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Coincidencias y acercamientos entre Moyano y la CGT oficialista

Tras el paro, Gerardo Martínez no descartó unirse y dijo que la división es "transitoria". Entre las partes comparten los reclamos planteados al Gobierno.

Cuando recién habían pasado 12 horas de la huelga del "20N", Hugo Moyano celebraba el éxito de su medida de fuerza con un asado en la terraza de la CGT. En un momento de euforia hizo público a los presentes que lo había llamado por teléfono "El tano". Se trata de el taxista Jorge Omar Viviani, un incondicional del jefe camionero que se había distanciado para construir la central que está alineada con la Casa Rosada

Otros gestos que advierten un acercamiento fueron entre la CGT con base en Azopardo y la central que encabeza el metalúrgico Antonio Caló. El paso más firme lo dio ayer el albañil Gerardo Martínez, que planteó que hay más coincidencias que diferencias, y al no descartar una futura reconciliación entre los dos sectores.

"La agenda de reclamos es similar y es la que teníamos cuando estábamos juntos. Pienso que estamos en un momento transitorio y que en muy poco tiempo vamos a estar todos juntos", dijo Martínez en diálogo con radio Mitre.

El referente de los obreros de la construcción (Uocra) siempre conservó el buen trato con Moyano y fue uno de los pocos dirigentes que hizo equilibrio hasta último momento para evitar la fractura de la central obrera. Volvió ayer a enviar otra señal de unidad justo cuando el Gobierno siente la presión gremial en la nuca por las seguidilla de exigencias por mejoras salariales y tributarias.

Pero hubo otros pasos previos a los dados por Martínez.

La CGT de Caló salió públicamente a compartir las demandas que elevó Moyano durante la huelga y pidió, por medio del secretario de prensa Héctor Daer, que el Gobierno escuchara los reclamos que se plantearon el martes pasado.

Las semejanzas, incluso, impulsaron a otro dirigente. El primero en hacerlo fue el colectivero Roberto Fernández, que llamó a dejar de lado los personalismos y a actuar en conjunto.

En algunos sectores del gremio de Fernández, la Unión Tranviarios Automotor, las bases desoyeron a la jefatura y adhirieron al paro convocado por el moyanismo. Sucedió algo similar con los ferroviarios, con los mecánicos del Smata en Córdoba y con los metalúrgicos de la UOM en el distrito bonaerense de Tres de Febrero.

Hasta el propio Caló alimentó el contexto de acercamiento y semejanzas. "Con el compañero Moyano yo no tengo diferencias ni en lo personal ni en lo gremial. No tengo diferencias con él ni con nadie", sostuvo el jefe de la UOM.

La aproximación entre ambas CGT no es más que un anhelo de un puñado de dirigentes. Se trata del impulso de los hombres más dialoguistas y estratégicos de ambas orillas. Son quienes actúan detrás del cruce retórico que se activa desde los atriles. Sin embargo, la alternativa de una alianza en el corto plazo es poco probable para la gran mayoría de la central vinculada al kirchnerismo. Y también para los integrantes de la central con sede en Azopardo.

"No creo que un acuerdo tenga prosperidad ahora. Estará todo atado a los vaivenes políticos y electorales. Podría darse recién a mitad de 2013", estimó uno de los hombres de mayor confianza de Moyano.

Después del paro, moyanistas y gremios oficialistas presionaron al Gobierno para obtener mejoras salariales y tributarias. Las exigencias son idénticas: eliminar o modificar el Impuesto a las Ganancias; universalizar las asignaciones familiares o elevar el tope para acceder al beneficio y activar un mecanismo más dinámico para distribuir los fondos que el Estado les adeuda a las obras sociales sindicales.

Moyano celebró la reacción de la central oficialista, que salió a respaldar el listado de reclamos. Cuando el paro se extinguía en el atardecer del martes, el camionero fue astuto al ser consultado sobre los gremios enemigos. "Las puertas de la CGT están abiertas para defender a los trabajadores", respondió rodeado de sus nuevos aliados de la CTA y de la central de Luis Barrionuevo.