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Charlas de Quincho

Multitud de visitantes en Buenos Aires: algunos por la Feria del Libro, otros por el fútbol, unos más por una cumbre conservadora.

Sin embargo, arrancamos estos relatos con los viajes por el mundo de un funcionario, que mezclan el dulce de leche con la energía nuclear. También le contamos cómo se hace para llegar a la Presidente sin enojarla.

Un gobernador, tras sus múltiples fatigas futboleras, explicó el tema «colectoras» a un grupo de intendentes semidíscolos. Los convenció.

En tanto, un famoso y polémico escritor, llegado al país con doble propósito, paseó por varios barrios porteños y eludió hablar de política. Lo hará esta semana y en abundancia.

Más que jugoso el fin de semana con una Argentina conmovida por visitas internacionales: los conservadores que participan desde ayer en una cumbre que tiene como estrella (lo será de toda la semana) a Mario Vargas Llosa, las celebridades del deporte que convoca Daniel Scioli en el Estadio Único, encabezadas por el mítico «Gordo» Ronaldo, y las plumas que llegan para la Feria del Libro, entre ellas, Jorge Edwards, chileno-español (como Vargas Llosa, que es peruano-español), que tiene el antecedente extravagante de haber sido embajador de su país del socialista Salvador Allende (en Cuba y en París, como segundo de Pablo Neruda) y del conservador Sebastián Piñera, quien lo envió de nuevo a París. No desanimó que Cristina de Kirchner se guardase un par de días en Olivos, inmovilizada por un bajón de presión (es como llaman los médicos a la lipotimia) que le impidió ir a México, pero no tomar algunas decisiones y revisar los papeles que le acerca Carlos Zannini, como la reglamentación de las elecciones.

Entre las determinaciones, que Héctor Timerman siguiera de viaje (hace un mes que casi no duerme en casa), ahora a Ucrania, en donde hoy el canciller participará de una cumbre nuclear. «La silla que uno deja vacía siempre la ocupa otro», es el dictamen del Gobierno sobre éste y otros viajes que lo mantienen en vuelo al canciller. Esta vez, el tema tiene miga, porque desde el desastre de Japón, todos los proyectos nucleares del mundo han entrado en revisión. Los países que, como la Argentina, tienen desarrollos de este tipo van a tener que probar que no contaminan y deben prepararse para una década de peleas con los ambientalistas que buscarán desacreditar la energía de ese origen. También recibió Timerman, en las pocas horas que estuvo en Buenos Aires, regresado de México, la indicación de que represente a la Argentina el 1 de mayo en el Vaticano de los fastos por la beatificación de Juan Pablo II. Cristina analizó si concurrir a esos actos en los que la Iglesia busca una revitalización de su imagen con el motivo del papa Wojtila, que conserva altísimas marcas de popularidad. El Gobierno resolvió, además, como lo hizo con los viajes por la muerte de este pontífice, que la delegación debe ser lo más amplia posible. Para eso, Cristina tiene sobre su mesa carpetas con nombres de funcionarios de los tres poderes y de todos los partidos; de ahí elegirán quiénes acompañarán a Timerman y a Guillermo Oliveri -secretario y amanuense local de este emprendimiento- que serán de todos los partidos políticos siempre que respeten la fe ajena. Por eso serán objeto de una consulta previa para que no haya sorpresas.

La enfermedad presidencial, como ocurrió en otros casos y en otros países, despertó las fantasías de analistas y opinólogos, que incurrieron de nuevo en especulaciones sobre una baja de Cristina en las elecciones. Son más bien expresiones de deseo («wishful thinking», les llaman los americanos), alimentadas por el silencio de la Presidente sobre su candidatura. Todos quienes hablan con ella juran que nunca les ha dicho que será candidata, pero que habla de proyectos del futuro, de lo que tienen que hacer, con lo cual salen convencidos de haber escuchado la música, pero no la letra, de una candidata. ¿Por dónde transcurre la política? Por la oficina de Zannini, que es una romería permanente de dirigentes de todos los colores que dejan iniciativas y escuchan consignas.

