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Decisiones de vida: mujer vive hace más de 16 años sin plata

Una alemana decidió vivir sin un solo centavo y lo ha logrado gracias a la bondad de la gente de los distintos países que visita. "Soy como una peregrina de la paz que va de casa en casa compartiendo su filosofía", cuenta.

Hace 16 años, cuando Heidemarie Schwermer tenía medio siglo de edad, decidió abandonar su trabajo como terapeuta y tomó la decisión de vivir sin dinero.

Su atracción por los estilos de vida sin plata comenzó cuando era una niña y recién en 1994 pudo concretar, junto a un profesor suyo, un grupo de intercambio que sería el disparador para su nuevo estilo de vida.

En el grupo ayudaba a la gente local a intercambiar objetos por distintos servicios como cuidar niños o pasear perros. "Me di cuenta de que necesitaba cada vez menos dinero. Entonces decidí vivir a expensas de este", relata.

Más tarde, intentó cuatro veces dejar de precisar de plata para sus actividades diarias, pero no fue hasta que un amigo le pidió hospedaje en su casa durante tres meses que lo logró. Durante ese tiempo, Heidemarie lo dio su apartamento con todo dentro suyo, y se fue de la casa con una pequeña valija.

"Yo solo quería experimentar, y en ese año me di cuenta de una nueva vida y ya no quería volver a la vieja", contó.

Ahora a sus casi 70, la mujer de nacionalidad alemana vive sin dinero hace 16 y relata, alrededor del mundo, cómo ha sido su experiencia en un documental llamado "Living without money (Vivir sin dinero)".

Tras divorciarse de su primer marido hace 40 años, Schwermer no se ha vuelto a casar y viaja por el mundo sola. Sus amigos y familiares, en un principio no estuvieron de acuerdo con su viaje errante pero hoy aseguran aceptarlo con orgullo: "Ahora están orgullosos de lo que hago. Eso es suficiente para nosotros. Si sucede lo de encontrar una pareja, estoy interesada. A veces pasa, a veces no".

Cada vez que hay cambio de estación, la mujer recibe ropa y otras donaciones, o lo que ella llama "milagros".

"Veo muchos milagros en la vida diaria. Al principio, encontré comida. Pesaba en cosas y luego las encontraba en la calle o la gente me las regalaba",
recordó.
Su rutina consiste en llegar a un lugar, promover su documental, conocer gente y lugares, y después de una semana exacta, dirigirse a otro destino.

El único pago que acepta es el boleto de tren. "Siempre estoy pensando en lo que podría hacer mejor para la vida en el mundo. Soy como una peregrina de la paz que va de casa en casa compartiendo su filosofía".