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Debilidades del "Fernandazo", el acuerdo de Pichetto y un nuevo Partido del Balotaje

El corrimiento de Cristina mostró los límites de su candidatura. La reacción del Gobierno y el PJ Federal, las claves.

Sobreactúan el "Fernandazo" para resetear estrategias


Un rincón recoleto del Smithsonian Institution, el museo más grande del mundo, guarda uno de los tesoros de la política contemporánea, como un fetiche cargado de misterios y de leyendas. Es el celular Motorola Razr que usó Hank Paulson, secretario del Tesoro de George Bush durante la crisis financiera de 2008. Los celulares de algunos personajes de esta hora argentina son el espacio del debate político, de la conversación, como dicen los ciber semiólogos. Van a terminan en museos criollos, y la autopsia de los historiadores de mañana permitirá saber qué dijeron, hicieron, cedieron, mintieron, o traicionaron. Por ahora, hay que imaginar esos diálogos discretos, que registran los whatsapp del Presidente y sus opositores, con todo el arco de sus funcionarios, legisladores, punteros, consejeros y allegados. Esas interminables rondas de café, virtuales, redondean la agenda de otra semana crucial.

Hay quienes creen que la política se juega toda en el área de cobertura de la TV cable -la milla dorada que tiene como público al llamado Círculo Rojo- y que vive una revolución por la declinación de Cristina a una vice candidatura. Hay otros que entienden que esa es una superficie espumosa, por debajo de la cual hay corrientes y movimientos tectónicos que no se inmutan con anécdotas, ni con los gritos que salen de la pantalla. Tienen el alcance del volumen del aparato, que muchas veces está en "mute" y sólo ofrece las frases mudas de los zócalos. En suma, hay mucha ilusión en esos disparos al aire, como el anuncio de la dupla Fernández & Fernández.

Choque de debilidades de uno y otro lado


El anuncio se anota en la serie de renunciamientos a la candidatura presidencial del peronismo. Esa fuerza le debe al público la explicación de por qué ninguno de los gobernadores quiere ser candidato, empezando por Juan Schiaretti, el peronista más poderoso de la Argentina. El sábado se sumó Cristina a esa lista. Es un ingenioso hecho de fuerza dirigido a la propia tropa, pero hacia afuera es un gesto de debilidad. Una debilidad a la altura de la de los demás protagonistas, sean los del oficialismo de Cambiemos, con el prestigio de antaño perforado por la crisis de hogaño, o los adalides del peronismo federal. No es fácil explicar con pincel fino las razones de esta debilidad, pero expresa su percepción de que no tienen chances de ganar fácilmente la elección presidencial. O con alguna posibilidad, que les permita discriminar si les conviene arriesgar lo que tienen, por intentar algo con suerte incierta. Si alguno de ellos, Schiaretti, por ejemplo, tuviera esa certeza ganadora, estaría encabezando una campaña nacional para juntar a todo el peronismo detrás de sí, o tocando el timbre del Instituto Patria para arreglar.

En ese juego de debilidades ocurre el Fernandazo, que expresa fragilidad más que poder. Cristina se baja 1) porque cree que pierde, como hizo Néstor en 2007, cuando resignó una reelección porque creía que perdería; 2) porque divide a los propios, algo de lo cual le confesó a Alberto según cuenta éste; 3) por alguna otra razón inconfesable, de naturaleza personal (la edad, la salud, los juicios, los hijos, todo comprensible). Esa debilidad se recubre, como en toda jugada de fuerza, de un improbable ingenio táctico. Si el Gobierno apuesta a la estrategia de la polarización extrema, si sacamos a Cristina, sacamos uno de los polos de esa dialéctica. Es un impulso reactivo, cuya fase activa hay que demostrar. Rompí la polarización, ¿y ahora qué?

Una manera de quitarle espacio al "cordobazo" de Schiaretti


Más interesante es el intento, con esa movida, de desbaratarle el armado a los peronistas federales. El discurso de la victoria de Schiaretti lo vieron en el Instituto Patria como una agresión. Habló de "república", de equilibro fiscal, de no default, y exaltó a los militares, todas consignas que resignificó como un distanciamiento de Cristina. Era necesario desbaratar el juego, al que debió llamar Schiaretti la noche misma de su victoria. El jueves por la noche Guillermo Seita aceitó las cerraduras de su oficina para que el jueves Schiaretti se reuniese con Miguel Pichetto, que apuró el regreso de Mar del Plata para discutir la foto de una cumbre para este martes o miércoles en la Capital Federal.

En estas horas la han confirmado; estará la mesa de los 4, línea fundadora, o sea ellos dos más Massa y Juan Manuel Urtubey, con la estrella invitada: Roberto Lavagna. De parte de él me dicen en estas horas que Roberto irá a esa cita, pero que antes se reunirá, también a solas, con Schiaretti. También pasó el jueves por lo de Seita el santafesino Miguel Lifschitz, que puede llegar a ser el sexto en la foto de la cumbre.

Pichetto tiene listo el Proyecto de ley de Acuerdo


Hasta ese día tienen tiempo para ponerse de acuerdo en un formato de lanzamiento de un espacio que, seguramente, no escuchará ninguna invitación, ni del Instituto Patria, ni de Casa de Gobierno, que tenga aroma electoral. Nada dice que ese espacio ingrese en algún momento en el Salón de los Acuerdos, con el salvoconducto de que discutirán el proyecto del Acuerdo Económico y Social junto a los legisladores, los empresarios y los sindicatos. Ese proyecto de ley para Acuerdo -como adelantó este diario- lo tiene listo Pichetto para presentarlo esta semana. De la charla de Schiaretti y Pichetto surgió la idea de que una PASO parece inevitable para ordenar las voluntades. Luz amarilla para Lavagna, que no quiere saber nada de eso.