Hasta allí llega el diálogo político, y no es que Cristina no hable. Quienes la visitan marcan la diferencia con Néstor, que convertía los encuentros en unos torneos de largos silencios de los cuales había que deducir el significado. La diferencia es que Cristina habla («Garbo talks», decía la publicidad del primer filme hablado de Greta Garbo) y no tortura con los silencios de Néstor. ¿De qué habla? Depende de quién esté enfrente. Cita a ministros y a gobernadores con temas de agenda, sigue emprendimientos, ofrece colaboración, pero se eriza cuando le sacan temas de gestión no previstos. Es la respuesta esperable ante el mangazo, ante el pedido de fondos o de directivas; eso la eriza, la pone firme y trata de aguantar los pedidos. Algunos tienen otra llave para entrar en ella: llevarla de arrancada a temas personales, humanos, diríase, en donde ella despierta con otro ánimo. Algunos le hablaron de la muerte de Patricia Miccio, que la impresionó particularmente, otros de filmes o de música. Esa antesala suaviza las entrevistas, aunque pocos logran llevarla al territorio del mangazo, en el cual salen casi todos derrotados.

También le gusta escuchar anécdotas, por ejemplo, sobre cómo Julio De Vido, en discurso ante empresarios de México, les enmendó la plana a unos datos que había hecho públicos Juan Schiaretti sobre la economía argentina, o con las historias de la delegación argentina que fue a ese país. Se enteró por uno de esos relatos el motivo por el cual algunos beben cerveza con una rodaja de limón. Cuando supieron en México que Cristina no viajaba, el presidente Felipe Calderón convirtió el almuerzo previsto para ese día con funcionarios y unos pocos hombres negocios en un megaalmuerzo para los 200 empresarios argentinos y otros tantos de su país. Sentó en la mesa principal a De Vido, Timerman y a celebridades como el presidente del Toluca, Santiago Velasco, quien los sorprendió por su conocimiento del fútbol argentino. «Con todos los jugadores que compramos en la Argentina, ¿cómo pueden decir que tienen déficit comercial con México? Si registrasen el monto de esas transferencias, la Argentina tiene superávit», se rió.

Habló de sus relaciones con Julio Comparada, porque el Toluca es un club hermano de Independiente de Avellaneda, y contó que ese equipo vendrá al país a jugar cuando se haga la inauguración definitiva de las obras de su estadio (en realidad, ya funciona y se ha inaugurado dos veces, pero siguen la construcción). Timerman se interesó, como Velasco es también empresario cervecero, por esa costumbre de mezclar la cerveza con el limón. Le explicaron que durante la ley seca, iban muchos americanos de estados fronterizos a beber cerveza a México. Muchos de ellos eran soldados de la base naval de San Diego, a quienes los médicos les recomendaron, como medida profiláctica para evitar infecciones, frotar un pedazo de limón por la lata o la botella en donde iban a poner la boca. De ahí, la indicación higiénica se convirtió en un gusto para consumir cerveza, tanto que hay algunas marcas que importan el producto en botella o en lata incluyendo la rodaja de limón. ¿Importan limones a Estados Unidos?, se brotó Timerman, que pelea por hacer entrar ese producto a EE.UU. desde que era cónsul de Nueva York. «Cuando vayan a Buenos Aires, los llevamos con Comparada a Tucumán a ver los limones nuestros y los metemos en botellas de cerveza mexicana».

