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Cedí este espacio para la tercera carta de Cris

La Presidente habló por tercera vez: ¿qué piensa ahora de la muerte de Alberto Nisman?

Extraído de La Nación

Por Carlos M. Reymundo Roberts

Después de una semana dramática, ayer, agotado, me puse a escribir la columna. Cuando la había terminado tuve que borrarla. A las 7 de la tarde llegó la orden de olivos: Cristina había escrito la tercera carta sobre Nisman y no quería publicarla en Facebook, como las anteriores, sino en este espacio. Sorprendido, pregunté a qué se debía el honor. Me contestaron que, después de la ola de críticas por el uso de una red social para algo tan trascendente, buscaba un medio más convencional, un formato clásico y, sobre todo, una columna reconocida por su seriedad y rigor.

Estuve de acuerdo, claro. Por lo tanto, lleno de orgullo le cedo mi lugar. No hace falta aclarar que no tuve nada que ver en la redacción del texto: apenas empiecen a leer comprobarán que esa prosa y esa calidad argumentativa son propias de un ser superior. Ah, lo último. Aunque a nadie le interese, les cuento que mi nota, la que borré, hablaba de lo bien que la veo a Cristina. No ha perdido el rumbo ni la coherencia. Cualquiera que hubiese pasado lo que pasó ella, a estas alturas estaría diciendo pavadas.

A medida que avanza la investigación de la muerte de Nisman se va comprobando lo que YO, argentinos y argentinas, les dije desde un primer momento. Fue un suicidio. No quedan dudas. Cada prueba que va apareciendo lo ratifica: alguien lo mató. Estamos ante un asesinato espantoso. Lo que todavía no sabemos es por qué el fiscal decidió quitarse la vida. O que alguien se la quitara. Sí sabemos que fue una decisión voluntaria, propia de la angustia que estaba viviendo. Por supuesto, YO, como todos y todas, me pregunto quién pudo inducirlo a tomar esa trágica decisión. Porque claramente, lo voy a decir con todas las letras, estamos ante un ¿suicidio?, un (siniestro) asesinato inducido, un suicidio cometido por alguien que no es el fiscal. ¡Que nadie pretenda confundirnos!

En momentos como éstos conviene ser muy prudentes, no arriesgar hipótesis, no andar bartoleando. Seriedad ante todo. Para asegurarnos de que no se diga una palabra de más, que el mensaje llegue claro, la única autorizada en el Gobierno a hablar soy YO (perdón, me hice poner una tecla especial que escribe YO en mayúsculas). Siento un clamor popular que me dice: "Cristina, siga explicándonos usted lo que pasó. A usted le entendemos. Qué bien lo está haciendo. Si no fuera por sus cartas estaríamos totalmente despistados".

Hablando de mis cartas, sé que, dado el caudal informativo que tienen, la cantidad de datos que voy tirando, están siendo un material de extraordinaria utilidad en la investigación y fueron incorporadas a la causa. Se los dije: soy una gran abogada. Pero sigamos con Nisman (me encanta hablar de mí, y a ustedes les encanta, pero hoy el tema es Nisman, o, en todo caso, YO y Nisman). Les voy a contar lo que hasta ahora nunca les he contado. A las 12 de la noche del domingo me llamó Berni para decirme que el fiscal había aparecido muerto. Le ordené que fuera a Le Parc, pero ya estaba ahí. Como buen militar, cumple las órdenes antes de recibirlas. Después siguió al pie de la letra el protocolo fijado por nuestro gobierno: se erigió en patrón del departamento, de la torre y de todo Puerto Madero; politizó la escena del crimen, ninguneó al juez, ignoró a la fiscal, echó dos veces al SAME, carajeó a los guardias, eludió a los medios, se hizo ver ante las cámaras, cada cinco minutos me pedía instrucciones y emitió un comunicado que le escribí YO.

Esa noche no pude dormir. Imagínense, tener que organizar el relato. Me llamó Capitanichy, pobre, re sincero, dijo que el tema le parecía muy serio como para ser tratado por él. Llamó Aníbal y dijo que tenía buenos argumentos para defender cualquiera de las tres hipótesis, y que si había que inventar una cuarta, le diera cinco minutos. Lo llamé a Máximoy no lo pude despertar. Me llamó Timerman, asustadísimo. Pero como le atendí el teléfono se puso feliz. Llamaron D'Elía y Esteche: "Señora, ¿adónde hay que ir a romper?" Lo llamé a Parrilliy le pasé una lista de personas a las que tenía que pincharles los teléfonos: el juez, la fiscal, el cerrajero... Llamó el Cuervo Larroquepara decirme que no podía despertar a Máximo. Llamó Sciolipara ponerse a mi disposición. Al rato me llamó Parrilli para decirme que lo tenían grabado a Scioli llamando a los Nisman para ponerse a su disposición. Llamé a Capitanich y le dije que les bajara línea a los medios nuestros con la teoría del suicidio. Me llamó a los 15 minutos porque querían saber si decían suicidio o suicidio inducido. Llamé a Zaffaroni y le dicté lo que tenía que decir públicamente. Estaba súper agradecido de que me haya acordado de él. Llamé a mi viejo amigo Stiusso y no me atendió. Llamé a Milani y estaba hablando con Stiusso. Llamé al PJ y ordené que me apoyaran. Enseguida sacaron la calculadora. Finalmente apareció Máximo: "Mamá, se va todo al carajo". Mi cosita, estaba re dormido.

Cuento todo esto para que vean mi compromiso con la verdad y la justicia. Si hicieran falta más cartas, las habrá. De discursos en cadena a la cadena de cartas. Esta muerte no quedará impune.

No vamos a parar hasta dar con el asesino que entró por el pasadizo y se fugó por la puerta de servicio, y en el medio suicidó a Nisman inducido por espías a sueldo de los diarios, las corporaciones y los buitres.

Sépanlo. YO no soy Charlie. Tampoco soy Nisman. YO soy Cristina.

Se los dije: está en su mejor momento.