A esa mesa va Massa con la demanda de que se amplíe a los demás gobernadores del peronismo, que alguna vez pasaron por allí. Es para un ajuste de cuentas, porque con muchos de ellos el massismo hizo acuerdos legislativos que ahora entran en emergencia si algunos de esos gobernadores arreglan con Fernández & Fernández e ignora esos acuerdos. Los hombres de la mesa energética del gremialismo -"Coco" Cassia, Oscar Mangone, Guillermo Moser, Sergio Sasia, de Ferroviarios, que puso la casa- lo escucharon el miércoles a Massa, quien les dijo que él está para servir de portero o de presidente. Hizo recordar la frase de Hugo Moyano: "Y, los peronistas decimos una cosa, después decimos otra, somos así".

El peronismo busca su Partido del Balotaje


Para los números y la estrategia del Gobierno el efecto parece hoy inocuo, porque la oferta del otro Fernández no es para desgranarle votos a Cambiemos, aunque sí pone en debate la polarización que sostiene la mesa estratégica. Olivos responde que Cristina sigue en carrera y que la polarización sigue en pie. El ala que se le enfrenta, sindicada en el gobernador Alfredo Cornejo, sostiene que la nueva fórmula busca ampliar al peronismo hacia arrabales incontrolables. Y que Cambiemos tiene que hacer lo mismo, ampliando la oferta a nuevos candidatos.

El peronismo, es cierto, busca armar un Partido del Balotaje que contenga a todas las expresiones en un frente electoral diseñado para una segunda vuelta. Es el mismo recurso que usó Cambiemos para ganar las elecciones de 2015. Hace más de un año las tribus del peronismo, sin distinción, se dieron a la estrategia de jugar todos juntos en 2019 por encima de cualquier diferencia, en un escenario -ya confirmado- de balotaje. Las PASO y la primera vuelta pueden ser oportunidades para los dirigentes. La segunda vuelta es una oportunidad de voto popular. Ante eso Cristina dijo en julio pasado que su sector no debía romper a ningún peronismo provincial. Con el mismo ánimo bajó la lista cristinista de Pablo Carro, y favoreció los 54 puntos del Gringo en las elecciones del domingo anterior en Córdoba.

Cumbres borrascosas


La disidencia más profunda en el Gobierno sigue siendo por la falta de confianza de los socios de Cambiemos, en torno al diagnóstico del momento y, en consecuencia, sobre la estrategia a seguir. Si la polarización tambalea, que es algo a demostrar, prospera Cornejo y complica a la Convención radical de la semana que viene. Es una novedad, porque hasta el sábado, con el apoyo pleno de la Convención de Buenos Aires, que hizo la Convención de la Coalición, y el pacto de Plaza Mayor, parecía asegurado el 80% de apoyos a la pertenencia de Cambiemos.

Los sectores críticos intentarán una revancha en la reunión partidaria del 27 de mayo, agitando la necesidad de ampliar Cambiemos. En el debate que se prevé en estas horas, previo a la cumbre radical, también hay ajustes de cuentas, como los que se libran en la mesa de la Alternativa Federal. Allí hubo acuerdos entre el massismo con gobernadores que ahora apantallan la aparición de Fernández & Fernández con gestos muy cercanos a la traición. En el oficialismo hay miradas torvas hacia las concesiones de la Nación y de Cambiemos hacia Rosana Bertone, que iba a acercarse al peronismo racional, pero a quien no pueden sacarla de la foto junto a Cristina ni con Photoshop.

Cristina lo adelantó a puertas cerradas y sin celulares


Los opinadores fatigan los teclados buscando razones profundas al renunciamiento -y su opción a vice- de Cristina, con señales que vayan más allá del formato reactivo, para sacarle la iniciativa al Gobierno, que la tenía desde diciembre, con el voto del presupuesto y el lanzamiento de Macri candidato; también buscan explicación al rol de Schiaretti, que podía convertirse en el dueño del tercio faltante. El lunes Alberto Fernández reunió a su grupo de pertenencia política en el bar que está enfrente a la Facultad de Derecho (De las Artes, se llamaba cuando éramos chicos). Lo integran Guillermo Oliveri, Julio Vitobello y Carlos Montero, y no les dijo nada de su candidatura. Ni Guillermo Nielsen, que escuchaba desde otra mesa y se acercó a saludar.

Ese grupo, junto a Eduardo Valdés y Jorge Argüello (hoy funcionario de Bertone en Tierra de Fuego, como otro fernandista de origen como Miguel Pesce, que preside el Banco fueguino) fue el que acompañó a Alberto desde el año 2000 en la construcción de los cimientos de la candidatura de Néstor Kirchner. No les dijo nada, pero lo llevó a estar juntos como cuando Alberto era jefe de Gabinete. En el PJ, Cristina había dicho el martes ante la Comisión de Acción Política: "Ya fui presidente dos veces, no me desvela serlo de nuevo.

Estoy para lo que necesiten". Fue a puertas cerradas y les sacaron a los asistentes el celular, para que no contasen nada. Tampoco se informó en los medios lo que había dicho Cristina en su rap de 45 minutos. Ahora se sabe por qué. Cristina seguramente conocía además que la Corte promovía una suspensión del comienzo del juicio. Esto, a su vez, pudo ser una gestión de Alberto Fernández. Todo se conocerá, porque de los celulares ya no se puede borrar nada y todo queda ahí.