Siguió la línea gourmet cuando la delegación argentina exaltó otros productos, como el dulce de leche. ¿Qué es el dulce de leche?, preguntó el presidente Calderón. Es el dulce de cajeta, le respondió uno de sus ministros. No, no es lo mismo, dijo un argentino y arrancó una de esas rutinarias charlas interculturales sobre la diferencia entre esos productos -en realidad, un juego de palabras, porque todos se hacen con leche quemada de más y azúcar- y otros con designaciones más suntuosas, como el «manjar blanco» (Chile) o el «caramel au lait» (Francia). ¿Nadie tiene dulce de leche acá?, se inquietó el mexicano Calderón, paralizando el ceremonial de imponente salón del Palacio de los Pinos, residencia presidencial en donde transcurría el condumio. Saltó uno que lo produce en Santa Fe (San Ignacio) y sacó nadie sabe de dónde un frasco. Lo abrió un custodio presidencial que cató el producto en prevención de inconvenientes (en la Argentina los edecanes presidenciales pruehasta el agua de los mandatarios antes que la ingieran) y por fin Calderón probó esa delicia. Es dulce de cajeta, sancionó.

En el rango de las visitas internacionales hay que anotar lo más notorio de la agenda de Daniel Scioli con la visita de Ronaldo, el goleador máximo de su país, quien estuvo en La Plata para presentar la pelota con la que se jugará la Copa América. El gobernador vigila todo lo que se hace en el Estadio Unico porque entiende que la proyección que le da a su gestión supera cualquier pergeño de sus campañólogos, atados al viejo estilo de gorro, bandera y vincha. Encima, muestra números como que cada recital de U-2 le dejó a la provincia u$s 200 mil limpios, algo que espera mantener con espectáculos que vienen como Rod Stewart, Madonna, The Wall (o algún show de Roger Walters que se le parezca) y desde ya la Copa América.

Entre el jueguito de cabeza con Ronaldo y los actos en Malvinas Argentinas con el intendente, Jesús Carilino («peronista y argentino», dice su eterno lema de campaña), y los Pimpinela, Scioli atendió la ansiedad de su tropa ante la firma el viernes de la reglamentación de la ley electoral. El motivo de esa presión sobre la cúpula son las trajinadas listas colectoras y listas de adhesión, palabras que no fueron incluidas en ninguno de los decretos que firmaron Cristina y Scioli el viernes, ni para autorizarlas ni para prohibirlas, con lo cual quedaron habilitadas en los entresijos de una complicada alquimia. «Van a ser muy controladas», les dijo el gobernador. Cuando le reclamaron por la intrusión de Sabbatella, los reprendió: acá de lo que se trata es de mantener la relación estratégica con la Nación, que ha ayudado a esta gestión y a la de ustedes -les dice a los intendentes- porque reciben una coparticipación comunal que antes no existía. ¿Para qué buscar pelea con kirchneristas si quieren sostenerla a Cristina?

Este llamado a la gobernabilidad que algunos ven como una cesión del gobernador esconde otras promesas que les hace a los de abajo: cada lista de adhesión va a pasar por un escaneo riguroso para que no lesione los intereses de ningún intendente. Lo mismo les dirá hoy a los alcaldes de partidos vecinales, que prometen adherir, usando la liberalidad que dejaron los decretos de reglamentación, a la candidatura del gobernador. Scioli cree, contra la idea de algunos operadores ansiosos, que la elección se gana en la urna, que hay que trabajar para lograr la adhesión de los votantes, y no perder tiempo en alquimias que pagan en sueldo de los asesores y punteros en el armado de alianzas y listas, pero que al final se resuelve todo en cuarto oscuro en donde el votante es más sagaz que cualquier operador.

Lo desvela más la elección de un candidato a vicegobernador, que es el hombre que, de ganar la reelección, concentrará las miradas sobre lo que se viene en el futuro. Cerca de él hasta piensan en que podría ser el propio Alberto Balestrini si se produce una mejora significativa de su salud antes de la fecha de inscripción de candidaturas provinciales. Después de todo, reflexiona ante los íntimos, Cristina y él han gobernado sin problemas durante buena parte de sus mandatos sin vices, con Julio Cobos echado al monte como opositor y Balestrini enfermo. ¿Es tan importante un vice para gobernar frente al costo de expectativas que le plantea a un mandatario?, se pregunta en la soledad de La Ñata, adonde siempre hay fútbol, este fin de semana con estrellas como el «Pipa» Gancedo (ex River) o Cristian Dolberg (ex Boca) o la banda que acompañaba en vida al bailantero Rodrigo, todos derrotados, y con goles del gobernador, por el equipo local de Los Piqueteros de Villa La Ñata.

