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De los melones de Moria a la "grande Dolores Fonzi", pero ¿los grandes narcos siguen impunes?

El juez federal de Bahía Blanca que tiene la causa de Juan Suris está atado de pies y manos. Si mete el cuchillo hasta el hueso, no sabe cómo termina el expediente.

A finales de los años 90, la policía bonaerense estaba sobre la pista de una bandita de narcos instalados en las proximidades de la estación de trenes de José León Suárez.

La punta del ovillo era una frase sugestiva, "los melones de Moria". Y una pregunta que saltaba en las escuchas telefónicas: "¿Maradona o Marangoni?". En esa época (tecnológicamente casi dos décadas es una enormidad de tiempo) no existían los mensajes de texto y la estructura de pinchadas telefónicas era mucho menos sencilla que ahora.

Un mito urbano que decían muchos para darse importancia era "tengo el teléfono pinchado", eran segunda o tercera línea de algún político de cuarta pero se suponían importantes y repetían ese latiguillo.

El actual jefe de la bonaerense, Jorge "el ruso" Matzkin fue un técnico en comunicaciones brillante, pero no daba abasto a todos los requerimientos. En las cercanías de Villa Ballester-José León Suárez se perdía el rastro de cómo seguir lo que se había bautizado como "Operación Moria", en alusión a esa frase sobre los melones.

Era una frutería verdulería donde se calaban los melones (y en época de estación, también las sandías), se introducía en un envoltorio impermeable (por lo general, preservativos) la droga, se reintegraba la tapa de la fruta y se la llevaba a domicilio.

"Tony" era el jefe y sus chicos solo hacían el delivery.  Ese Antonio no era bobo, si le comprabas droga a entregar en tu casa además de melones tenías que llevar al menos otros productos que él te exigía (mercadería de descarte) y pagabas todo junto. Por eso la policía no podía dar con el sospechoso, porque en un procedimiento no se podía poner a cortar toda la mercadería que salía del local.

La pregunta "¿Maradona o Marangoni?" era por la cantidad de cocaína. Uno era "el 10" y el otro "el 5". O sea, cinco gramos o diez. El final de la historia fue cuando la policía rompió la verdulería y encontró una farmacia narco, "Tony" terminó preso y la frutería pasó a mejor vida.

Ahora se puso de moda encontrar narco pizzerías y pareciera que hay una lucha cuerpo a cuerpo contra el tráfico de drogas, pero es sólo un espejismo. Esos negocios son apenas chiquitaje, lo que se dice para que lo mire la gilada y para el aplauso de la tribuna. No pasa de eso.

Decíamos que el juez federal de Bahía Blanca tiene ante sí un enigma que le quita el sueño. El puerto de la ciudad y toda la conexión Juan Suris es muy fuerte y las ramificaciones suben hasta la cima del poder. Pero aún no tiró de la punta del ovillo, no sabe qué puede ocurrir en el camino.

Así como quedó en la nada la conexión local de los hermanos Juliá, detenidos en España con un cargamento de cocaína, quizás los vínculos de Suris terminen ilesos.

En tanto los grandes narcos siguen impunes, nos venden espejitos de colores con esos operativos en las pizzerías que de pronto te quitan una sonrisa con la "Grande Dolores Fonzi" pero cuando volvés a ponerte serio te das cuenta que como cantaba el gitano Sandro: "Al final la vida sigue igual".