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El automovilismo deportivo frente a una tragedia que obliga a extremar controles

La tragedia volvió a llenar de dolor al automovilismo deportivo de nuestro país y en esta ocasión la víctima fatal del accidente ocurrido en el autódromo de Balcarce resultó ser un joven conductor de 22 años de edad, cuyo vehículo salió de pista, rebotó violentamente contra el vallado de gomas y fue embestido en cuestión de segundos por otros automóviles.

Es indudable, como lo han señalado los especialistas, que estas penosas emergencias forman parte de una práctica de alto riesgo, pero ello no impide reclamar que se agoten las investigaciones, en particular aquellas encaminadas a determinar si el circuito cumplía o no con todas las condiciones de seguridad exigibles.

Lo ocurrido en la carrera de Turismo Carretera -la categoría más popular de nuestro país- mueve, asimismo, a formular un severo llamado de atención, destinado a instar a los organizadores del torneo a que se cuiden todos los aspectos que sirven para garantizar la seguridad de los competidores y del público.

Sin que estos datos impliquen un prejuzgamiento ni un avance sobre cuestiones que serán debidamente esclarecidas por los peritos intervinientes, no puede dejar de mencionarse que en los ensayos que se realizaron el día previo a la carrera de Balcarce un piloto se estrelló contra un talud de protección y que, afortunadamente, no hubo más que lamentar los serios daños materiales que sufrió el vehículo que conducía. Pocas horas después, otro experimentado piloto cuestionó el hecho de que autos que circulan a velocidades próximas a los 300 kilómetros por hora deban hacerlo por una pista flanqueada por taludes, sin vías de escape.

También otros corredores y expertos aludieron a la tierra suelta que voló e impidió la normal visibilidad de los pilotos al momento del accidente, en una situación que es impropia de circuitos habilitados para la alta competición. Asimismo se cuestionó el hecho de que no estuvieran atadas las cubiertas que formaban el bloque protector y de que este vallado no estuviera alejado del muro, para así absorber el impacto del vehículo y que este no rebotara hacia la pista tal como ocurrió.

El alto nivel profesional que revisten en la actualidad las competencias automovilísticas debe tener, necesariamente, un correlato similar en aspectos que hacen a la organización y la seguridad. Pese a ello, aún es común observar -además de eventuales deficiencias en cuestiones que hacen a las garantías para los pilotos- cómo el público se desplaza, imprudentemente, desde los lugares permitidos hacia la pista quedando expuestos a situaciones de máxima peligrosidad.

Nuestro país tiene en el automovilismo a uno de los deportes predilectos por los aficionados y la prueba está dada en la cantidad de espectadores que puebla cada fin de semana los autódromos del país. No deben perderse de vista las condiciones en materia organizativa que deben respetarse en cada escenario, porque de lo contrario episodios lamentables, como el del domingo en Balcarce, pueden repetirse y ello resultaría inaceptable.