También tuvo su oportunidad global Macri, que dedicó buena parte del domingo a atenderlo a Mario Vargas Llosa, que desde hoy anima una cumbre de ONG conservadoras en el hotel Sheraton de Retiro. El novelista que mejor ha descrito lo que llama el Gobierno al trabajo esclavo en su novela «El sueño del celta» (tanto que merecería un premio del Gobierno nacional), se paseó ayer con su esposa por el barrio Norte y la Boca, tranquilizando a sus anfitriones con que el jueves, cuando hable en la Feria del Libro, no va a haber ningún incidente, como prometen algunas bandas del oficialismo que se han indignado por los dichos del peruano sobre la política criolla. Vargas visitó a María Kodama en la sede de la Fundación Borges de la calle Anchorena, acarició objetos de la memorabilia borgiana como manuscritos, viejos volúmenes y algún bastón, acompañado (además de Macri), por el secretario Hernán Lombardi y el diputado español Miguel Ángel Cortés, un hombre del Partido Popular que está en la organización de esa cumbre de la que participa además la mítica asociación liberista (en economía) Monte Pelerin.

Vargas le quita presión política a su intervención en la Feria del Libro y reserva la pólvora política para su discurso del martes a la noche como key speaker en la reunión del Sheraton y para el picnic del miércoles de los organizadores en un campo de San Antonio de Areco. Desechó la invitación que le había hecho Macri para dar una conferencia en el Teatro Colón, otra forma de evitar el bardo la política, y en el diálogo que mantuvo con Macri en el comedor de la Fundación Proa eludió incurrir en opiniones sobre la Argentina. De Borges pasó a las elecciones peruanas del 5 de junio, el balotaje que enfrenta a Ollanta Humala y a Keiko Fujimori. «Aunque conozco los riesgos que puede tener su Gobierno», apostó mientras devoraba el menú de ensalada que les sirvió la presidente de Proa, Adriana Rosenberg, «yo voto por Humala. Que gane la hija de Fujimori sería abrirle la cárcel a los asesinos que gobernaron en Perú, y eso sería lo peor para mi país». Dio detalles de esa elección que él mismo calificó como una opción entre el cáncer y el sida. Con esa vehemencia aplicada a su país, ¿cómo no van a ser fuertes sus opiniones sobre otras naciones? Igual Vargas Llosa, quien dice amar a la Argentina más que algunos gauchos, se quiere meter esta semana que pasará aquí en las profundidades. Pidió consejo sobre qué puede ver en teatro (él mismo suele actuar en un espectáculo hecho sobre textos propios, disfrazado con una túnica casi sacerdotal). Preguntó, por ejemplo, sobre la versión de «Un tranvía llamado deseo», de Tennessee Williams, que anoche hacía una función. Le recomendaron esperar al comentario de algún crítico o algún baqueano de teatralidades, pero no podían convencerlo de que no fuese a la función de anoche.

Cuando se retiró de Proa, quedaron algunos entornistas de Macri desflecando las últimas noticias de su espacio, asolado en los días recientes por la reaparición del fantasma Reutemann, un fenómeno casi meteorológico que salpimienta cada tanto, sin mucha base, la agenda política. El Lole, con aire descansado, se despegó de estas especulaciones sobre retornos (políticos, se entiende) el sábado por la tarde, cuando se encontró por esas casualidades con un grupo de misioneros en un local de Nueva York, dedicado a la náutica, en donde sus acompañantes le querían comprar un regalo sobre su cumpleaños 69; fue el 12 de abril pasado, un día antes de viajar a los Estados Unidos, y de que su esposa Verónica Ghía acogiese en su página de Facebook las manifestaciones sobre Lole 2011 de un grupo de jóvenes santafesinos.

