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El Cenador, El Descuidista, El Loco y Aire y Sol

Rencores íntimos de postergado y botonerías demoradas en suspenso.

Introducción

El oficio del perfil alto

"Es de esos tipos cuya presencia nunca se nota pero su ausencia sí", define la Garganta.
Cualquier sociólogo suburbano descuenta que mantenerse en los primeros planos es, en la práctica, infinitamente más difícil que llegar a ellos.
El perfil alto, por lo tanto, es un hábitat reservado para especialistas. Un oficio para respetar.
El cambio de perfil constituye -para Oximoron- un verdadero desafío. Sobre todo para quien supo generar el poder desde la trastienda.

Como Carlos Zannini, El Cenador.

"El desconocimiento le funciona como un atributo", sintetiza la Garganta.

El Richelieu cordobés de la referencia supo tejer, durante doce años, desde el ámbito de la Secretaría Legal y Técnica. Construyó la aureola de consejero intrigante. Con las características de los cortesanos discretos que arrastran influencias desde la Roma imperial. Al servicio del César patagónico. De Néstor, El Furia, en principio, que lo usaba mientras lo acotaba. Y luego al servicio de La Doctora, bastante más generosa para el reconocimiento.

Osiris Alonso D'Amomio

Director Consultora Oximoron

Cowboy de medianoche

Siempre presente en las comitivas presidenciales, en el rol secundario de ladero, y con el rencor íntimo de sentirse postergado. Portaba dotes de pensador enigmático.
Para Kirchner sólo debía encargarse de aquello que se le pedía. Hacer mandados en el puesto que ocupara, y no opinar por su cuenta.
"De política, Chino, no hables que no entendés nada". Solía destratarlo El Furia, en general delante de De Vido, El Ex Superministro que despreciaba.
Muerto El Furia, sintió de pronto que se valorizaba. Y hasta asomó su verba en el escenario militante del Mercado Central, con el resultado francamente lamentable. Parecía que bajaba de la Sierra Maestra. Fue una suerte que la arenga sólo la transmitiera, en directo, CN23, el canal casi clandestino del modelo (trasciende que TN anda detrás de esas imágenes).
Sin embargo, como buen Caballo de Madera, Zannini se sabe superior al semejante (se encuentra en elaboración el abordaje astrológico de Medea Lobotrico-Powell).
Sabe que es portador de virtudes inexplotadas, como -sin ir más lejos- el canto lírico. Ideal para cerrar los actos en La Matanza.

Y probablemente El Cenador creyó que llegaba su hora consagratoria en 2011, cuando La Doctora debía elegir su compañero de fórmula. ¿Y quién mejor que Zannini?

Pero La Doctora prefirió escoger el perfil alto de Amado Boudou, El (próximo) Descuidista. Con la guitarrita, la motocicleta y el pelo al viento. Simpatías que complementaban la audacia del jugador fuerte que ascendía en el palo enjabonado, después de lucirse como el autor intelectual al manotazo salvador hacia los Fondos de Pensión, las AFJP.

Entonces Zannini volvió a sentirse postergado.

De todos modos, cuatro años después ya disfruta sigilosamente la reparación que mantiene el sabor de la extraña venganza. Y hoy, desde la meritoria actualidad de vice-presidenciable, de lugarteniente "del proyecto", de garantía de la continuidad del modelo, El Descuidista lindo de la guitarrita y del pelo al viento queda abandonado a la sistemática desgracia. Fuera de las listas, pero sobre todo fuera de la consideración más elemental. Con la paranoia fundamentada y el perfil subterráneo. Con el riesgo contenido de dejarse llevar por la locuacidad colectivamente inculpatoria.

Para Oximoron, el último tramo de la peripecia de El Descuidista reclama la celebración de la literatura. O un film románticamente errante. Desde que una mujer se lo recomendó a Don Benigno, para que le tiraran un cable en el ANSES, hasta la evolución rápida de la gloria y del más rápido ocaso.

Un "cowboy de medianoche". Como el de aquel film inolvidable de John Schlesinger, con Dustin Hoffman y John Voight. Pero a la Argentina. Interpretado por Ricardo Darín y dirigido por Campanella.

Novelas del camino


La narración se precipita. Con sorpresas, como en una novela de las llamadas "del camino", El Cenador aspiraba a ser el vice de Florencio Randazzo, El Loco de la Florería. Al que protegía y respaldaba ante La Doctora, que alguna vez quiso despedirlo del paraíso relativo. El Loco era eficiente pero se emancipaba. Hablaba de más.

Sorpresa última del camino. Impacto. El Cenador iba a terminar como vice de Daniel Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol.

Su pollo, El Loco, justamente otro odiado por El Descuidista, iba a quedarse colgado en el estribo del tren. Solía recibir al Cenador en su despacho vecino todas las mañanas. Para celebrar, juntos, con cafés, promotor y promovido, la virulencia de las críticas despiadadas de El Loco hacia Aire y Sol. Impertinencias avaladas, incluso, por La Doctora.

Y fue también con conocimiento de La Doctora que Zannini, acaso para ayudarlo a Randazzo, enviara, en manos confidenciales, hacia determinado Juez Federal del modelo, la expresiva documentación que alude, según nuestras fuentes, a Scioli.

La clásica botonería remitida en "un blanquito". Ilustrativa de presuntas cualidades patrimoniales de Aire y Sol, el positivista que degradaban. Con un Palo Blanco incluido, noble e italiano, y una lista de méritos digna de despertar admiración.


Las paredes que hablan representan uno de los máximos misterios de Comodoro Py. A veces aturde el diálogo de las paredes con los pasillos. El susurro de los expedientes en la noche.

Trasciende que el señor juez cuenta con elementos detallados para estudiarse con calculada perversidad. A los efectos de producir, oportunamente, en la primera de cambio, alguna denuncia que puntualmente aterrice -oh casualidad- en su propio juzgado.

Por suerte en esta novelita del camino se impone el pragmatismo del poder. La Doctora y El Cenador arrojaron las ambiciones de El Loco por la ventana y le cedieron a Aire y Sol el premio que, por las encuestas, se merecía. Ser el candidato exclusivo por el frepasismo tardío que encarna el Frente para la Victoria. Aunque, para algarabía de Mauricio Macri, El Ángel Exterminador, con El Clavel de Zannini estampado en la solapa presidencial.El estratega de la trastienda que salta hacia el primer plano, para aprender el oficio del perfil alto, y entonar Rigoletto en Isidro Casanovas, con el coro de La Cámpora y dedicado a La Doctora, "La donna e mobile...".