviví, cuando llegué al gueto, en el viaje perdí a mi papá y mi hermanito, los que sobrevivimos llegamos a otra parte, a un lugar de trabajo forzado ".

"Para ir al otro campo de concentración había selección, a mi mamá, mi papá, mi hermana y a mí nos dejaron pasar, a mi hermanito no, nunca más supimos de él, probablemente lo mataron, mi papá no quiso resignarse y corrió al gueto para buscar a su hijo, no lo encontró, al final ni mi papá ni mi hermanito volvieron, quiere decir que mataron a los dos los alemanes", dijo de cómo perdió  a su familia en la segunda guerra mundial

Su experiencia en el campo de concentración: "Había que hacer trabajos, hacer montañas con pico y llevar piedras para calles a los trencitos, yo tenía 13 años, trepábamos la montaña y bajábamos con pedazos de montaña hasta los camiones, si la piedra se caía se mataba a los que estaban delante de uno, allí hubo mucho muertos".

Acerca de cuándo le pusieron el número en el brazo dijo: "De este campo nos mandaron a otro campo. Era un campo de exterminio, no de trabajo, ahí había los famosos hornos donde quemaban a la gente, primero los metían a un baño, de las duchas podía salir agua o veneno, a mí me tocó el agua, a otros transportes les tocó el gas y los cuerpos los llevaban después a hornos crematorios". Además, agregó que pensaba en su muerte: "Era esperar la muerte todos los días, si había que marchar y uno se atrasaba enseguida lo mataban, Menguele elegía, ponía a la izquierda y a la derecha, el que iba a la izquierda era para matar".

"Le vi la cara pero no sé si me acuerdo todavía, era una cara fea", sostuvo sobre su relación con Menguele. "Todos los días y todas las noches pero no había que llorar porque si no nos mataban..."

Acerca de dónde dormían mantuvo: "Había, según el campo o las ganas de alemanes, como estantes de mercadería, ahí dormíamos, sino en el piso".

Borger contó sobre el día de su liberación: "De un campo al otro viajábamos en trenes de animales metidos 200 personas en un tren sin ventanas, en el viaje algunos morían, hay un caso especial, .. Había una chica no judía,  era rusa, a un alemán le gustó una chica rusa, ella dijo que la judía la estaba pisando, le pegaron un tiro en la cabeza".

"En el tren nada, las necesidades se hacían en un balde en medio de todos, en los campos, cuando llegamos primero yo sabía que en algún campo de exterminación, cuando íbamos en el tren no sabíamos a qué campo íbamos, al llegar nos dábamos cuenta por el olor a hueso quemado. Mi hermana y yo nos dábamos cuenta, .., al llegar al campo había que sacarse toda la ropa e ir al baño que podía ser un bao de verdad o uno donde morían todos", dijo sobre lo que comían.

Acerca del acuerdo de Argentina e Irán por la AMIA: "No creo que allí puedan hacer Justicia".