Con esos misioneros no habló el sábado de política, pero a los suyos les dijo desde allá que no hará ningún movimiento hasta después del 22 de mayo, fecha de las internas santafesinas. Igual buscó interesarse sobre el anecdotario de sus colegas para esa elección, como la decisión del Gobierno santafesino de pintar un helicóptero de la Policía con la leyenda de «Gobierno de Santa Fe» para que lo use Hermes Binner en sus actos de campaña, el entusiasmo con que el precandidato Rafael Bielsa usa avión y helicóptero de su candidato a senador provincial, el sindicalista Hermes Juárez, el desconcierto de reutemistas que han perdido la querencia como el diputado Daniel Germano o el ascenso irresistible de la postulación del intendente de Rafaela, Omar Perotti, en la puja entre peronistas por la gobernación.

Quincho sólo apto para hombres en el restó Terrazas del Central de La Rural. Fue el último jueves al mediodía, donde el empresario Martín Cabrales y el consultor Martín Uriburu celebraron juntos cumpleaños. Un joint venture para optimizar recursos con amistades comunes. Hubo 30 invitados especiales, entre ellos Alejandro Bulgheroni, Alejandro Gravier, Cristiano Rattazzi, Roberto Hornos, Jorge Anzorreguy, Carlos Cecchi, Gino Bogani, Jorge Pereyra de Olazábal, el embajador de Colombia, Alvaro García Jiménez, Jorge Sánchez Cordova (Finansur), Iván de Pineda, Claudio Rigoli, Tato Lanusse y el anfitrión Juan Pablo Maglier (La Rural). Salmón, queso brie, hojas verdes y de postre helado blanco con frutos rojos, lo más demandado por los asistentes que estuvieron hasta las 18 horas. Casi, casi hubo que pedir a la seguridad para que desalojen el salón principal que fue creado en 1910 para los festejos del Centenario. Recordaban entusiastas de la historia argentina que en esa época se realizaron allí grandes eventos de gala, como aquel al que asistió Marcelo Torcuato de Alvear junto a su esposa, la cantante lírica Regina Pacini.

Mucho debate en las mesas por los nombramientos de directores de la ANSES en las empresas en las que posee participación. Dos bandos en las mesas: los que veían ese acto como el primer paso a una mayor intervención contra los que sólo creen que es el ejercicio de un derecho para quien es accionista. Pero un tema despertó más debate: el casamiento de Karina Jelinek. ¿Quién es Leo Fariña, el afortunado futuro cónyuge? Florecía información de sus antecedentes, pero contradictoria. Se lo vincula al mercado financiero, recientemente a cargo de un fideicomiso exitoso. Otros, más agresivos, sostienen que hay una suerte de burbuja sobre sus activos, que le regaló no uno, sino dos departamentos (el segundo para amistades) y hasta que podría suspenderse la boda. Tras este debate académico, los invitados posaron para la foto donde fue muy ponderado el color de las medias de Pereyra de Olazábal, el apreciado dirigente de la Ucedé. «Esas medias no hablan castellano», le gritaron, en relación con que provenían de Estados Unidos, de una selecta casa y que habían zafado de las trabas a las importaciones.

Completamos el retablo mexicano del cual dimos un adelanto gracioso más arriba, con detalles de esa cita diplomática para avanzar en el Acuerdo de Asociación Estratégica entre México y la Argentina, gestión que en 2007 había iniciado Néstor Kirchner; fue en el DF, ciudad donde se reunieron los cancilleres de ambos países. Luego, en el hotel Saint Regis, una torre de cristal antisísmica que se levantó hace dos años en el Paseo de la Reforma, cerca de los bosques de Chapultepec, se realizó el seminario «Oportunidades de negocios, comercio e inversiones». Este encuentro fue la semana pasada el broche de oro de las jornadas donde se conocieron y escucharon los trabajos de la segunda reunión de un Consejo que no se reunía desde 2008, y está integrado por tres comités: político, económico y de cooperación.

