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"Chiche": "Soy menos malo de lo que parezco"

En una entrevista para un matutino porteño, Samuel "Chiche" Gelblung hizo un balance de su último año laboral y de la marca que logró instaurar en el periodismo argentino. "No compito con nadie. Que el resto piense en lo que hago yo", afirmó categórico.

Con su ciclo en Mitre cerca del podio del rating, hizo del "pase" con Nelson Castro uno de los momentos más esperados del día radial

Periodista por auténtica vocación, Samuel Gelblung ("Chiche"), profesional reconocido de la gráfica, de la TV y la radio, anima desde hace dos años Hola, Chiche por Radio Mitre (AM 790), de lunes a viernes, de 9 a 13. En diálogo con La Nacion, Gelblung cuenta cómo la audiencia de Mitre, que al principio lo cuestionaba, lo aceptó y fue creciendo paulatinamente de tal manera que hoy lo encuentra muy cerca de la competencia (Radio 10, emisora de la que se desvinculó siendo líder en el horario del regreso). Su personal estilo, su manejo de la información, el valor de la primicia, su vestimenta, creatividad y transgresión tantas veces criticada y copiada. De todo esto y del divertido y diferente "pase del aire" con Nelson Castro, habla Gelblung.

-Dos años en Radio Mitre. ¿Cuál es el balance?

-Estaba cansado de la tarde. Yo ya había hecho la mañana, hace muchos años, y me había ido muy bien. La mañana de la radio es más competitiva; tiene más anunciantes y público. Lo que pasa es que diez años de liderazgo a la tarde es hasta cansador. Ya no tenés más desafíos. A mí me gusta buscar nuevos desafíos todo el tiempo; por eso busqué volver a la mañana. Por otra parte, tampoco podía pedir ir a la mañana en la 10, porque el Negro Oro tiene un tanque ahí. Su programa es muy exitoso. Me ofrecieron la posibilidad de la mañana en Mitre, y no lo dudé. La audiencia fue aumentando paso a paso. Era el objetivo que nos habíamos fijado en cuanto a mediciones. Yo creí que lo íbamos a alcanzar hacia el final del segundo año, pero llegó tres o cuatro meses antes, lo cual es mucho más satisfactorio. Nunca pensamos en ser líderes en dos años, pero siempre tuvimos la idea de revertir la tendencia y ponernos cerca del líder.

-¿Qué cambiaste?

-Es más fácil hacer la segunda mañana que la vuelta. La gente cree lo contrario: que la tarde es más relajada; el público está mucho más receptivo, pero la tarde es muy compleja. A la tarde, nada de lo que dice el diario te sirve. A la mañana, muchos programas se hacen con el diario. Nosotros nos ocupamos de tener una agenda propia. La comunicación es una sola. La gente cree que nosotros nos distinguimos por sacar temas raros. Si siguen el programa, se van a dar cuenta de que estamos obsesionados con la noticia, pero le buscamos un enfoque diferente. Soy obsesivo con la noticia y con la primicia, obviamente. Como lo hacemos en tono distendido, la gente cree que no le prestamos atención a la información, y la información vale en todo momento...

-¿Cual fue la fórmula?

-Cuando entré a Mitre, sentía que, si bien había un problema de audiencia, los programas eran buenos. El problema no eran los programas. Yo creo que teníamos que cambiar un poco el público de Mitre. Había que ampliar al público de la emisora, que aparte estaba siempre apegado a una determinada forma de hacer radio, que, por otro lado, lo identifica. La audiencia de la radio tenía un techo, y nosotros teníamos que intentar ampliarlo. Eso sí fue una cosa consciente: ir generando e ir ganándonos oyentes nuevos en el horario. Nosotros teníamos que lograr que la gente se cambiara de radio, porque tampoco se puede inventar audiencia. Necesitábamos que pasara la gente de La 10, que es la que tenía el liderazgo. Cuando entramos a Mitre, La 10 nos llevaba veinte puntos de share . Con el tiempo, nosotros fuimos ganando audiencia. Eramos conscientes de que el público necesitaba una opción nueva, y creíamos que nosotros éramos esa opción. Para lograrlo, tuvimos que manejar el enojo de la gente, que no estaba contenta con que hubiera abandonado esa radio. Tenía dos públicos enojados: el de La 10, porque me había ido, y el de Mitre, porque había venido.

-Es que vos tenés un universo especial, Chiche...

-Yo creo que no hay un solo tema que no pueda tratarse con humor, y eso es algo que la gente agradece. Yo nunca hablo en serio. Trato de hacer chistes hasta en los momentos más dramáticos. No se puede hablar como si fueras un prócer. Me parece que en algunos temas he innovado; me han crucificado por cosas que he hecho en TV que ahora son cuentos de hadas respecto a lo que la pantalla muestra. Me da bronca la hipocresía. Nosotros en el modelo de radio y TV somos todos hijos de Neustadt, porque él fue el único que tenía un modelo diferenciado. Cuando Romay me propuso hacer televisión, quería que yo hiciera un programa de nostalgia. Memoria quedó y se convirtió en una marca, pero el título nació pensado para un programa de nostalgias. Y yo soy un periodista de lo que pasa. Cuando empezamos a hacer televisión, me pareció que había una exclusión de los temas sociales de actualidad: la comida, los precios, el divorcio, por ejemplo, no eran temas que se trataran. Después seguimos con informes y con los temas del espectáculo enfocados de manera diferente. Hubo cosas buenas y malas, y esa idea que tuvimos originalmente nos llevó a cometer graves errores.

-¿Y viendo la TV actual?

-Eramos nenes de pecho. Se ha reproducido todo esto de manera mucho más sádica, irónica, violenta y roza el mal gusto. Yo no digo que no la hayamos hecho nosotros. Hay muchas cosas que no sé si haría de nuevo, pero no me arrepiento de nada. La televisión se terminó pareciendo mucho a nosotros. Hasta los periodistas "serios" hacen lo que hacíamos nosotros. Eso sí que me da bronca: la hipocresía. Creo que la gente fue entendiendo que soy menos malo de lo que parezco. Conmigo funciona mucho el prejuicio. El 80% de los que me critican, no me vieron, leyeron o escucharon.

-Hiciste muchas cosas curiosas y divertidas en la radio...

-El campeonato de medialunas y milanesas, por ejemplo. Carreras y asado en la calle. La radio tiene que ser viva, tener show y estar cerca de la gente. Mi sueño es hacer un programa en vivo con público, en un auditorio. Y estamos en eso. Y la ropa que uso en la radio es parte de ese show. La ropa para mí fue un tema complicado. Siempre me gustó la estridencia, aun ahora que tengo 66, aunque digo 59. Por eso le regalé el traje a Macri, porque se lo debía elegir un hombre y no una mujer, aunque fuera su esposa, aunque no soy su amigo ni soy de Pro.

-¿Cómo vivís la competencia?

-Para mí, no existe la competencia. No compito con nadie ni hago el programa pensando en lo que hace el resto. Que el resto piense en lo que hago yo. El camino es el que me marca la intuición y, por lo general, el resto se termina pareciendo a nosotros.

Por Alicia Petti, para el diario La Nación