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El abogado de Norberto Oyarbide contó cómo fueron los últimos meses con vida del exjuez

Desde que lo intubaron, recordó el letrado, Oyarbide estuvo en un coma inducido y no volvió a estar lúcido nunca más.

El exjuez Norberto Oyarbide murió este miércoles a los 70 años en el Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento (IADT). Estuvo casi dos meses internado con coronavirus.

“Estoy triste, porque pensé que iba a salir de esta. Era joven, siempre fue deportista. Era maratonista, se levantaba a las 5 de la mañana y salía a correr. Lo hizo mucho tiempo. Era un tipo sano, que no tenía vicios. Por ahí, le gustaba el champagne, ese era su vicio, pero tampoco tomaba en demasía. Era un tomador social. Estaba internado hace mucho tiempo. La peleó como pudo”, se despidió su abogado, Osvaldo Cantoro, en diálogo con La Nación.

Conmovido por la noticia, la frase que Cantoro repitió una decena de veces desde el arranque hasta el final de la charla fue que Oyarbide era “un buen tipo”.

“Estoy triste. Yo sé todos los problemas que él tenía. A quién sobreseyó, las causas y demás. Pero pocos, muy pocos, conocieron qué tipo de persona era”, dijo el letrado y agregó: “Se lo vincula con la corrupción, los famosos sobreseimientos de los Kirchner. Nadie dice que antes de él, dos jueces también los habían sobreseído. Nadie dice que llegó un momento que subrogaba tres juzgados donde siempre se tramitaban las causas más complicadas. Yo que conozco la historia de él, desde hace muchos años. Él hizo lo que cualquier juez haría. No es como dice todo el mundo”.

Para Cantoro, Oyarbide “como persona era, una persona excelente”. “Se levantaba temprano, corría y luego iba al juzgado. Cuando volvía a su casa se acostaba temprano, no era un tipo que vivía otro tipo de cosas. Cuando dejó el juzgado se retrajo a su domicilio. Salía poco. El tema del Cuaderno de las Coimas fue lo que reavivó todo. Pero nada de lo que a él se le endilgaba era delito. Quien lo conocía mano a mano se daba cuenta de que no era la persona que los medios pintaron que era”, remarcó.

“Era un buen tipo. Era un buen tipo. Un tipo solidario que ayudó a mucha gente. Venía colaborando hace muchos años cuando el padre Cesar Grassi tenía el hogar. Era una persona que se hizo muy de abajo. Fue más de 20 años fiscal. Era uno de esos empleados que llegaba primero y se iba último”, añadió.

“Yo lo conocí cuando ya estuvo suspendido con licencia. Yo creí también que me iba a encontrar con una persona, pero cuando lo empecé a conocer me di cuenta de que era buena persona. Era un buen tipo”, dijo y recordó la última vez que habló con él: “Lo vi por última vez en su casa a fines de junio o primeros días de julio. Fue la última vez que hablé con él. Después lo fui a visitar a la clínica, pero iba poco por mis antecedentes pulmonares”.

Desde que lo intubaron, recordó, Oyarbide estuvo en un coma inducido y no volvió a estar lúcido nunca más. Tuvo neumonía, que fue lo primero por lo que se le manifestó el Covid-19. Salió de eso, pero quedó con secuelas. Primero comenzó con complicaciones en los pulmones, luego en los riñones. Según recordó. Oyarbide no había sido vacunado porque le tenía temor, a pesar de tener comorbilidades y estar inmunosuprimido.

Venía estable hasta hace unos días. Siempre con respirador y dormido. Los médicos después dijeron que había otros órganos que comenzaron a fallar. “Él ya venía flaco antes de contraer la enfermedad. Lo agarró débil”, recordó Cantoro.

“Estuvo tres o cuatro días consciente al principio, pero luego con coma inducido. Estaba dormido, quienes lo íbamos a ver, lo podíamos ver detrás de un vidrio. Ya llevaba demasiado tiempo así. Los médicos nos fueron preparando hace dos o tres días”, agregó.

Sobre cómo fue la vida del histriónico juez tras su renuncia, cuando los juicios por mal desempeño estaban avanzando, dijo: “Fueron de una paz tremenda. Él cuando estaba en el juzgado, estaba en la cresta de la ola, tenía una personalidad que le gustaba eso. Cuando renunció, entró en una vida de paz y se acostumbró a eso”.

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