Héctor Timerman había asegurado que viajaría con 200 empresarios argentinos y cumplió con su palabra. El seminario comenzó con un desayuno, y al equipo que acompañaba al canciller se sumó el de los empresarios locales. Todos escucharon como en misa al azteca Carlos Guzmán, director de ProMéxico, cuando dijo sin vueltas: «Estamos sentados arriba de una mina de oro». Aclaró los datos, como los cambios climáticos y económicos mundiales, que le permitían augurar un porvenir venturoso. Como ejemplo mencionó la creciente demanda de energía renovable -eólica y solar- que proyecta exportar a EE.UU., y que ya en dos oportunidades alimentó a California. «Nuestras exportaciones de productos agroindustriales alcanzaron los 20 millones de dólares, pero, desde ya, esta suma se podría incrementar con la tecnología argentina», sostuvo Guzmán. Y agregó con énfasis que México es el socio ideal para nuestro país. «Ford y otras empresas están aprovechando la oportunidad de producir en nuestro territorio porque les cuesta un 42% menos», añadió.

Esa mañana en el auditorio se sucedían los discursos de mexicanos y argentinos y, en la cafetería, los comentarios de las actividades del día anterior. Para comenzar, los empresarios de ambos países socializaron en las comidas y en los paseos, como la visita a la Casa de Gobierno, donde los recibió Felipe Calderón, que dialogó con ellos. Así también conocieron el flamante Museo Soumaya, que hace apenas unos días inauguró el poderoso Carlos Slim, un habitué de la revista Forbes y una figura de peso en el escenario de los negocios bilaterales. Y si bien la Justicia acaba de sentenciarlo a pagar una multa de 1.000 millones de dólares porque se lo acusa de monopolizar las comunicaciones, esta suma no hará tambalear su fortuna. Se elogiaron los bronces de Rodin y, sobre todo, la espectacular arquitectura de un edificio recubierto por 14.000 hexágonos de aluminio que brillan como la plata. La colección del Soumaya tiene 66.000 obras de arte (el Museo de Bellas Artes argentino posee poco más de 10.000), pero la zona dedicada a exaltar la riqueza, con pequeñas y antiguas balanzas para pesar metales preciosos y una colección de medallas, billetes y monedas excede la de la banca nacional. «Una rareza que valía la pena visitar», observaron.

El director del Soumaya, Alfonso Miranda, comentó que Slim había planeado una comida en el Museo para recibir a Cristina de Kirchner, que se suspendió hasta el 30 de mayo, y mientras miraba la inmensidad de esos 17.000 metros, dijo que se dudaba entre realizarla en el piso dedicado a las esculturas, frente al romántico «El vals» modelado por Camille Claudel, o en el imponente lobby. No obstante, y a pesar de los atractivos de esta agenda, se advirtió la paradoja de que nadie invitara a los argentinos a ver las exposiciones de arte que llegaron desde su propio país para acompañar la visita presidencial, mientras los mexicanos que llegaron por las suyas elogiaban sin retaceos la excelencia de estas presentaciones. «Es un privilegio conocer la historia de la Argentina a través de las imágenes de sus artistas», señalaban. Y, justamente, la muestra que hoy alberga el bello Museo San Carlos recorre 200 años de nuestra historia y fue pensada, al igual que el Museo de Slim, como una celebración del Bicentenario. Un tema recurrente fue el de las corbatas, que se elogiaban unos a otros. Pablo Aristizábal (Competir) dijo que la suya provenía de una pyme, otros alabaron los tonos alegres, y aunque Timerman no habló de la suya, los demás lo hicieron por él. No era para menos, llamaba la atención no tanto por el color amarillo, sino por el estampado de unos diminutos twitters.

