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Cultura Voyeur & Narcisista -la generación de la imagen-

Culto a lo privado, ansia de imagen, notoriedad y éxito. La nueva cultura narcisista.

Por Luciana Arnedo

luciana.arnedo@gmail.com

Nos hemos acostumbrado a hacer pública nuestra vida. Publicamos fotos de nuestra casa, de nuestras vacaciones, de nuestros hijos, de mascotas, amigos, sobrinos, novios/as, el champagne que tomamos, la comidita que preparamos, el tatuaje de la cola, el auto nuevo, el dedo gordo del pie, las lolas, etc., etc.

Donde hay demasiado... "algo falta". El mundo se convirtió en un Reality Show; todos zambullidos en esta revuelta exhibicionista, en un período en el que se muestra todo. "Pasó el tiempo en el que mirábamos de reojo". ¿Queda algo prohibido o es el fin de la privacidad?

Sujetos presumidos, egocéntricos, con la necesidad de obtener admiración e influencia sobre los demás. El espíritu competitivo y el excesivo individualismo, el propio rendimiento, la incapacidad para aceptar la limitación humana y la necesidad de conquista y reconocimiento que se observa en los vínculos actuales. Cada cual busca su propia integración no a través sino a expensas del otro.

Atrapados por lo inmediato, sumidos en el "éxtasis de lo fugaz". Sujetos con un sentimiento de vacío interior, sin salir de sí mismos, y una sensación de inconexión con la vida. Con relaciones interpersonales superficiales e insatisfactorias, con un sufrimiento invadiéndolos. La idea de cultivar, cuidar, practicar y honrar se ha devaluado en este tiempo.

Anegados en la vivencia del ahora; cada cual se convierte en el ombligo del mundo. Con ambiciones desmesuradas: consumo, utilitarismo y poder. Con un ritmo de vida cada vez más apresurado desviándose paso a paso de la realidad. Con un cuidado excesivo del cuerpo -bajo el riesgo de no pertenecer y asegurarse una eterna juventud- y alegando los propios deseos como absolutos.

Por otro lado: la conducta compulsiva de observar al otro. Estar a la mira de la satisfacción/gozo de los otros parece ser el atractivo de muchos.  Hallando placer en el universo ajeno. Reemplazando la acción por la mirada. El consumo de imágenes que propone la era cibernética se ha disparado marcadamente. Una conducta patológica y perversa que hemos adoptado como algo normal y que concluye en una "sociedad enferma".

"Todos espiados". Qué impulsa a los sujetos a filmarse, por ejemplo, teniendo relaciones sexuales... Y qué nos mueve a ver la práctica de otros. Hábito que busca satisfacer la libido a través de la observación de la imagen pornográfica, sin ser descubiertos, amparados detrás de un  monitor.

Y qué sucede con los nuevos delitos: el robo de un material íntimo seguido de su difusión; un acto tan miserable. Cada vez hay más cámaras listas para captar momentos comprometidos. Con la propagación de teléfonos celulares espiar las vidas ajenas se ha convertido en una práctica habitual muchas veces con fines comerciales.

El pudor, la compasión y el respeto por el otro no entran en juego. Exponer los aspectos vulnerables de los otros, sin el mínimo respeto por la integridad psíquica de cada cual es una verdadera canallada. Por qué entonces algunas figuras públicas se arriesgan a ser expuestas. Sin con ésto excusar que un material íntimo sea revelado por alguien más.

En la televisión e internet las diferentes secciones giran en torno a alguna sexualidad. En programas de televisión existen los encarnizados debates que abren la puerta del closet de cualquier famoso de turno.

Nos muestran aquello que atrapa nuestra mirada, ¿se ha vulnerado el pudor de quienes miramos?  Ya no tenemos horizonte donde ubicar lo íntimo, lo secreto, lo esencial... Nos faltan principios: el respeto por la mujer, asiduamente denigrada, la valoración y el respeto por la sexualidad, y el amor por uno, por el otro, "el amor por la vida".