"Como madre, soy paz y amor"
Analía Franchín y su vida junto a Sebastián Eskenazi.
Todavía recuerda con humor cuando, en 2008, a un año de salir con el CEO de YPF, Sebastián Eskenazi (47), se embarcó en un viaje a la Antártida, con sus suegros, Enrique y Sylvia Eskenazi. "¡Qué mejor lugar que ese para romper el hielo!", bromea Analía Franchín (38), quien hizo un punto de inflexión en su vida, desde que conoció al empresario, en 2007, en Punta del Este. La rebeldía y el desenfado dieron paso a una dama que hoy le asoma a su cuarta década, con la satisfacción de saber que las vivió todas. A punto de celebrar el primer cumpleaños de su hijo, Benicio, el 27 de diciembre, la conductora de "Terapia Despareja", por Pop Radio 101.5, el ciclo más escuchado de su franja horaria, habla de su nueva vida como madre, los miedos y el amor desmesurado por su hijo y de cómo es ser parte del clan Eskenazi, una de las familias más poderosas de la Argentina.
—¿En qué le cambió el hecho de haber sido madre?
—Mi vida ahora depende de alguien más. Mi felicidad hoy va en pos de la felicidad de mi hijo y vivo a través de él.
—¿Fue un cambio en poco tiempo, desde que empezó a salir con Sebastián?
—Por suerte tuve todo a favor. Conocí al amor de mi vida a una edad en la que ya había disfrutado lo suficiente, entonces no me quedan cuentas pendientes.
Si no hubiese llegado Sebastián, quizá seguiría en la misma. Llegó la persona ideal.
—¿Qué mitos desterró respecto a la maternidad?
—Caí en todos los clichés de los que tanto me quejé cuando no lo era.
Cuando no tenés hijos y vas a una reunión de mujeres que son madres, hablan únicamente de sus chicos, y es un garrón. Pedí por favor que no me pase y hoy me encuentro en la misma situación.
Por supuesto, ahora me entusiasma más hablar de cómo hacen caca los bebés que de la última colección de una marca. Caí en todos los clichés.
Sufro horrores cada vez que lo tengo que vacunar; cuatro días antes tengo dolor de cabeza y de estómago. Tengo que ir acompañada; me vuelve loca porque me pone mal el hecho de no
poder explicarle que es por su bien.
—¿Es el síndrome de la madre tardía?
—Cuanto más grande sos, más conciencia de la responsabilidad tenés.
Los miedos están a flor de piel. Los temores afloraron tal cual los imaginé, ni más ni menos. No tenía dimensión del amor hacia un hijo. El primer libro que abrí durante el embarazo decía que una debía olvidarse de su vida anterior y era terrible... Pero una amiga me recomendó un libro de Laura Gutman, que es una genia, y ella dice que madre e hijo comparten durante dos años el canal emocional, y no me cabe la menor duda. El cordón umbilical lo voy a tener por siempre, vamos a ser como Silvio Soldán y su mamá, Tita.
(Risas) ¡El padre dice que va a hacer todo lo posible para que eso no suceda! Por suerte tiene padres y hermanos varones.
—¿Qué tipo de madre es?
—Súper amorosa. Soy muy ansiosa, inquieta, hiperactiva, intolerante, pero cuando estoy con Benicio soy todo lo contrario. Soy paz, tranquilidad y amor. Me despertó cualidades muy positivas.
—¿A quién se parece más?
—Físicamente, al padre. Es un bebé muy alegre, muy buena onda, extremadamente simpático, y estamos disputándonos a quién se parece. Cada vez que se ríe, el padre le dice `menos mal que saliste a mí´ y yo le digo `menos mal que te pareces a mamá´. Pero tengo que admitir que se parece más al padre.
Es raro que Sebastián esté de mal humor, siempre se levanta con buena onda, así es que en ese sentido también se parece a él.
—¿Qué heredó de usted?
—Es completamente curioso, súper observador, controla todo, desde si abriste la heladera hasta qué agarraste, es igual a mí en ese sentido. Y también heredó los mismos pies de Tomás, su hermano inmediato, de 17 años.
—¿Qué le da más trabajo: la maternidad o la radio?
—Las dos cosas me dan placer. Es trabajo porque es responsabilidad, pero no sería lo mismo si no hiciera el programa o si no lo bañara y le diera de comer a mi hijo. Cuando voy a la radio, lo cuidan Cindy y Vero. Pero, a partir de las 19:00 hasta las 21:00, mi vida se paraliza. Es un momento supremo, en el que Benicio come, se baña y se va a dormir.
—¿Sebastián la ayuda?
—Muchísimo. Tiene mucho tranining, además de algo muy especial que les transmitió a sus otros hijos, que es no tener miedo a la oscuridad, a los ruidos. Mi infancia fue todo lo contrario, de muchos miedos, entonces me parece buenísimo que le trasmita el no miedo.
—¿Cuál es el sello Eskenazi que heredará Benicio?
—La unión familiar, tiene una cosa muy de clan, pero en el mejor de los sentidos. Son una familia excelente.
Fue genial encontrar a Sebastián en la vida porque vino con un combo excelente.
Mis suegros son lo más, es un re plan viajar con ellos. Hace dos años hicimos un viaje a Europa juntos y fue una experiencia genial. Están muy presentes y siempre se acomodan para realizar dos viajes juntos por año. Este año fuimos a Miami para festejar el cumpleaños de mi suegra y más adelante viajamos a Córdoba.
—Un buen lugar para romper el hielo...
—(Risas) Yo soy mandada a hacer para romper el hielo. Enseguida tuve una conexión grosa con mis suegros y Benicio es un reflejo de ello.
—¿Les gustaría tener otro hijo?
—Ya está, porque él ya tiene hermanos de parte de su papá, que son re presentes. Para Sebastián es el cuarto, así que ya está. Si viene será bien recibido, pero no será buscado como Benicio. Entonces, si algún día Sebastián me echara de casa, ¡me quedarán un hijo biológico y tres postizos!