La cepa del malbec, pese a su origen francés, se ha establecido como el varietal representativo de la Argentina (como lo es el syrah para Australia). De hecho, hasta en Wikipedia se indica que los mejores vinos de esa clase son los criollos. Con el frutado salteño torrontés -otra crianza argentina exclusiva, esta variedad de tinto ha terminado de poner al país en el mapa de los grandes vinos del mundo. Seguramente para acentuar la creciente identificación de esa cepa con el país se festejó el sábado en Nueva York el Día Mundial del Malbec, fiesta que continuó ayer en más de 30 ciudades. El escenario elegido fue la Biblioteca Pública de Nueva York, y participaron el cónsul José Luis Pérez Gabilondo; Alberto Arizu (h), presidente de Wines of Argentina; el secretario de la Cancillería, Luis María Kreckler; y la reina de la Vendimia, Gabriela Koltes, entre los 400 invitados a probar los caldos mendocinos. El paseo que hizo la bella mendocina y jugadora de hockey entre Sutton Court (donde se hospedaba) hasta el edificio ubicado frente a Bryant Park, en Quinta y 47, provocó una miniconmoción en el «midtown» neoyorquino, pese al frío y a la lluvia que caía.

Los convidados dieron buena cuenta de los vinos aportados por 20 bodegas argentinas hasta bien pasada la medianoche, acompañados por un catering con reminiscencias pampeanas. El bello edificio de la biblioteca, cuyo signo distintivo son los dos leones que flanquean su entrada principal, había sido iluminado con los colores de la bandera argentina, trabajo encargado a la PRG Entertainment, una firma que realizó las escenografías de «musicals» como «Mary Popins», «Los miserables» y (hasta ahora imposible de poner en escena) «El hombre araña». Hubo tango, por supuesto. Entre los festejos hubo tiempo para que Arizu explicara que la Argentina es el mayor productor de malbec y el quinto productor de vino del mundo, sólo superado por (en ese orden) Francia, Italia, España y Estados Unidos.

Los festejos continuaron ayer con la molienda en el mítico City Winery, ubicado en el Soho, de 20 toneladas de uva malbec traídas desde Mendoza, que serán embotelladas con la fecha de la ocasión. Además, a partir de 20 de abril y durante el X Festival Anual de Cine de Tribeca, Robert de Niro y sus invitados beberán vinos argentinos.

Vamos a terminar con un chiste judío, dado que esta noche comienza la fiesta de Pésaj. Bill Gates busca CEO para la filial Europa de Microsoft. Se presentan 5.000 candidatos, entre ellos Mauricio Cohen. Gates los reúne en un gran salón y les pide a quienes no manejen Java al dedillo que se vayan. Dos mil aspirantes se retiran. Mauricio Cohen piensa: «No tengo ni idea de qué está hablando pero, ¿qué tengo que perder si me quedo?». A continuación, Gates les pide quienes no tengan experiencia en dirigir equipos de más de 100 personas que abandonen el recinto. Otras dos mil personas se van, pero Cohen se dice: «Siempre trabajé solo pero, ¿qué tengo que perder si me quedo?». Gates pide a todos los candidatos que no hayan alcanzado un doctorado que se retiren, y quinientas personas lo hacen. Cohen piensa; «Dejé la escuela a los quince pero ¿qué puedo perder si me quedo?». Por último, Gates pide a todos los candidatos que no hablen albanés que salgan del lugar, y sólo quedan dos personas: Cohen (que piensa «No hablo albanés pero ¿tengo algo que perder?») y otro hombre. Están los dos solos con Gates, y éste -después de felicitarlos por sus antecedentes y sus currículums- les pide que hablen en albanés entre sí. Con calma, Mauricio Cohen se vuelve al otro candidato y le dice: - Hava Naguila, hava...

Y el otro le responde:

- Naguila hava, naguila venismejá...